En Guardia

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No sé a quién resaltar ni, mucho menos, alabar o censurar: a Carmen Muñoz, la “exguerrillera de Alajuelita que llevará el megáfono del PAC”; a Janet Ruiz por aclarar que Carmen “hablará en nombre del grupo que la eligió”; a Ottón Solís por guardar silencio; o al periodista que la entrevistó, Álvaro Murillo, por su acerado y conmovedor trabajo profesional, pero letal.

¿La mató? ¿Hirió al PAC al punto de acrecentar la (arbitraria) división entre “comunistas” y “fundamentalistas” para tornarlas irreconciliables ante la prensa? ¿Descartó la posibilidad de una alianza del PAC con partidos más centrados como PUSC y ML o, más bien, insinuó dos alianzas, una entre PAC y FA, (supuestamente) afines ideológicamente, y otra entre PUSC y ML, también (supuestamente) afines en sus mismos fines?

Vean el poder de una entrevista redactada con toda la buena (o mala) leche, la sagacidad de un entrevistador que lleva su propia agenda, y el valor (o ingenuidad) de quien se deja entrevistar. A Carmen Muñoz la pintó en sus colores primarios: “Exsandinista, izquierdista, feminista y lesbiana”; una mujer “de piernas bien formadas que ama a otra mujer”, capaz de desfilar en la llamada “marcha de las putas” para desafiar a obispos que pidieron recato al vestir; pronta a “levantarse y decir a un diputado lo que se le ocurra”, y a quien “sus compañeros-rivales no le ven mayor productividad en estos tres años”. ¿La redimió o ejecutó?

Carmen reconoció que “el PAC por sí solo no gana unas elecciones”. Tiene razón. Yo también he dicho que ni el PAC ni ningún otro partido puede derrotar por sí solo al PLN, y que todos deben ceder algo en sus ideas y transar si de verdad desean romper la hegemonía verde, aunque se tornen verdes de ira. El PAC, sin embargo, ha exigido adhesión a sus principios para sentarse a negociar. Es un grave error confundir “coalición” con “fusión”. No se puede pretender fusionar entidades tan distintas, con principios, valores y programas diferentes.

Cuando algunos propusimos una coalición, lo hicimos pensando en que cada quien preservara su identidad, con un solo candidato electo en convención abierta para presidente, ir por la libre al elegir diputados, alcaldes y demás, y acordar un programa común mínimo para gobernar. Las luchas de cada uno las impulsarían sus propios diputados conforme a su leal saber y entender. Eso, en mi opinión, es lo único que podría funcionar. ¿Estaría Carmen anuente a luchar junto a todos los demás por derrotar a Liberación, o preferirá hacer casa común con el Frente Amplio? Veremos si se redime (y redime a la oposición). Por ahora, dejó partido al partido.