Un nuevo escarabajo apareció en camino de científico del INBio

Es el primer registro para el país y la especie más sureña de su género

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En el cerro Frantzius, camino al valle del Silencio en Talamanca, el entomólogo Ángel Solís se detuvo a recolectar un escarabajo que yacía en el suelo.

Al observarlo, el investigador del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) se dio cuenta de que este no lo conocía y por eso recurrió a Brett Ratcliffe, de la Universidad de Lincoln (Nebraska, EE. UU.), quien terminó por constatar la sospecha de Solís: se trataba de una especie nueva.

Orizabus australis es una especie de escarabajo dinástido y con su registro se llega a 158 especies de este grupo reportadas para Costa Rica y Panamá.

Esta especie es la primera conocida para este género en Costa Rica, ya que Orizabus tiene una distribución que va del centro de Estados Unidos hasta Honduras.

“Este es el registro más austral, al sur, del género”, comentó Solís, quien junto a Ratcliffe firman el artículo que consigna el hallazgo en la revista científica The Coleopterists Bulletin .

Desde el punto de vista de la biogeografía, este hallazgo es relevante porque al ser un grupo predominantemente norteamericano se plantean preguntas: ¿cómo vinieron los primeros individuos a Talamanca? ¿O era un grupo ampliamente distribuido y, a lo largo de los años, quedaron poblaciones aisladas al punto de formar una especie nueva?

“Nos dimos cuenta de que esta especie está estrechamente relacionada con una de Honduras. Probablemente hace miles de años, esas dos especies eran una sola y de alguna forma, la población se dividió en la porción de Honduras y la porción de Talamanca, iniciándose así la evolución de cada una al intentar adaptarse a su entorno. Si se tuviera que hacer un árbol de relación entre especies, estas dos tendrían un ancestro común”, explicó Solís.

Casual. El hallazgo de este escarabajo se dio por casualidad cuando Solís participaba en otro estudio sobre indicadores de biodiversidad para cambio climático, el cual tiene lugar en el Parque Internacional La Amistad (PILA).

En este proyecto participan cinco investigadores de INBio y siete miembros de la Red Quercus. A saber: Asociación de Productores La Amistad (Asoprola), Asociación de Biolley, Asociación Cámara Ecológica de Turismo de Santa María de Brunka (Acetusama), Asociación de Turismo de Tres Colinas de Potrero Grande y la Asociación de Mujeres organizadas de Biolley (Asomobi).

Durante el 2012, se realizaron siete giras con el fin de establecer un inventario de especies, así como su abundancia y diversidad, que sirva de línea base para hacer comparaciones a través del tiempo.

En este sentido, en una franja que va desde los 1.600 hasta los 2.500 metros sobre el nivel del mar (msnm), los investigadores tomaron datos de especies que funcionan como indicadores, así que buscan aves y artrópodos (escarabajos, abejas y arácnidos).

El PILA, en su sector Pacífico, va desde los 400 a los 3.800 msnm. “No tenemos en el país otro rango altitudinal tan grande que posea un ecosistema natural. Es el mejor laboratorio para hacer estudios de cambio climático”, dijo Randall García, del INBio.

Por esa razón, y paralelo al componente de biodiversidad, los investigadores colocaron, a diferentes altitudes, ocho estaciones meteorológicas que miden humedad y temperatura, así como otras cuatro que miden precipitación.

De esta manera, se pueden comparar los datos metereológicos con los de biodiversidad.

“La biodiversidad silvestre es más sensible a los cambios que la biodiversidad domesticada. La biodiversidad que nosotros cultivamos la hemos manipulado durante tanto tiempo que tiene una capacidad de adaptación mucho más amplia que la silvestre. Estudiando la biodiversidad silvestre vamos a notar los cambios primero que en las plantas cultivadas. Es un buen termómetro”, manifestó García.

Este año, se hará la segunda medición. “Con esa información podemos volver en cinco años y ver los cambios”, dijo García.

Gomitas para la ciencia. Este estudio fue financiado por las personas que compraron las gomitas de la campaña “Soy Pilita, ¿me ayudas a conservar el PILA?”, la cual fue una iniciativa de INBio y Walmart de Centroamérica. De ¢100 en ¢100, se recaudó un monto de ¢51.057.100.

“Esto fue posible por los clientes que compraron las gomitas y creyeron en esta campaña de responsabilidad social”, comentó Mariela Pacheco, coordinadora de Asuntos Corporativos de Walmart de Centroamérica.

Aunque no son el objetivo central del estudio, se dieron algunos hallazgos de importancia. Por ejemplo, no se conocía esta distribución de la tarántula Megaphobema peterklaasi ni la presencia de la Bonnetina sp, ya que solo se conocían tres especies en México.

También se observó un schizómido (Surazomus brus), un grupo relacionado a las arañas y una abeja polinizadora de orquídeas (Euglossa maculilabris) que se considera rara, pero resultó ser la segunda especie dominante entre las 23 especies encontradas.

Asimismo, se identificaron 18 especies de aves que no estaban reportadas para el PILA como el gavilán bicolor (Accipiter bicolor), el colibrí esmeralda jardinera (Chlorostilbon assimilis) y carpinterito nuquidorado (Melanerpes chrysauchen), entre otras.

“La experiencia en el PILA fue muy enriquecedora y se obtuvieron resultados muy positivos. INBio invirtió todo el dinero en la investigación y no descartaríamos la posibilidad de retomar el proyecto en tres o cinco años”, manifestó Pacheco.