Pacto entre el Gobierno y el PASE: El alto costo de un extraño en casa

Relación entre jerarca legislativo, el Ejecutivo y el PLN tuvo tropiezos

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El 1.° de mayo del 2012, el Gobierno, por medio del PLN, le entregó el control del Congreso a un extraño de su casa: el diputado del Partido Accesibilidad Sin Exclusión (PASE), Víctor Emilio Granados .

Ese paso les costó al Ejecutivo y a la fracción oficialista un año marcado por hitos de lejanía entre el presidente legislativo y las posiciones de Casa Presidencial.

Fueron al menos cinco grandes dolores de cabeza, que a criterio del ministro de la Presidencia, Carlos Ricardo Benavides, y del jefe de fracción del Partido Liberación Nacional (PLN), Fabio Molina, se pagan en función de la paz legislativa que obtuvieron al desarmar a la alianza opositora.

“Veníamos de un año donde no solo la Asamblea estuvo en manos distintas al oficialista, sino en contra del Gobierno”, recordó Benavides.

A Liberación le urgía recobrar el dominio del plenario y las 21 comisiones legislativas, luego de un año de pesadilla donde la alianza de oposición, a la que perteneció Granados, controló el Congreso con la presidencia del diputado del PAC, Juan Carlos Mendoza.

El costo. Si bien empezó con el pie derecho y devolvió al Gobierno la posesión de las comisiones, fue cuestión de días para que Granados diera un golpe.

El mismo día de su elección y con lágrimas en los ojos, el nuevo presidente se comprometió a llevar una gestión independiente, y aseguró que no era una ficha del PLN ni de Casa Presidencial.

Menos de dos meses después de haber sido ungido, el 28 de junio, Granados reclamó a la presidenta de la República, Laura Chinchilla, el no haber sancionado al vicepresidente, Luis Liberman, y al ministro de Educación, Leonardo Garnier, por las cartas de referencia en favor de la asesora presidencial, Florisabel Rodríguez, para concursar por un contrato con Recope.

El segundo golpe se dio cuando Granados le dio la espalda a la fracción oficialista al anular la votación con la que el PLN intentó quitar al magistrado de la Sala Constitucional, Fernando Cruz .

Pero Granados no solo dio la espalda, sino que apoyó la protesta del Poder Judicial contra la decisión de remover a Cruz, y renegó de la figura de Benavides como ministro de la Presidencia, luego que la diputada del Movimiento Libertario, Patricia Pérez denunciara supuestas presiones de aquel para que votara en contra de Cruz.

“Fue el momento donde más nos separamos de la posición de Liberación y creo que probablemente esto generó resentimientos en la misma fracción o en el Gobierno”, recordó Granados, quien aún aspira a que el PLN le dé el apoyo para reelegirlo en el cargo .

El cuarto revés no fue solo contra el PLN, sino contra todo el cuerpo de diputados.

Granados permitió, el 20 de febrero, que el fiscal general, Jorge Chavarría, secuestrara la computadora de la secretaria del diputado Wálter Céspedes, para buscar evidencia por el supuesto delito de tráfico de influencias. Esto ocurrió, luego que este diario revelara una carta en la que el diputado pedía al ministro Benavides puestos de empleo para parientes.

La autorización que dio Granados enfureció a los diputados, 33 de los cuales “condenaron” sus actos.

Balance. Casi un año después, el balance, a juicio de Benavides y de Molina es positivo, si se compara con la crisis de poder y la amenaza del 2012, de que la oposición controlara el Directorio legislativo por segundo año .

A ocho días de una nueva elección, en el PLN hay un ferviente deseo de volver a tener la presidencia, y de Granados por seguir ahí.