Entre Dios y las ciencias

Sor Susana está convencida de que hizo lo correcto. Dios le ha permitido también estar cerca de la ciencia.

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El 24 de enero de 1991, terminó la vida de Susana LiTong, la futura científica, y empezó la vida de la religiosa del mismo nombre.

Mientras aceptaba los votos de castidad, pobreza y obediencia, dejaba de lado los tubos de ensayo, el microscopio y el laboratorio con los que había soñado desde niña. Dos fueron sus sueños de infancia: ser científica y ser monja.

Aunque optó por el segundo, así, ciertas aristas de su vida todavía reflejan esa vocación minuciosa, por ejemplo, su horario. Madruga para la oración y la misa matutina, desayuna con sus nueve hermanas de congregación y, a partir de las 7 de la mañana, asume sus tareas como directora del Colegio María Auxiliadora, en San José.

Su oficina, en el corazón del centro educativo, luce impecable, con estantes repletos de libros de religión y de educación de las ciencias.

Cuando cumplió 20 años de ser monja, su superiora le ofreció la posibilidad de hacer un retiro para reflexionar sobre las últimas dos décadas de su vida. Aceptó y, en un lugar retirado de Honduras, se olvidó por una semana de su trabajo y se dispuso a recordar.

Todo un camino

En su primera memoria, aparece ella de pie, con 17 años, confesándole a su padre su sueño de dedicarse a la vida religiosa.

“Papá no me dio permiso y, como era menor de edad, no podía entrar sin su autorización. Pensé que se me iba a olvidar con el tiempo y me dediqué a estudiar”, evoca sin rencores sor Susana.

Todavía recuerda el número de carné que le dieron al ingresar a Ingeniería Química en la Universidad de Costa Rica, en 1985. Durante tres años fue una alumna sobresaliente, con beca de honor por sus notas, pero cuenta que un lunes sintió un fuego interno y, a espaldas de su familia, solicitó el ingreso a las Hijas de María Auxiliadora.

Desde entonces, ha vivido mucho. Solo dos días después de consagrarse, la enviaron a Nicaragua y, con 24 años de edad, le tocó ser consejera espiritual de 150 jóvenes de octavo año.

“Tenía estudiantes desde los 13 hasta los 19 años, porque la guerra trastornó el país. Fue uno de los momentos más complicados de mi vida”, rememora la religiosa, quien se contagió de dengue en el vecino país.

Una carta que recibe al final de cada año le informa dónde trabajará los siguientes 12 meses. Así, sor Susana ha pasado con un pie aquí y otro allá durante dos decenios. En Costa Rica, laboró en colegios de Heredia, el este de San José y en la casa de formación San Pedro; estuvo dos veces en Nicaragua y, desde el 2007, es directora del María Auxiliadora.

La científica

Como el hábito la sedujo a mitad del camino, mientras se preparaba para ser ingeniera, una vez que llegó a la congregación decidió compensar su otro sueño estudiando Enseñanza de las Ciencias y haciendo una especialidad en Química.

“De pequeña, me pasaba pensando en cómo solucionar problemas como los de la basura y la contaminación”, comenta Li.

En mayo del 2003, fue elegida por la orden para hacer una especialización en comunicación social en Italia. Ahora, asumirá el liderazgo en comunicación social de los proyectos de su orden para Centroamérica .

–¿Y será que puede con tanto?

– No sé, todas las puertas están abiertas y no me toca a mí decidir, responde.