Letras de cambio

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Se ha hablado y escrito mucho sobre la no reelección del magistrado Cruz. En muchos casos, las manifestaciones se han hecho en un tono que no ayuda a tener un dialogo sensato. Quisiera aportar mis letras sobre este tema, para que, ojalá, sirvan para fomentar una discusión seria acerca de los verdaderos problemas de nuestra democracia.

Está claro que los diputados tienen la facultad legal para reelegir o no a los magistrados de la Sala IV. La Constitución no previó que el puesto de magistrado fuera vitalicio. Eso significa que, si los diputados no están de acuerdo en que un magistrado permanezca 8 años más en su puesto, pueden votar en contra de su reelección. El editorial de este periódico del miércoles pasado dejó muy claro el historial de votaciones anteriores, en las que prácticamente todos los magistrados han recibido votos en contra. La diferencia es que esta es la primera vez (creo) que hay suficientes votos en contra para no reelegir a un magistrado.

Ahora bien, la Constitución dicta que la no reelección de un magistrado debe ser algo excepcional. Por eso se requieren dos terceras partes de los votos en contra. Eso le da una mayor tranquilidad a los magistrados para poder hacer su labor sin estar tan preocupados por mantener su trabajo. Pero la independencia de la Sala IV no es absoluta, en el tanto la Constitución deja claro que la elección y reelección de los magistrados es potestad de la Asamblea Legislativa. Son decisiones políticas que forman parte de los pesos y contrapesos de nuestra democracia.

Si se quisiera que los magistrados tengan aún más independencia, habría que pensar en reformar la Constitución para que los nombramiento sean vitalicios. Para un pueblo que le ha costado tanto aceptar la reelección presidencial, no parece lógico que quiera ahora tener magistrados que nunca puedan perder su puesto, por ninguna razón.

Aunque los diputados tengan la facultad legal para reelegir o no a un magistrado, en el caso Cruz la forma en que lo hicieron fue totalmente errónea. Aparte de los errores de procedimiento, los diputados deberían haber expresado sus razones para votar en contra en forma explícita. Que si es por razones ideológicas o políticas, pues que las digan de frente. Pero no se vale decir que votan en contra para “mandarle un mensaje a la Sala IV”, como si esta fuera la culpable de todos los males del país. O sacar pecho diciendo que la Asamblea es el “primer poder de la República”, denigrando al Poder Judicial.

Lo que estaba en discusión era la continuidad de un magistrado, no el funcionamiento de la Sala. Si se piensa que hay que hacerle cambios a la forma en que opera la Sala, pues que se discutan estos, de frente y con argumentos. El mismo presidente de la Corte, Luis Paulino Mora, ha dicho que están dispuestos a discutir cambios. Bienvenida esa discusión, entonces.