¿Qué se necesita para construir la nueva escuela? Más colaboración entre docentes

Compartir lo bueno, lo malo y lo feo de enseñar en tiempos de pandemia es imprescindible para construir una nueva escuela, que articule metodologías activas, realimentación y seguimiento de los estudiantes, más allá de la calificación. Cooperación es la palabra clave.

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Compartir sin miedo a equivocarse es fundamental para repensar un nuevo paradigma educativo que favorezca el aprendizaje colaborativo y que se adapte a las necesidades y urgencias impuestas por la pandemia. La pretenciosa idea de que maestras y maestros deben dominar todo está obsoleta y termina por desgastar el ánimo de cualquiera.

Hoy, más que nunca, el foco debe estar puesto en la cooperación entre quienes ejercen la tarea de educar para generar un intercambio sincero entre lo que se sabe y lo que se ignora, para estar dispuestos a cocrear un currículo adaptado a las necesidades de una generación que arrastra un rezago importante en sus aprendizajes (Malos niveles de comprensión lectora, pobre razonamiento matemático y escaso nivel de argumentación y resolución de problemas, por citar algunos ejemplos).

Para que nadie se quede atrás, la educación debe mejorar sus estrategias para la docencia a distancia y semipresencial (con metodologías activas y participativas), diseñar mecanismos de evaluación justos y adecuados para la situación actual (no regalar notas al amparo del pobrecito) y crear procedimientos para fomentar la autonomía en el aprendizaje de sus estudiantes.

El intercambio de experiencias entre docentes es un ejercicio más que necesario, en una época donde abundan herramientas digitales y donde también hay un importante número de profesionales sin las competencias para enseñar en los entornos virtuales.

En palabras de la coordinadora de Educación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Tamara Díaz, el feedback o realimentación sobre lo que ocurre en las aulas es muy necesario en el ejercicio docente, debido a que “la docencia es una profesión muy solitaria (‘cada maestrillo tiene su librillo’)”. Esto queda evidenciado ante la dificultad de impulsar soluciones o propuestas más colaborativas. Se sigue con la idea de que el profesor de español solo debe enseñar a leer y a escribir y el de matemáticas, a los números.

El informe “La escuela que viene” recoge una serie de reflexiones sobre la necesidad de interconectar docentes, superando el miedo a errar, con el afán de cocrear un ambiente más esperanzador desde las aulas. Temas que antes eran considerados transversales o “de relleno”, hoy son más que importantes. Entre ellos, el aprendizaje autónomo, las competencias digitales, o la necesidad de una comprensión lectora alta, la promoción de la salud (física y mental).

Para lograr ese clima de cooperación, hay que sacar a los docentes del exceso de trámites administrativos y dejar que conversen más entre sí, que directores y directoras sean protagonistas de ese ambiente de gestión de una comunidad de aprendizajes: solo así podremos dar el cambio de timón tan anhelado y necesario, del que se viene conversando desde hace décadas.

Superar el analfabetismo digital no supone crear capacitaciones en masa, con expertos que dictan cátedra a docentes que no se sienten parte del proceso. Es más que necesario establecer redes con diálogos francos, adaptadas a los contextos de cada escuela. Hay docentes en Costa Rica, que podrán saber lo que significa Teams, pero en la realidad de sus estudiantes es una herramienta inútil y una frustración constante para quien educa. Como toda herramienta, es el uso que se le dé el que define el resultado

“En unos pocos días, 9 de cada 10 estudiantes de más de 190 países quedaron alejados de las aulas, de los patios, de los pasillos y de los salones de música. Los efectos de la pandemia fueron tan repentinos como inesperados. Cuadernos, carpetas, libros y materiales escolares quedaron bajo llave en casi todo el planeta. Los docentes y los alumnos quedaron alejados, esforzándose por sostener —de alguna manera y desde sus hogares— el vínculo que los caracterizaba”, describe el informe La escuela que viene.

Como dice Paula Baros, “el acceso en equidad y calidad a la educación es una condición básica para el desarrollo humano y para corregir las desigualdades, permitiendo la realización de planes de vida y la realización personal según el potencial individual (incluido el mercado laboral), factores esenciales para la cohesión social y la creación de sociedades dignas y justas”.

Hoy, más que nunca, el término debe ser la cooperación. Alejémonos de juzgamientos inútiles y pongámonos entre todos y todas a repensar y reconstruir una nueva escuela para el siglo XXI: más colaborativa, humanista, dispuesta a garantizar más y mejores oportunidades, sembrando esperanza desde las aulas, con redes de maestras y maestros que asumen la noble tarea y los enormes desafíos de educar durante y después de esta pandemia.

Cuénteme su opinión sobre el tema abajo en los comentarios, o bien, a mi correo barrantes.ceciliano@gmail.com, o en mis cuenta en Twitter (@albertobace).