Precedente nefasto

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¿Tiene precio la vida de un ser humano? Esta es la pregunta que genera mayor discrepancia en la opinión pública sobre la noticia de que el conductor ebrio que mató al ciclista Christopher Lang, logró un acuerdo monetario con la familia del fallecido para evitar ir a juicio.

Desde el punto de vista legal, la negociación era viable; sin embargo, hay fuertes señalamientos a la decisión de la esposa y padre de Christopher de aceptar un arreglo de ese tipo.

Gran parte del repudio hacia el pacto surge por los grandes movimientos que, en su momento, se crearon para protestar contra la flexibilización que estaba sufriendo, en la Asamblea Legislativa, la ley de tránsito, especialmente en la temática de conducción temeraria y cantidad de alcohol en la sangre.

Personalmente, no creo que los millones de colones que haya desembolsado el conductor de apellido Rivera a la familia Lang fueran para ‘pagar’ la vida del ciclista. Sería un pensamiento sádico para el que opine de esa forma.

Supongo que el pago fue visto por la familia de Christopher como un soporte económico que servirá a la esposa de ciclista para criar a sus hijos Sofía y Noha, precisamente por la ausencia de su compañero.

No obstante, el punto en el que no concuerdo con la familia Lang es sobre el hecho de que Rivera no enfrente un juicio por homicidio culposo, que al fin y al cabo fue de lo que se le liberó.

El pago por daños civiles se habría dado de todas maneras, y eso lo saben muy bien los abogados de ambas partes.

Es comprensible el perdón que la familia Lang puede otorgarle al señor Rivera, pero que este evada el juicio a costa de un desembolso de dinero sienta un nefasto precedente para futuros casos en que un conductor ebrio mate a una persona.

De forma indirecta, el acuerdo de la semana pasada se trae al piso la ‘Vigilia de la verguenza’, donde cientos de personas pidieron leyes duras.

Todavía recuerdo las palabras de don Mario Lang, padre de Christopher, el día de aquel pacífico pero concurrido acto: “Esta manifestación nos motiva a pensar que la muerte de mi hijo no pasará en vano”.

No tengo duda de que el fallecimiento de Christopher fue la chispa que encendió un cambio de actitud en la sociedad, pero lo que no cambiará el Sr. Rivera es que niños como Sofía y Noha, y años atrás este servidor, sufran la ausencia de un padre por culpa de un conductor ebrio.