Amor sin fronteras: Convencer a un gobierno árabe para casarse con una tica

En Arabia Saudí los matrimonios suelen ser arreglados, pero un saudí hizo todo lo posible por el amor de su vida, una puntarenense

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Todo empezó un viernes 20 de junio del 2008 en Arlington, Virginia, Estados Unidos. La tica Milena Chen-Apuy Murillo tiene esa fecha adherida a su memoria.

Ese día, unos amigos en común le presentaron al hombre que le cambió su vida. Fawaz A. Alotaiby, ciudadano de Arabia Saudí,, quien de inmediato inspiró sentimientos indescriptibles.

Milena apenas tenía dos semanas de haber llegado a territorio estadounidenses, donde inicialmente iba a permanecer un año para mejorar su inglés, pero aquel plazo se extendió.

---

Ella ya no pudo sacar de su cabeza la personalidad extrovertida del joven que conoció, su seguridad y forma de ser.

“Fawas es la persona más alegre, positiva e inteligente que conozco. Es sumamente orientado hacia sus objetivos, está lleno de grande sueños y metas, y yo moría por ser parte de ellas. Su gran sonrisa, y su forma de ver la vida tan simple, lo hacen sumamente atractivo y agradable".

Ambos tienen 31 años y recuerdan a diario lo que tuvieron que hacer para convencer al gobierno de un país que su amor era incondicional, y que estaban listos para plasmarlo en matrimonio. En Arabia Saudí no es permitido que un ciudadano se case con una extranjera, salvo algunas excepciones.

“Una vez comprometidos, nos dimos cuenta de que no iba a ser tan fácil casarnos. Para los ciudadanos saudíes, los matrimonios interculturales son todo un procedimiento. Fawaz tenía que obtener el permiso del Gobierno para casarse con una extranjera, necesitaba el permiso del Ministerio del Interior”, comenta Milena.

Lo primero que hizo Fawaz fue enviar una carta a Riad, la capital saudí, en la que explicó con detalle las razones por las que consideraba que Milena iba a ser la persona con quien estaría el resto de su vida.

“Créame, decir que se enamoró no es un buen argumento en una sociedad de matrimonios arreglados, donde el amor es lo de menos. Luego de que leyeron la carta, el ministro aprobó que Fawaz fuera a la entrevista, la segunda parte del proceso”, contó Milena.

Mientras Fawaz intentaba salir bien librado de la cita con las autoridades de su país, Milena aguardaba paciente.

Luego, ella supo que prácticamente no se trató de una entrevista, sino de horas de cuestionamientos con el fin de convencerlo que escogiera a una saudí y no a una tica.

“Al final le preguntaron: ‘¿Si le negamos el permiso para que se case con ella, igual se casaría?’”.

Él no dudó. Respondió que sí, con mucha seguridad y guiado por ese sentimiento que hacía vibrar su corazón. Los funcionarios le dieron las gracias y pidieron tiempo para tomar una decisión.

Una resolución afirmativa le permitiría a Milena ingresar a Arabia Saudí, con todos los papeles en regla; lo contrario significaba no ser reconocida como la esposa de Fawaz y posiblemente la imposibilidad de ir a esa nación, que hasta ahora empezará a otorgar visas para turistas.

La espera se volvió acongojante, pero carente de fuerza para apaciguar el cariño entre ambos. Tres meses después, esta enamorada pareja recibió buenas noticias; el Gobierno saudí aceptó a Milena.

Ver más

No había tiempo que perder. En medio de la algarabía, organizaron dos bodas. Una fue el 28 de agosto del 2013 en la que solo participaron ella, Fawaz, dos testigos y el imán, que es como el sacerdote en el islam. Este acto, realizado en Estados Unidos, le permitió a ella hacer todo el proceso para ir a Arabia.

“Dos días después me fui a Costa Rica a planear la boda más grande y Fawaz fue a Arabia a prepararse para lo que venía, a buscar dónde vivir, encontrar trabajo y otros detalles. No nos vimos por los siguientes tres meses”.

