“No me dio tiempo de conocerlas”

El periodista Esteban Arias vivió de cerca la caída de las Torres Gemelas. Su labor fue contarle a sus coterráneos lo que acontencía en el “vecindario”.

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Entre él y las Torres Gemelas había apenas unos 2 kilómetros de distancia. Aquel martes por la mañana, Esteban se enteró de la colisión a las Torres debido a un rumor que se extendió en segundos por las calles y avenidas de Nueva York.

Nadie tenía pormenores de la situación ni tampoco certeza de qué, exactamente, era lo que había golpeado al World Trade Center.

Su reacción instintiva fue enviar un mensaje de beeper a Costa Rica, a sus entonces colegas de la radio Eco News, para la cuál él laboraba en el 2001.

Cuando chocó la segunda areonave, el panorama cambió súbitamente: “Nos dimos cuenta de que no era un accidente, sino algo intencional”.

Viendo aquello, Esteban corrió al edificio de la sede de las Naciones Unidas, donde cursaba una capacitación de tres meses. Había llegado a Nueva York apenas dos días antes y, por cuestiones del destino, esa misma aventura laboral lo convirtió en el único corresponsal periodístico de Costa Rica en el lugar de los atentados.

En la ONU, a él y a todos los que estaban en el edificio los aislaron en un piso subterráneo; aquello era como un búnker, pero no lo suficientemente hermético para dejar a Esteban dentro por mucho rato.

“En ese momento, yo estaba con gente de experiencia en movilización en conflictos armados. Todos sentimos la necesidad de salir en carrera al World Trade Center a reportear”, cuenta el comunicador, hoy de 32 años de edad.

De camino al lugar de los incidentes, Esteban se compró una cámara de video, que sería su mejor aliada para registrar testimonios y evidencias del desplome. Hoy guarda 36 horas de material inédito.

“Llegué al World Trade Center antes de que se cayeran las Torres; estaba todo acordonado pero era tan grande el volumen de personas que no alcanzaba la cantidad de policías.

“Había gente que se lanzaba de las ventanas y abajo había otros que creían que los podían rescatar... En aquel momento de desesperación, hasta habían perdido la noción de la altura”.

Esteban nunca olvidará el momento del colapso de la edificación: “Imagínese la cantidad de metal que caía, casi que se sentía como un sismo. Fue realmente fuerte; después de eso quedé sensible al ruido; durante un buen tiempo me asustaba con cualquier cosa”, dice.

“Alrededor todo era un caos, parecía el escenario de una guerra. La gente huía a sus casas para buscar a su familia, los empleados de las tiendas salían corriendo, uno veía carros abiertos sin pasajeros pero con las llaves pegadas. En un abrir y cerrar de ojos, la zona se vació...

“Era inevitable llenarse del polvo del asbesto, era pegajoso y toda la ciudad estaba impregnada de eso”.

Se levantó una nube de escombros y pasó un rato hasta que aparecieran voluntarios para sacar víctimas. Recuerda Esteban que los latinos se agruparon y se convirtieron en mayoría, entre los rescatistas. “Yo entré a la zona y me di cuenta de que no había nada más que hacer. Entonces me salí, luego me desplacé al cinturón de seguridad para entrevistar a los bomberos y policías”.

Arias se convirtió en el periodista in situ para toda Costa Rica, y transmitió a la distancia para varios medios ticos. Sin embargo, su condición cambió en Nueva York de la noche a la mañana.

“En la calle se desató una paranoia total por los ataques, cuando anunciaron que los atentados los provocó un grupo terrorista musulmán. La gente en la calle pasó de la tristeza a la ira. Todos se sentían realmente amenazados por los extremistas que estaban al otro lado del océano.

“La manipulación mediática exacerbó los ánimos. La prensa provocó una histeria inédita. De repente, comenzó una agresión sistemática contra la población musulmana.

“A mí me confundían con un árabe pues soy alto y moreno. Por ejemplo, caminando con un compañero de Túnez, nos escupieron; hubo otra vez en el metro en que me pegaron una lata de cerveza en la cabeza...”

El 11 de setiembre del 2001, la ONU tenía programado una visita a las Torres Gemelas con los periodistas becados, entre ellos Esteban. “No me dio tiempo de conocerlas. El único momento en que las vi fue cuando aterricé... la siguiente vez que las vi estaban en llamas”.