Otto Silesky: Educar con rebeldía transforma vidas

Para educar bien es preciso salirse del libreto, perderle el miedo al error y motivar. Bajo esa premisa trabaja Otto Silesky: psicólogo y educador por vocación quien, desde hace 43 años, fundó una estrategia educativa en favor de los jóvenes.

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Para educar bien es preciso una buena dosis de rebeldía: salirse del libreto, estar dispuesto a escuchar, motivar y dialogar, sin castrar con etiquetas las ilusiones de quienes llegan a las aulas. Eso lo tiene muy claro Otto Silesky: psicólogo y educador por vocación.

Su travesía educativa comenzó hace 43 años en barrio Escalante y luego, en Las Nubes de Coronado, cuando transformó una casa victoriana en un espacio de oportunidades para jóvenes, con su Instituto de Educación Integral y el Hogar San Agustín. Para él, un aprendizaje es significativo cuando hay convencimiento, deseos de investigar y de construir en colectivo.

“La educación debe ser participativa. Hay educadores que se visten de cardenales e instruyen pero no educan. La educación debe ser participativa, dar el respeto que cada uno se merece, sin etiquetas. Para que un aprendizaje sea significativo hay que invitar y motivar al estudiante a convertirse en buscador. No puede ser que la forma de evaluar siga siendo la misma que la que tuvimos durante el siglo pasado. Hoy, los desafíos son otros”, afirma Silesky.

Para educar con rebeldía, don Otto afirma hay que perderle miedo al error, a la verborrea del currículo, ser coherentes y estar dispuestos a dejar el pedestal para sentarse en el suelo a escuchar de manera asertiva, compartir e intercambiar argumentos con los estudiantes. El docente no debe aspirar a convertirse en papá o mamá del estudiante, sino en propiciar una relación armoniosa y respetuosa, que favorezca el deseo propio de cada persona por aprender más.

Para lograr ese cambio de timón que tanto necesita la educación costarricense, don Otto asegura que es fundamental una transformación curricular. “Hay más materias que horas para educar. El currículo nacional tiene un cáncer, con una metástasis devastadora. Tenemos que dejarnos de verborrea y educar, por ejemplo, el espíritu de emprendimiento en los jóvenes, el desarrollo de habilidades de comunicación, de lectura, comprensión lectora y escritura, el razonamiento”.

Para el maestro Silesky, otro de los cambios importantes es dejar de creer que la tecnología lo resuelve todo. “Hay estudiantes que tienen computadoras pero no saben hacer una búsqueda en Internet. ¿Qué ganamos con tecnología si no hay habilidades? Lo esencial pasa a ser un acto mecánico y la herramienta se vuelve en nuestra contra. Hay un riesgo muy grande al creer que todo se resuelve con tecnología”, añadió don Otto.

Su espíritu disruptivo e innovador, lo ha forjado a partir de mucha lectura, de un intercambio constante con académicos de universidades alrededor del mundo y forjando oportunidades educativas que cambian vidas. Sin embargo, esa combinación de rebeldía con disciplina también le ha traído detractores, porque siempre es más fácil criticar que hacer.

“Me han dicho loco, psicólogo de niños ricos y muchas otras etiquetas. Cuando se hacen cambios, muchas veces uno se topa más con los ojos de la envidia que con los ojos del asombro. No se encuentra debate sino mezquindad, porque hay un temor a pensar diferente”, explica don Otto.

Para este educador rebelde y disciplinado, los colegios no deben ser depósitos de tareas, ni los estudiantes máquinas que deban memorizar contenidos para aprobar exámenes estandarizados. Su forma de educar se ha nutrido  del constructivismo de Piaget, de las obras de Popper y la influencia de Gardner.  “No hay nada que no se pueda enseñar. Ciencia, arte y cultura nos deben unir (…) La educación debe poner en el entro al estudiante; educar es hacer crecer lo mejor del ser humano”, afirma.

Don Otto Silesky es un apasionado de la obra El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Su  aporte educativo en estos 43 años evidencia que ha escuchado muy bien el secreto del personaje: “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.

Su estilo, rebelde y disciplinado, y su visión de los aprendizajes son muestra de que la noble tarea de educar crea oportunidades y transforma vidas.

Cuénteme su opinión sobre este tema al correo barrantes.ceciliano@gmail.com