En Guardia

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Hoy vengo con otra colación controversial: la designación de Paul Ryan como candidato a la vicepresidencia de los republicanos. Abordemos, de entrada, quién es el tipo; discutamos sus ideas como platillo principal, y, de postre, si ayudará a Romeny en su campaña. El cafecito lo agregan Uds.

Paul Ryan es un congresista de Wisconsin, electo por primera vez en 1999 y reelecto consecutivamente desde entonces. Carismático, dinámico, sencillo, deportista y jovial a la vez, capaz de abordar a los electores con un estilo personal muy cercano a la gente común –de donde proviene– y poseedor de alta formación profesional. Hábil para debatir y con mucha claridad de ideas. Aún sus críticos le reconocen su capacidad intelectual.

Cree firmemente en el sistema de mercado, aboga por un Estado más pequeño y eficiente, cultiva la parsimonia fiscal desde su puesto de director de la Comisión Presupuestaria en el Congreso, rechaza de entrada cualquier aumento en los impuestos y, en esa misma vena, pretende reducir las tarifas marginales a las personas y empresas (de 35% a 25%). Su propuesta de equilibrio fiscal es gradual y contempla eliminar privilegios y exenciones fiscales a muchas personas y empresas, restaurar 700 billones que traspasó el presidente del programa Medicare a Obamacare, y reestructurar la seguridad social.

Su fuerte es lo fiscal. Pero también se opone al salvamento de empresas y bancos privados puesto en marcha por la Reserva Federal (FED), aduciendo que es potencialmente inflacionario. Sus críticos, sin embargo, se han encargado de esculcar sus trapos sucios. Afirman que pretende reducir erogaciones sociales y trasferencias a grupos necesitados para financiar incrementos en el gasto militar y reducir impuestos a los ricos. Le cobran, además, haber estudiado bajo un programa de becas contra el cual se pronunció después, alegando que era muy dispendioso. También lo acusan de saber poco de política exterior.

¿Será un activo o pasivo para la campaña republicana? The Economist y el Wall Street Journal coinciden en que Ryan tiene todo de lo que Romney adolece: juventud, sencillez, transparencia (no oculta sus declaraciones de impuestos), empatía con la gente corriente y un plan fiscal coherente. Se ganó, por ello, el apoyo del Tea Party. Pero ahí está, también, su mayor debilidad. Los demócratas afirman que ambos representan la clase de Gobierno y sociedad que no desean: Estado pequeño y mercado grande. Los republicanos piensan que lo malo está al revés: Estado grande y dispendioso y opresión a la iniciativa particular. Ese será el gran tema de ambos partidos. Veremos cómo se desarrollan los debates.