Leer: la forma de derribar los muros de la ignorancia

La desinformación y las noticias falsas son amenazas para las democracias. El fin máximo de enseñar a leer y escribir bien desde la escuela debe estar orientado en formar individuos críticos, capaces de cuestionar el entorno en que habitan, creativos y dispuestos a proponer soluciones.

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La escuela del siglo XXI tiene el desafío de enseñar a niñas, niños y jóvenes a comprender y a dudar de lo que leen, a ser críticos de todo lo que escuchan y ven en las redes sociales para evitar caer en las trampas de falsos líderes que apuestan al olvido y a la ignorancia para sacar provecho propio, sembrar divisiones, levantar muros de odios y sumirnos en la desesperanza.

Decía el caricaturista español Forges que “el patriotismo es una indigestión espiritual que se cura leyendo”. La lectura y la escritura son herramientas para la esperanza y para la libertad.

Los libros nos enfrentan a múltiples realidades, nos presentan nuevos personajes y contextos: algunos para odiar y otros para amar, lo que es cierto es que mientras más tengamos a disposición es mejor: así hay más puntos de comparación, dudas, ideas, contradicción, retos y preguntas.

Exponerse a la lectura debe empezar desde los primeros años de infancia debido a que facilita el proceso de alfabetización y la transición hacia la escuela. Cuando la lectura se comenta con los niños en forma grupal, favorece el espíritu crítico, la imaginación y la creatividad.

Un cuento, por ejemplo, es una herramienta capaz de transformar el día: es imaginación a flote, es convertir las palabras en juego, son personajes que despiertan la creatividad y un sinfín de oportunidades para incentivar el gusto por la lectura como actividad placentera y no como sinónimo de aburrimiento o de actividad puramente académica.

Es preciso que para que la lectura sea un ejercicio divertido en las aulas, exista la libertad en los salones de clase para cuestionar los diálogos de los personajes de cada texto, los colores y las formas y que tengan la misma libertad de proponer.

Solo cuando hay espacio para argumentar y proponer, se encuentran nuevas soluciones y se despierta el gusto por innovar e imaginar: herramientas subutilizadas en esta era digital en la que los estudiantes erróneamente creen que todo está en Internet, y que copiar y pegar es sinónimo de pensar.

Los indicadores sobre lectura y comprensión lectora en escolares costarricenses no son para nada alentadores: más de la mitad de estudiantes cruzan de las aulas de Primaria a Secundaria sin comprender lo que leen y con un nivel muy pobre para argumentar. 

El Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce) detalla que aproximadamente la mitad los estudiantes en Costa Rica  aprueba primaria  sin saber inferir ideas de un párrafo ni interpretar figuras literarias; son incapaces de reconocer la función de un verbo o el significado de una palabra, según el contexto en el que se les presenta; y ni qué decir de los serios errores de ortografía y de una pobre producción textual.

Las fallas en lectoescritura se arrastran durante primaria, secundaria y llegan a la universidad porque no hay interés en aprender ni cuestionar, sino solo en aprobar cursos, aunque sea con la nota mínima.

Por eso, no es sorpresa que un profesional cualquiera comparta en sus redes sociales la noticia falsa que lee en Facebook y que, a su vez le importe poco escribir con mala ortografía y tampoco es sorpresa tener falsos líderes que aspiren a gobernar, aprovechándose de la ignorancia y el olvido de muchos.

A todas estas carencias y debilidades, es propicio en esta semana que se celebra el Día Internacional del Libro (23 de abril), sugerir más libros, más preguntas en las aulas, más lecturas comentadas en grupo, más visitas a las bibliotecas públicas de nuestro país y menos tolerancia a los errores de ortografía, a copiar y pegar desde Internet, a la pereza cómplice de no pensar.

Es urgente desarrollar más el gusto por escribir y leer bien. Como dice una frase que se le atribuye al escritor Jorge Luis Borges: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”. Hagamos de la lectura un disfrute para derribar los muros del olvido y la ignorancia.

Cuénteme su opinión sobre el tema a mi correo barrantes.ceciliano@gmail.com.