La chinche que viajó por carta y luego se escapó

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“Esto fue como jugar a Sherlock Holmes”. Así describió el científico tico, Rodrigo Zeledón, el proceso de indagación que lo llevó a determinar que la chinche Rhodnius prolixus fue introducida a la región por un descuido humano.

Todo empezó cuando Zeledón encontró un artículo, fechado en 1915, escrito por un investigador brasileño al que le habían enviado unas chinches de San Salvador cuya especie era R. prolixus .

“Él no entendía cómo esas chinches llegaron allí. Eso me hizo pensar que algo raro había pasado y me puse a investigar”, dijo Zeledón.

El científico costarricense viajó a Brasil y Francia, tratando de encajar las piezas del rompecabezas, hasta que dio con una pista.

“Un venezolano había mandado unos huevos, en una carta, a un profesor de parasitología en París. El profesor Brumpt sacó los huevillos de la carta, los puso en un recipiente e hizo una cría. Él tenía Trypanosoma cruzi alojado en cuilos, y puso a las chinches a picarlos y vio que se infectaban muy bien”.

Eso lo llevó a pensar en un método para diagnosticar Chagas. “Si se ponían chinches limpias a picar a una persona y esta tenía la enfermedad, la chinche se iba a infectar. El problema era que él no tenía pacientes”, explicó Zeledón.

En uno de los artículos de Brumpt, el costarricense dio con la referencia donde se dice que el parisino dio las chinches para pruebas en 1912. En esa época, la universidad francesa tenía una estrecha colaboración con una universidad salvadoreña.

“Alguien viajó con las chinches y empezó a hacer las pruebas en la capital salvadoreña donde había casitas muy pobres y las chinches se le escaparon”, dijo Zeledón.

Así fue como en 1915 se descubrió la especie en El Salvador y, diez años después, en Guatemala, México, Honduras y Nicaragua.

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