Educación: ¿Quiénes están desconectados de los aprendizajes?

A partir de las estadísticas del MEP, se estima que más de la mitad de estudiantes (unos 500.000) tienen un acceso limitado o nulo a Internet. Sin embargo, una computadora o un celular con acceso a Internet tampoco es garantía de conexión con los aprendizajes.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Estudiantes de comunidades indígenas, rurales y costeras son los más golpeados por la falta de conectividad a Internet en sus hogares. Desde marzo del 2020, su forma de aprender se redujo básicamente a fotocopias. Esa brecha digital es motivo de alerta para el sistema educativo y, a la vez, es evidencia de falta de acciones, de la tramitomanía nacional y de la ineptitud de gentes que cobran sus salarios, sin ninguna vergüenza ante la inequidad.

Sin embargo, tener acceso a un celular o computadora con Internet en casa tampoco es garantía de una conexión efectiva a los aprendizajes. Hay que entender que la tecnología es un medio, no el fin y que, por lo tanto, dependerá de las estrategias de mediación pedagógica la efectividad o no de la educación a distancia.

Iniciar una sesión en Teams no es sinónimo de conexión a los aprendizajes, mientras existan estudiantes que apagan sus cámaras para que nos los vean durmiendo o jugando el videojuego, durante la clase de Matemáticas. Ahí, también hay una severa desconexión más solapada y de la que poco se habla desde el inicio de la pandemia. ¿Qué hacer para combatir esta desconexión? La interactividad es crucial: el estudiante debe sentirse retado durante los minutos que se conecte a la sesión virtual, debe estimularse la conversación constante, el reto, el juego y la motivación. De lo contrario, seguiremos con conexión a Internet pero desconectados del verbo aprender.

El nuevo curso lectivo es una oportunidad para que los docentes fomenten el aprendizaje autonómico en sus estudiantes. Enseñarles a pensar, a resolver problemas y plantear nuevos caminos debe ser prioritario. En otras palabras, menos presentaciones aburridas en Power Point (que nadie lee ni escucha) y más acción y mediación que invite a mantenerse activos, a responder, a resolver, a cuestionar.

El secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos, Mariano Jabonero, enfatiza en la necesidad de que la tecnología se ponga al servicio de la escuela y su proyecto educativo, en favor de los alumnos, de los docentes y de la dirección del centro educativo.

¿Qué hacer y qué evitar? Como dice Jabonero, hay que evitar caer en la trampa de que todo se resuelve con dotar a los estudiante de aparatos y de conexión a Internet. “Salvo para los intereses de la industria y la mejora de la conectividad, los efectos en mejora educativa de este tipo de proyectos son irrelevantes”, apunta Jabonero.

En el informe Tecnología y escuela: lo que funciona y por qué, elaborado por Francesc Pedró se anotan los siguientes factores para hacerlo bien:

  • Diseñar currículos renovados distintos a los enciclopédicos habituales.
  • Capacitar a los docentes en competencias y habilidades digitales, haciéndoles conscientes de que no se trata de algo potestativo, sino que es parte de su responsabilidad e ineludible compromiso profesional.
  • Promover, a través de la tecnología, el desarrollo de competencias y adquisición de aprendizajes activos, participativos y reflexivos.
  • Evaluar y monitorear lo que se está haciendo. Esto implica ir más allá de que el “indicador de éxito” sea saber quién se conectó a la sesión de Teams y quién no.

Para transitar hacia el camino de la alfabetización digital es preciso revisar ejemplos de buenas prácticas, fomentar la conversación entre docentes (que no haya temor de compartir lo bueno) y construir política educativa que garantice más acción desde este nuevo modelo híbrido.  De lo contrario, seguiremos dormidos en aulas del siglo XX, con estudiantes conectados a un aparato con Internet, sin que eso sea garantía de que estén aprendiendo ni preparándose para los desafíos de esta era digital.

El acceso y la equidad para conectarse a Internet en casa es una urgencia por resolver. Sin embargo, de forma paralela y con la misma importancia se debe abordar el cómo se utilizan esos aparatos con conexión a Internet. Basta con darse una vuelta por los vecindarios de las redes sociales para darse cuenta que la ignorancia en la red no tiene límites.

Cuénteme su opinión sobre este tema al correo barrantes.ceciliano@gmail.com