Costa Rica tiene el reto de mejorar la calidad de sus áreas protegidas

Debe lograr que todos los ecosistemas estén representados

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Con un 26% del territorio bajo protección, Costa Rica sobrepasó la meta mundial de 17%. Su reto ahora no está en la cantidad de áreas silvestres protegidas, sino en la calidad de estas zonas.

La calidad es esencial para que estos sitios naturales puedan cumplir sus funciones y seguir brindando servicios como mejorar la calidad del aire, proveer agua y alimentos y ofrecer nuevos componentes para el desarrollo de fármacos.

Así lo destacó Braulio Ferreira, secretario ejecutivo de la Convención de Diversidad Biológica (CDB) de Naciones Unidas, quien es el invitado de honor del IV Congreso Mesoamericano de Áreas Protegidas, que se desarrolla desde ayer en el país.

Aunque no hay un acuerdo científico sobre cuánto territorio se debería dedicar a la conservación, el consenso mundial –contemplado en las Metas de Aichi de la CDB– es que los países tendrían que proteger un 17% de su territorio.

26%

Territorio bajo protección

3%

Territorio marítimo protegido

169

Áreas silvestres protegidas

“Hay estudios que indican que necesitamos más, porque no se trata de proteger especies específicas, sino resguardar la variabilidad genética que yace en la diversidad de ecosistemas, para así mantener los servicios ecosistémicos.

”Ese es el caso de la polinización. Aunque algunas plantas son polinizadas por acción del viento, la mayoría depende de polinizadores como abejas, aves y murciélagos. A falta de ellos, algunos agricultores chinos han llegado a polinizar ellos mismos sus cultivos. Van planta por planta, con un pincel, para sacar el polen de una flor y colocarlo en otra. Esto representa el 25% de los costos de producción”, explicó Ferreira.

Según el experto, Costa Rica debe procurar que todos los tipos de ecosistemas estén representados en su sistema de parques nacionales y reservas. Además, debe garantizar la conexión de estos sitios para que no sean “islas biológicas” y pueda existir intercambio genético entre poblaciones pues, a mayor variabilidad genética, más posibilidades de adaptación a los cambios del entorno.

Ferreira destacó un tercer reto: lograr la efectividad del manejo y la participación de las comunidades.

Acciones. Lo dicho por Ferreira no toma por sorpresa al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

En el Diagnóstico sobre el estado del conocimiento y gestión de la biodiversidad (2013), se dice que existe alta fragmentación del paisaje y los bosques están bajo presión de tala y cacería ilegal, incendios forestales y cambio de uso del suelo para desarrollo urbanístico.

Ahí también se destaca la falta de consenso sobre el modelo de desarrollo por seguir: “Se traduce a la ausencia de concertación (a nivel político, sectorial y local) sobre el modelo de desarrollo y planificación sobre el territorio”.

Al respecto, Rafael Gutiérrez –director del Sinac– dijo que se están tomando acciones para lograr la representatividad de los ecosistemas a partir del análisis de vacíos de conservación conocido como Grúas II .

“El trabajo en la parte terrestre, con los ecosistemas dulceacuícolas, ya se concluyó, y ahora, con la cooperación internacional, estamos trabajando en las áreas costeras”, declaró.

El Sinac tiene un programa de monitoreo en algunos parques nacionales; la idea es extenderlo a todas las áreas silvestres protegidas.

“El monitoreo tiene 30 indicadores que nos dicen cómo está la calidad del ecosistema y lo que pasa con la gestión”, dijo Gutiérrez. Se ha logrado la participación de la gente a través del turismo.