Hay otra fecha que Milena no olvida: 4 de enero del 2014, cuando se casaron en el Zephyr Palace, en Villa Caletas, Jacó. Ella siempre soñó con contraer matrimonio en su tierra, con su familia al lado, y él se lo cumplió. Además, los familiares de Fawaz también estuvieron presentes.

El empuje del amor le permitió a esta pareja vencer cualquier obstáculo. Aquel muchacho que esta puntarenense siempre ha considerado divertido luchó contra todo por ella. Muchos no lo creían posible, pues Milena afirma que sus amigas le advertían de que no se ilusionara, pues les parecía imposible que los saudíes desafíen la costumbre de casarse con ciudadanas de su mismo país.

La noticia también pudo sorprender a las dos familias. La tica admite que a sus familiares les daba un poco de temor que se fuera a vivir tan lejos, aunque siempre la apoyaron.

“Creo que pensaron que no me iban a ver en mucho tiempo o que iba a estar incomunicada, no sé, creo que como todo padre se preocupa por sus hijos, ellos tenían miedo de que me pasara algo. Pero gracias a Dios no fue así, y a los seis meses estaba de vuelta en Costa Rica de vacaciones. Aquí, igual tengo todos los medios de comunicación: WhatsApp, Facebook, Twitter,Tango y otros, lo único que a veces me prohíbe hablar con ellos son las nueve horas de diferencia entre nosotros, pero nada más”, asegura.

Entre tanto, convencer a la familia de él fue más difícil. En la cultura saudí, la mamá es quien escoge la esposa de sus hijos varones.

“No es común que los hijos busquen o encuentren su propia esposa, pues es una sociedad de matrimonios arreglados donde la tribu o el apellido son lo primero, pues suceden entre saudíes de la misma región. Les tomó mucho tiempo asimilar la idea de que él se quería casar con una latina”.

De hecho, la familia de Fawaz aceptó conocer a Milena dos meses después de saber que estaban comprometidos. Al verla frente a frente y hablar con ella, todo fue más fácil. Esto fue en Virginia, Estados Unidos, donde tienen una casa pues por muchos años fueron diplomáticos en esa nación norteamericana.

Lo que intentaba esta familia saudí era asegurarse que el joven no se dejaba llevar por un impulso, al punto que algunos allegados intentaron convencerlo de que cambiara de opinión.

“Después de hablar con él, la gente entendía que su decisión no era inmadura ni cegada, sino de un hombre de 27 años (en aquel momento) que sabía lo que quería”, dijo Milena.

Milena sigue tan enamorada como aquel lunes 22 de abril del 2013.

“Ese día cancelaron mis clases y Fawaz me invitó a caminar por los monumentos de Washington DC. Estábamos en el monumento de Abraham Lincoln, sentados viendo el río Potomac, hacía mucho frío y quería irme, pero él insistía que todavía no era el momento de irnos.

“Lo veía un poco nervioso, pero no me imaginaba que me iba a proponer matrimonio. Le pregunté si tenía un chicle, se metió la mano a la bolsa y me dijo: ‘No, pero tengo algo mejor’, y sacó el anillo de compromiso. ¡Casi me muero de la sorpresa y de la emoción!”.

Mientras esto sucedía, una hermana de Fawaz registraba todo en un video, escondida. Luego, el joven novio le reveló a Milena que antes de pedirle matrimonio, llamó a Nicolás, su hermano, para que le sirviera de traductor para pedirle la mano a los papás de ella, que estaban en Puntarenas.

Fawaz fundó hace dos años una empresa de importación de productos saludables. Poco a poco se acostumbra a oír mucho el español, en música, películas o las conversaciones de Milena con otros latinos que viven en Riad, así como a la comida con menos especias.

Ella, por su parte, se adaptó a ponerse la abaya (batón negro) para salir de la casa, así como a no estar junto a su amado en algunos eventos sociales, en que los hombres deben permanecer separados de las mujeres.

Primera historia de la serie Amor sin fronteras, de ticos que el amor los llevó a convivir con una persona de otra nacionalidad.

Otros artículos de la serie Amor sin fronteras: