Letras de cambio

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En las decisiones de política suele haber ganadores y perdedores. La esperanza es que los perdedores sean pocos, y por poco monto, comparado con los ganadores. Pero eso no siempre se logra. Esa es la encrucijada en que están el Gobierno y el Banco Central, al tener que lidiar con la reciente ola de capitales que ha ingresado al país.

Si el Banco Central decidiera liberar las bandas cambiarias, muy probablemente el tipo de cambio caería de manera significativa. Esto le daría jugosas ganancias a los que tienen inversiones en colones, incluyendo los extranjeros que trajeron grandes sumas de dólares al país. A la vez, los que tienen deudas en dólares ganarían mucho, ya que con la caída del tipo de cambio pasarían a deber menos colones. Los más pobres también ganarían, al haber un mayor control de la inflación.

Los perdedores ante esa decisión serían los exportadores y los productores nacionales que compiten contra productos importados. O sea, casi todos los productores del país. De rebote, los más pobres también perderían, ya que muchos de ellos probablemente se quedarían sin empleo.

Al final, la decisión de política económica se decantó por otra alternativa. El Gobierno hizo esfuerzos para que las tasas de interés bajaran. Ya la tasa básica pasiva llegó a menos de 8%. Con esto, los ahorrantes en colones pierden, pero ganan los deudores.

El Banco Central, por su parte, decidió no mover las bandas cambiarias. Eso significa que lo más probable es que el tipo de cambio se quede casi fijo cerca de los 500 colones por dólar. Así, los ahorrantes no se llevarán ganancias extraordinarias, y los productores no perderán competitividad. Eso es bueno para los productores y para los trabajadores. Pero, si como efecto colateral se da una mayor inflación, los más pobres saldrán perjudicados. Para disminuir ese efecto, el Banco Central decidió imponer restricciones al crecimiento al crédito. Con eso, se crea otro grupo de perdedores: los que quedarán por fuera de la repartición de crédito este año. Esos serían, muy probablemente, los micro- y pequeños empresarios.

En fin, una maraña de ganadores y perdedores que es mucho más larga que la lista apenas esbozada acá. De todo esto no es claro si el resultado neto es favorable para el país. Lo cierto es que cuando se da una entrada de capitales muy fuerte y en muy poco tiempo, la economía se altera. De ahí que sea lógico que el Gobierno reaccione con acciones de política, para intentar suavizar los efectos. Pero también es claro que las medidas tomadas son, y deben ser, de carácter temporal. Son para mientras se resuelve el problema de fondo. Lo triste sería que nos quedemos batiendo barro por mucho tiempo más, discutiendo sobre medidas temporales, y que olvidemos el problema de fondo: el déficit fiscal y la ineficiencia del Gobierno.