Soldados ucranianos se imponen al agotamiento y ‘persiguen’ a los rusos

Cubiertos de barro y agotados, soldados ucranianos saludan haciendo una ‘V’ de victoria, mientras continúan la contraofensiva que les permitió recuperar miles de kilómetros cuadrados

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Kiev. Cubiertos de barro y agotados, pero su actitud es combativa e incluso festiva. Los paracaidistas ucranianos que participaron en la “reconquista” de la ciudad de Limán, en Donetsk, quieren descansar “un poco” para después “avanzar” mejor. Cerca de esta localidad ferroviaria en el este de Ucrania, recuperada el pasado fin de semana, blindados ucranianos circulan por una carretera rural, decorados con sus banderas azules y amarillas.

En su carrocería pintaron enormes cruces blancas, el emblema adoptado por el ejército ucraniano desde el inicio de la contraofensiva que les permitió recuperar miles de kilómetros cuadrados en el este y el sur del país.

En cada vehículo, una decena de paracaidistas barbudos y con uniformes ucranianos, con cintas azules en el antebrazo o en el pecho, hacen la V de victoria o levantan la mano para saludar a pesar del cansancio.

"Estamos muy cansados, muy agotados", asegura un joven soldado desde su blindado. "Descansaremos un poco e iremos más lejos", asegura sonriente como el resto de sus compañeros. "Vamos a perseguirlos", añade.

‘Protegemos nuestra tierra’

Su vecino luce un chaleco ruso debajo de su uniforme ucraniano. “Un trofeo”, dice entre risas. Sin bajar del blindado, otro militar engulle una barra de chocolate. Según él, los rusos que controlaban Limán “opusieron resistencia”.

“Fue duro, realmente duro”, coincide Oleksandr, un paracaidista de la misma unidad, flaco, de ojos grises y con un pequeño bigote. “Pero íbamos adelante y eso era todo, no había otra opción. Protegemos nuestra tierra”, argumentó.

Este soldado no teme la llegada de refuerzos rusos tras la movilización de cientos de miles de reservistas decretada por Vladimir Putin para intentar frenar la espiral de derrotas. ”Poco importa cuántos sean, no tienen ganas de verdad de luchar contra nosotros”, dice el joven para quien “sólo la muerte” espera a los rusos enviados a Ucrania.

"O el cautiverio si tienen suerte. No tienen nada que hacer aquí. Continuaremos persiguiéndolos", insiste.

Con el rostro y las manos todavía embarrados, y el casco de camuflaje, Roman fuma tranquilamente. En los combates hubo "algunos, inteligentes, que se rindieron, y otros que se rindieron antes de comenzar a luchar", dice el soldado de 34 años.

‘Insostenible’

Cerca de Dobrysheve, a menos de 5 km de Limán, un desminador ucraniano con un detector de metales en la mano avanza lentamente por un bosque donde todavía hay cadáveres de soldados rusos.

Su compañero prepara el detonador. "Ahora habrá un bum", advierte. A lo lejos, resuena una deflagración ensordecedora y aparece una nube de humo blanco.

En Drobysheve, una fundación caritativa evacua a los habitantes. Valentina, de 78 años y con un fular azul, espera con su marido en el furgón de evacuación.

"Vivíamos aquí. Nos fuimos cuando hubo bombardeos, pero volvimos después porque teníamos ganas de volver a casa. Pero era insostenible aquí", explica con lágrimas en los ojos. "Ya no servimos para nada, nos vamos a Kiev", dice.

Su vecino Leonid, de 65 años, ha venido a despedirse y desearles buen viaje. Él no tiene adónde ir. “Estaría contento de marchar, pero nos quedaremos. En nuestra tierra”, sentenció.