China devela su apoyo al Kremlin tras el bofetón que Ucrania le da a Rusia en el campo de guerra

Xi Jinping y Vladimir Putin se vieron por última vez a inicios de febrero en Pekín, en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, menos de tres semanas antes de la guerra

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Pekín. Los éxitos anunciados por el Ejército ucraniano en su contraofensiva y las sanciones occidentales son un bofetón para Rusia, pero el presidente Vladimir Putin cuenta con un aliado de peso: China, que acaba de reafirmar su apoyo.

En su primer desplazamiento al extranjero desde el inicio de la pandemia, el presidente chino, Xi Jinping, se reunirá esta semana con su homólogo ruso en una cumbre regional en Uzbekistán, prueba de la alianza forjada entre ambas potencias para sortear los esfuerzos de Washington por aislar a Moscú.

Pekín nunca apoyó explícitamente la invasión rusa de Ucrania, pero tampoco la condena y ha criticado a Occidente por enviar armas al Gobierno de Kiev y sancionar a Rusia.

En un contexto de relaciones tensas con Estados Unidos, Pekín también tiene interés en estrechar la relación con su vecino ruso, apuntan varios analistas.

“Gane o no gane Rusia (en Ucrania), China seguirá alineándose de manera estrecha con Rusia, lo cual es una estrategia que se deriva del estado actual de las relaciones entre China y Estados Unidos”, explicó Yun Sun, directora del programa sobre China en el Centro Stimson de Washington.

Para China, además, Moscú es un socio fundamental a la hora de contrarrestar la influencia de Washington en el tablero internacional.

China, gran cliente del petróleo ruso

El lunes, Yang Jiechi, el responsable de la diplomacia en el Partido Comunista, declaró al embajador de Rusia en China que ambos países podrán juntos “promover el desarrollo del orden internacional en una dirección más justa y razonable”.

A nivel comercial, China aumentó sus compras de petróleo ruso en los últimos meses. Entre mayo y julio, Moscú fue su principal proveedor de crudo, lo que le permitió al Kremlin atenuar el impacto económico de las sanciones occidentales.

Las relaciones entre Pekín y Washington son tensas desde hace años, en un contexto de guerra comercial y acusaciones de Estados Unidos en el capítulo de los derechos humanos.

En agosto, la relación bilateral se degradó aún más con la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán, gobernada por un ejecutivo autónomo y que China considera un territorio suyo.

En respuesta, Pekín efectuó los mayores ejercicios militares de su historia alrededor de la isla y anuló la cooperación con Washington en varios ámbitos, entre ellos la lucha contra el cambio climático.

La semana pasada, el jefe del poder legislativo chino y número tres del régimen comunista, Li Zhanshu, se convirtió en el dirigente chino de mayor rango en visitar Rusia desde el inicio de la invasión de Ucrania. En su visita, alabó el “nivel inédito” de la confianza y la cooperación entre Pekín y Moscú.

Esperanzas

Y si Rusia “se ve debilitada por la guerra, tampoco es una mala noticia para China, que en ese caso será más dominante en la relación bilateral”, consideró Yun Sun.

“A medida que la posición rusa se deteriora, Putin buscará obtener un apoyo más fuerte de China”, indicó Hal Brands, profesor de relaciones internacionales en el Instituto John Hopkins de Washington.

Xi Jinping y Vladimir Putin se vieron por última vez a inicios de febrero en Pekín, en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, menos de tres semanas antes de la invasión de Ucrania.

Moscú y Pekín firmaron entonces una declaración común, en la que abogaban por una “nueva era” en las relaciones internacionales y reafirmaban que “la amistad entre ambos países no tiene límites”.

Su nuevo encuentro en Samarcanda, durante la cumbre regional prevista para el 15 y 16 de setiembre, sucede “en un momento de grandes movimientos en el campo de batalla, lo que significa que Rusia está poniendo muchas esperanzas en la ayuda de China”, destacó Joseph Torigian, experto en relaciones internacionales en la Universidad Americana, en Washington.

Lo que está por ver, según él, es si Rusia no va a “pedir demasiadas cosas, y en qué medida piensa China poder ayudar sin sacrificar sus propios intereses económicos”, añadió Torigian a AFP.