En Guardia

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El Día del Trabajo en EE. UU. (Labor day) suele asociarse con el inicio de la campaña electoral. El presiente Obama está a punto de encender la suya. El desempleo, sin duda, será uno de sus principales retos. El jueves dará un importante discurso en el que la creación de nuevos puestos ocupará un espacio crucial. ¿Se sacará un as de la manga?

Algo drástico tendrá que hacer para obtener un doble propósito: dar un golpe político a su desgastado mensaje (yes, we can') y –más importante aún– lograr reducir el desempleo de manera real y sostenible, sin deteriorar la precaria situación fiscal. La fórmula sería como tratar de hacer chocolate sin cacao. Y con los republicanos plantados en reducir gastos sin subir impuestos, tendrá que hacer milagros.

La realidad de los hechos demuestra que el presidente Obama no está pudiendo. En agosto, el sistema económico no logró adicionar prácticamente ningún puesto nuevo de trabajo, salvo un pequeño incremento registrado en un curioso rubro denominado “hogares”. En el sector manufacturero se crearon solamente 17.000 nuevos puestos de trabajo (se esperaba una cifra equivalente al triple) pero en el sector gubernamental se eliminaron otros 17.000, en clara señal de que la capacidad del sector público como generador de empleo de última instancia se está agotando.

Para colmar los males, el número de horas semanales trabajadas cayó, el salario por hora bajó, se revisó a la baja el incremento de empleo registrado en julio, y en agosto el desempleo se mantuvo en un 9,1% de la fuerza laboral. No hay que ser un gran economista para comprender que la tasa de crecimiento de la producción está mermando, pues siempre ha habido una alta correlación entre el crecimiento y empleo. Para ponerlo, de nuevo, a lo tico, Barak Obama está jodido.

Para romper el impasse los analistas le exigen algo novedoso. Ya algunos se aventuran a adelantar criterio. Podría extender –dicen– y, quizás, expander los beneficios fiscales para incrementar la planilla (exención fiscal de 2 o más puntos porcentuales); alargar el seguro de desempleo (algo sumamente costoso); aumentar la inversión pública en infraestructura para crear trabajo (algo similar propuso el Gobierno en CR); y acciones en el mercado inmobiliario para estimular la construcción y compra de viviendas. Curiosamente, el líder de la FED, Ben Bernanke, hablará al país 6 horas antes del presidente Obama. Se especula que podría proponer un nuevo programa de expansión monetaria para inyectar más liquidez al mundo (QE3). Eso me escalofría. Podría generar más inflación y flujos de capital. Tendremos que prepararnos.