Tortuga viajó más de 500 kilómetros para alimentarse

Marca acústica delató a quelonio y esto revela conexión biológica entre sitios

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Luego de vivir unos cinco años en la Isla del Coco, una tortuga verde decidió emprender el viaje a la costa; específicamente, se estableció en el golfo Dulce (Pacífico sur).

Sin sospecharlo, este movimiento migratorio representa un hito científico, porque podría estar evidenciando una conexión biológica entre un sitio oceánico (Isla del Coco) y uno costero (golfo Dulce), puntos separados entre sí por unos 500 kilómetros de distancia.

Así lo sugieren los datos recolectados por las organizaciones ticas Misión Tiburón y el Programa Restauración de Tortugas Marinas (Pretoma), así como la organización estadounidense Turtle Island Restoration Network (TIRN).

Gina, nombre con el cual se identifica al animal, es una hembra de tortuga verde ( Chelonia mydas ) en estado juvenil.

Para alcanzar su madurez sexual y convertirse así en adulta, el quelonio necesita ingerir una cantidad suficiente de alimento para crecer.

Isla del Coco, con sus arrecifes, y el golfo Dulce, con su extensa área de pastos marinos, constituyen sitios que suministran ese alimento.

“Según los análisis genéticos, Gina originalmente proviene del Pacífico occidental. Por eso, las rutas migratorias de animales, como este, no solamente conectan los hábitats de alimentación de Costa Rica, sino que también proveen evidencia de que existe una conectividad transpacífica”, explicó Maike Heidemeyer, de Pretoma.

“Nuestra misión es usar esta información para comprender las rutas migratorias de las tortugas, abogar por la protección de estos corredores y asegurar que las especies amenazadas no caerán víctimas de prácticas pesqueras industriales como el palangre”, dijo Todd Steiner, de TIRN.

Marca. Esta tortuga verde fue marcada el 15 de marzo del 2011 en Isla del Coco, como parte de un proyecto de monitoreo realizado desde el 2009 por funcionarios de Pretoma y TIRN.

En mayo del 2014, los investigadores de estas dos organizaciones volvieron a capturarla y, esta vez, le colocaron una marca o transmisor acústico.

Dicho transmisor emite una señal en intervalos de 75 segundos, que es captada en un radio de 800 metros por receptores que los científicos colocan en el fondo marino, en profundidades de entre 10 y 20 metros.

Esta misma tecnología es empleada por científicos de la organización Misión Tiburón para estudiar los movimientos que realizan los tiburones martillo, punta blanca y punta negra, en Isla del Coco y golfo Dulce.

Fueron ellos quienes detectaron, por última vez, a Gina en Isla del Coco, en bahía Wafer, el 1.° de febrero del 2015. El 22 de febrero, solo 21 días más tarde, los receptores colocados por Misión Tiburón volvieron a localizar a la tortuga. Esta vez, la señal provenía del receptor colocado en la desembocadura del río Platanares, en el golfo Dulce.

Colaboración. El caso de Gina demuestra la importancia de enlazar los proyectos de investigación desarrollados en el país, para establecer alianzas.

Además, eso permite que Costa Rica cuente con información científica más robusta, que ayude en la toma de decisiones.

“Esta información, generada gracias a un esfuerzo interinstitucional, es valiosa para el establecimiento de políticas de conservación marina que sean efectivas en el marco del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical”, manifestó Ilena Zanella, de Misión Tiburón.