¿Cómo estallar ‘burbujas digitales’ y noticias falsas desde las aulas?

Creatividad, pensamiento crítico, capacidad de dudar y cuestionar la información son habilidades básicas que hay que enseñar desde las educación primaria para contrarrestar los efectos de las noticias falsas y de las burbujas digitales de estos tiempos

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Los sitios que navegamos en Internet nos dibujan un mundo construido sobre la base de lo que nos resulta familiar: con ello, caemos en el riesgo de transitar en un bucle infinito sobre nosotros mismos; una zona de confort en la que se pierde creatividad y reflexión, debido a la falta de colisión de ideas y a la confrontación de datos.

El riesgo de dormir en el confort de esas burbujas digitales es que se margine la importancia de preguntar, repreguntar, de contrastar y de ser propositivos en los procesos de enseñanza y aprendizaje. El pensamiento crítico implica la capacidad de cuestionar las opiniones, de interrelacionar contenidos, de aceptar retos y proponer soluciones.

Un informe de opinión sociopolítica de la Universidad de Costa Rica (UCR) señala que tres de cada diez (30%) afirman tener de poca a ninguna posibilidad para identificar si un contenido es falso en sus redes. Los datos ponen en evidencia el desafío que tiene la educación de ir más allá de las lecciones sobre nuevas tecnologías y de Educación Cívica, para dar un paso hacia el pensamiento crítico y dotar de herramientas necesarias para estallar esas burbujas digitales en las que es sencillo aferrarse a opiniones sin argumentos, creyendo que son la única verdad.

La facilidad con la que circulan contenidos falsos de mano en mano, y más aún en épocas electorales, obliga a los sistemas educativos a construir más espacios desde las aulas que inviten a niños, niñas y jóvenes a cuestionar y leer su entorno, a plantear preguntas, innovar, disentir, argumentar, a no creerse todo lo que encuentran en Google y a ser capaces de dudar y dudar más: solo así la educación cumpliría con el noble ideal de formar individuos libres.

La escuela es un ente vivo y como tal, debe ser capaz de adaptarse a los contextos que le rodean, de crear las condiciones necesarias para que los estudiantes quieran aprender y de romper moldes anticuados, no adecuados a las necesidades de quienes asisten hoy a las aulas; donde se les enseñe a niños y jóvenes que la tecnología no es un fin en sí mismo y donde se revierta el mito de que en Internet no hay responsabilidad sobre lo que se dice y se hace.

¿Nativos digitales?

El primer error que hay que revertir en el sistema educativo es creer que porque los estudiantes tengan un celular en mano o enciendan una computadora son “nativos digitales”.  Es oportuno hacer un alto, repensar el concepto y no dar por sentado que todo aquel que nació con Internet en la mano sabe cómo darle un buen uso.

Para nadie es un secreto que los profesores universitarios reclaman constantemente el pobre nivel de investigación de sus estudiantes: no saben plantear objetivos, su capacidad para

argumentar es limitada, no saben buscar artículos científicos en Internet y citan lo primero que les aparezca en el buscador (si es que citan).

Seguimos atados a un modelo educativo anticuado, no adecuado a las necesidades de este siglo. De hecho, solo el 1% de esos ‘nativos digitales’ de América Latina sabe diferenciar entre hechos y opiniones: un elemento crítico en una era de desinformación y noticias falsas, según el último informe de las pruebas PISA.

Las profesoras las investigadoras colombianas Fabiola Cabra y Gloria Patricia Marciales describen en un artículo científico algunos de los mitos de los ‘nativos digitales; y riesgo de magnificar la imagen del ‘nativo digital’ ocultando la ignorancia que tienen en muchas destrezas de comunicación digital y capacidad de uso de los datos.

Las investigadores afirman que “algunos estudios de Educational Testing Service (ETS) indican que un gran número de estudiantes no sabe cómo usar estrategias refinadas de búsqueda, manejo y evaluación de la información”. Ser competentes en la era digital va más allá de saber encender un celular y descargar juegos y aplicaciones.  El entretenimiento está muy bien, pero sí o sí, esas destrezas para el juego debe complementarse con herramientas educativas que formen usuarios críticos, capaces de investigar, cuestionar, proponer, diseñar soluciones y de discriminar contenidos a partir del análisis.

Por ejemplo, en Barcelona, España, a partir del curso lectivo 2019, se imparte un curso a niños y jóvenes de 10 a 16 años sobre la credibilidad de la información que circula en redes sociales.

La iniciativa denominada eduCAC les enseña a los estudiantes sobre el uso de dispositivos móviles, la identidad digital, las noticias falsas y el efecto de los algoritmos en cómo se recibe la información en las redes sociales, búsquedas y publicidad.

Empezar a conversar más sobre cómo estallar burbujas digitales, leer el entorno a partir de la diversidad de opiniones y combatir noticias falsas desde la niñez es una tarea pendiente en nuestras aulas que es preciso abordar con urgencia.  Cuénteme su opinión sobre este tema en mi correo barrantes.ceciliano@gmail.com