Saber leer y escribir bien: una vacuna contra populistas y fanfarrones

Leer y escribir bien son herramientas fundamentales para combatir la desinformación, las noticias falsas y la bulla populista de falsos líderes que, cuando se acercan los procesos electorales, alzan sus voces y sus banderas en favor de intereses propios.

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“Por cada libro que se lee, muere un burro”, dice una de las canciones infantiles del cantautor español Luis Aguilé, en referencia a la lectura como herramienta idónea contra la ignorancia. A la fecha, la desinformación, las noticias falsas y los mensajes de algunos oportunistas son amenazas para la democracia, que solo pueden prevenirse con educación de calidad.

El fin máximo de enseñar a leer y escribir bien desde la escuela debe estar orientado en formar personas críticas, capaces de cuestionar el entorno en que habitan para mejorarlo, que sean creativas y dispuestas a proponer soluciones en comunidad.

Propiciar la escritura y el pensamiento crítico en las aulas de primaria y secundaria debe ser una de las prioridades del sistema educativo para mitigar los rezagos que ha acentuado la pandemia. Las faltas de ortografía, una débil comprensión lectora, la pobre argumentación y la incapacidad para estructurar un texto sencillo y conectar párrafos, hacen del buen leer y de la escritura dos habilidades urgentes de desarrollar en nuestras aulas.

La escuela del siglo XXI tiene el desafío de enseñar a niñas, niños y jóvenes a comprender y a dudar de lo que leen, a ser críticos de todo lo que escuchan y ven en las redes sociales para evitar caer en las trampas de falsos líderes que apuestan al olvido y a la ignorancia para sacar provecho propio, sembrar divisiones y sumirnos en la desesperanza.

Es preciso que para que la lectura sea un ejercicio divertido en las aulas, exista la libertad entre docentes y estudiantes para cuestionar los diálogos de los personajes de cada texto, el significado de los párrafos, y que tengan la misma libertad de proponer. Solo cuando hay espacio para argumentar y proponer, se encuentran nuevas soluciones y se despierta el gusto por innovar e imaginar: herramientas subutilizadas en esta era digital en la que los estudiantes erróneamente creen que todo está en Internet, y que copiar y pegar es sinónimo de pensar.

Los indicadores sobre lectura y comprensión lectora en escolares costarricenses dan vergüenza: más de la mitad de estudiantes cruzan de las aulas de Primaria a Secundaria sin comprender lo que leen y con un nivel muy pobre para defender una idea. El Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce) detalla que aproximadamente la mitad los estudiantes en Costa Rica aprueba primaria sin saber inferir ideas de un párrafo ni interpretar figuras literarias; son incapaces de reconocer la función de un verbo o el significado de una palabra, según el contexto en el que se les presenta.

Las fallas en lectoescritura se arrastran durante primaria, secundaria y llegan a la universidad porque no hay interés en aprender ni cuestionar, sino solo en aprobar cursos, aunque sea con la nota mínima. La ignorancia no se supera con acumular títulos debajo del brazo. Por eso, no es sorpresa que un profesional cualquiera comparta en sus redes sociales la noticia falsa que lee en Facebook y que, a su vez le importe poco escribir con mala ortografía.

Ese mismo desprecio por aprender a leer y escribir bien es consecuente con la crisis de liderazgos que tanto suele criticarse. Según los resultados de las pruebas PISA, solo un 1% de los jóvenes de 15 años, en América Latina, es capaz de reconocer entre hechos y opiniones: un dato que es preocupante ante el alto volumen de noticias falsas que circula diariamente.

¿Qué hacer?

Menos es más. Es preciso, comprender en las aulas que la lectura y la escritura no son para aprobar exámenes ni para  imitar los estilos de reconocidos autores de la literatura universal ni que llenen páginas por cumplir la tarea, sino que encuentren su propia voz a partir del poder de la palabra escrita y hablada. Esto implica que sean capaces de describir escenarios, personajes y su propio entorno mediante textos cortos pero con sentido.

Para ello, hay que, indudablemente, fomentar el gusto por la lectura. Que lean lo que sea, pero que lean. Que trasciendan de la rapidez de TikTok y de los chats de WhatsApp que también están cargados de faltas ortografía.

Otra buena herramienta es preguntarles sobre qué quieren escribir, ahondar en sus porqués, en sus contextos, en sus emociones y las ideas que les embargan. El objetivo tiene de ser que salgan del colegio escribiendo bien y no solo sabiendo agarrar el lápiz. Comunicarse es una de las herramientas básicas para conseguir más y mejores oportunidades en el siglo XXI.

Leer más y escribir más son herramientas necesarias para dudar más, cuestionar más y evitar que populistas y fanfarrones tomen con facilidad el micrófono y logren alcanzar sus intereses, a costa de la ignorancia y de la pobreza educativa.

Cuénteme su opinión sobre este tema a mi correo barrantes.ceciliano@gmail.com