‘Ucrania debe resignarse y abajar los brazos’, suponen vecinos de Bajmut, frente este de la guerra

Para acabar antes con la guerra y por lazos familiares al otro lado de la frontera, una parte de los habitantes de esta región de Ucrania acepta o respalda la idea de pasar bajo control de Moscú

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Bajmut. “Bajmut es Ucrania”. El mensaje patriótico aparece grafiteado en varios monumentos de esta ciudad en el frente este de la guerra, uno de los últimos puntos donde los rusos siguen a la ofensiva. Pero aquí, no todo el mundo piensa igual.

El mercado de Bajmut, una localidad donde vivían 70.000 personas antes de la guerra, sirve para comprar o intercambiar desde productos frescos hasta ropa para el invierno. Pero también para que los vecinos de esta ciudad políticamente dividida se controlen unos a otros.

Yulia abandona el lugar como todo el mundo cuando se acercan los bombardeos. Pero esta mujer de 46 años, que no quiere dar su apellido por miedo a represalias por sus opiniones, acusa al Ejército ucraniano de los disparos.

“No entiendo por qué Ucrania destruye sus ciudades. Entiendo que es Ucrania que lo hace para asegurarse de que Rusia no recupera nada”, afirmó. Aunque reconoce que “la agresión procede completamente del lado ruso”, Yulia supone que Ucrania debe resignarse y abajar los brazos.

Esta residente en Bajmut se suma a una teoría difundida en decenas de cadenas de Telegram locales que afirman, entre otras cosas, que Ucrania destruye voluntariamente sus ciudades antes de perderlas.

En estos grupos, algunos cerrados y otros no, el discurso no es activamente prorruso, pero es abiertamente antiucraniano. Se trata de un delicado equilibrio para evitar problemas en un país que no persigue el delito de opinión, pero dispone de una ley contra la desinformación y los medios en línea.

‘Una ucraniana normal’

En el principal grupo de Telegram de habitantes de la capital regional, "Me gusta Kramatorsk", entre publicaciones sobre los cortes de gas o la recogida de hojas de las calles, algunos celebran sutilmente los ataques ocurridos recientemente en Kiev.

Bajo la publicación comparten espacio cientos de "me gusta", pero también decenas de comentarios indignados.

La convivencia entre proucranianos y prorrusos es una realidad desde hace años en la zona, aunque ahora la guerra se sitúa en el momento más crítico desde el estallido del conflicto en 2014 entre el Gobierno de Kiev y rebeldes separatistas.

Lesia, una comerciante de 46 años que no quiere dar su apellido, vende tortas secas sobre una plancha de madera. Hasta febrero, cuando empezó la invasión, dirigía un próspero negocio textil de 16 empleados, algunos de ellos “separatistas”, según comentó.

“Una parte huyó a Rusia pensando en volver rápidamente” si Bajmut caía, explicó. ”Yo soy una ucraniana normal, con un hijo en el Ejército ucraniano”, intentó resumir la mujer, que no juzga a sus empleados, a quienes cree “intoxicados” por la propaganda del Gobierno ruso.

"Pero para ellos yo soy una 'banderivka'", una adepta de Stepan Bandera (1909-1959), figura emblemática de los nacionalistas ucranianos y de la lucha antisoviética, con numerosos seguidores que colaboraron con los nazis.

‘El lado equivocado’

Para acabar antes con la guerra y por sentimiento de pertenencia al "mundo ruso" que promueve Vladimir Putin, o por lazos familiares al otro lado de la frontera, una parte de los habitantes de esta región de Ucrania acepta o respalda la idea de pasar bajo control de Moscú.

En la parte arrasada de Bajmut, donde se suceden los edificios destrozados, Oksana y Oleksander ofrecen su tienda a vecinos que conocen y que "piensan parecido" para cargar sus móviles con un generador.

Ese día, en plena batalla y con bombardeos, la pareja y dos amigos miran en una pantalla conectada al generador la comedia Mimino, un clásico soviético de 1977.

Los dos ucranianos son originarios de Donetsk, “capital” de la autoproclamada república del Donbás situada a 100 kilómetros de allí y ahora teóricamente anexionada a Rusia. Desde el inicio de la guerra es inaccesible desde Ucrania.

“Para mí la pregunta no es saber si yo estoy en el lado equivocado de la frontera o no”, dijo Oksana. ”Es el Ejército ucraniano el que está en el lado equivocado. Nosotros no les hemos pedido nada, y menos venir a defendernos”, insistió.