Embarazo, huella indeleble

Cada día, los investigadores tienen más evidencias de que los nueve meses prenatales determinan, en gran medida, la salud futura de las personas.

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Es un instante sublime. La mujer recibe en sus brazos al bebé que acaba de dar a luz y el mundo parece detenerse. Ella se concentra en aquel ser indefenso y, con detenimiento, le cuenta los dedos de las manos y los pies, descubre el color de sus ojos y de su cabello, lo observa de nuevo y pregunta si todo salió bien.

Se sabe que la salud que ese niño tenga durante su niñez, juventud y vida adulta estará determinada, en gran medida, por los genes y por el estilo de vida que le inculquen sus padres. Sin embargo, cada vez hay mayor evidencia de que los nueve meses que permaneció en el útero de su madre serán vitales en su desarrollo.

Según investigaciones recientes, el vientre materno no es solo la primera cuna del niño, el sitio donde empieza y termina de formarse. Todo sugiere que el ambiente intrauterino puede favorecer o no la aparición de males cardíacos, diabetes tipo 2, cáncer, algunas afecciones respiratorias y hasta problemas mentales como la esquizofrenia.

No es una condena, pero las pruebas obtenidas están llevando a los científicos a pensar que mucho de lo que somos o padecemos de adultos ya fue definido en esta etapa.

En una edición de octubre del 2010, la revista Time dedicó un reportaje a este tema; en él explica cómo las vivencias de la mujer embarazada repercuten positiva o negativamente en el feto.

El aire que respira, los alimentos que consume, los contaminantes a los que está expuesta, el estrés sostenido y otra serie de factores, inciden de forma directa en el bebé en gestación. Este se apropia de tales “mensajes” y, de alguna manera, los interpreta y utiliza para su supervivencia.

Amenazas externas

En otro artículo sobre el mismo asunto, de la revista española El País, se lee que muchos de los mensajes que los bebés reciben del mundo exterior llegan por los nutrientes y sustancias –como la hormona del estrés o cortisona– que cruzan la placenta.

Los estudios para ilustrar esta afirmación son abundantes.

Según esa publicación, el epidemiólogo británico David Barker, ha investigado la enfermedad cardíaca, los infartos e incluso la diabetes, en regiones de Inglaterra y Gales, y se ha percatado de que estos males son más comunes en personas que nacieron en zonas afectadas por la pobreza o presentaron bajo peso al nacer.

“El feto (debido a las señales que recibe de su madre e interpreta a su modo) puede desarrollar una resistencia a la insulina que le facilita acumular más grasas en tiempos difíciles. El niño nace con un peso por debajo de lo normal, pero lo hace en un mundo donde sobran las calorías. A partir de los dos años corre riesgo de ganar peso, y si eso sucede, tiene mayor probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular, o se hará diabético, hipertenso u obeso”, señala El País.

En ese sentido, la nutricionista costarricense, Kathryn von Saalfeld advierte que está comprobado que cuando las mujeres embarazadas se someten a dietas para no engordar demasiado, sus bebés podrían desarrollar un metabolismo más lento y, por ende, mayor propensión al sobrepeso en la infancia y la edad adulta.

En naciones como Holanda, se han hecho estudios con resultados semejantes. Adultos con males cardíacos tenían en común a madres que sufrieron malnutrición durante el embarazo.

Sin embargo, el otro extremo es igualmente perjudicial. En Estados Unidos, donde la población tiende a ser obesa, los niños son más proclives a las enfermedades metabólicas tras su nacimiento.

El doctor Erick Richmond, endocrinólogo costarricense, asegura que los hijos de madres diabéticas son usualmente muy grandes al nacer y tienen complicaciones en la regulación del azúcar. En el mediano y el largo plazo, eso puede incrementar el riesgo de que el menor desarrolle sobrepeso, obesidad, síndrome metabólico y diabetes.

Otras herencias

La probabilidad de sufrir algunos tipos de cáncer en la vida adulta también podría estar relacionada con el ambiente intrauterino de las personas.

“Investigadores finlandeses hallaron que las mujeres que nacieron con sobrepeso y cuyas madres tenían caderas muy anchas poseen un riesgo más elevado de cáncer de mama, probablemente por una excesiva exposición del feto a altos niveles de estrógeno (hormona femenina). En apariencia, el mismo riesgo aumentado de cáncer de testículos en la vida adulta presentarían los varones de madres obesas”, apunta el reportaje de El País .

Algunas enfermedades respiratorias tendrían un origen similar. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Berna, Suiza, los niños cuyas madres respiran aire muy contaminado durante el último tercio del embarazo, padecen más infecciones respiratorias que el resto. Los investigadores –según la agencia EFE– sospechan que la contaminación ataca los pulmones maternos y reduce el riego sanguíneo que llega a la placenta, donde se da el intercambio de oxígeno y nutrientes entre madre y feto.

También tienen la hipótesis de que las partículas en suspensión se mezclan con la sangre del bebé y alteran su ritmo respiratorio o, que al verse afectado el metabolismo de la madre por esos contaminantes, los pulmones del feto no se forman bien.

El hambre, así como el estrés, al que podrían estar sometidas las mujeres durante la gestación, son otros factores que podrían desencadenar en sus hijos problemas de salud, incluso mentales, como la esquizofrenia.

Según Time , en China y Jerusalén, los científicos han visto que la incidencia de este padecimiento es mayor entre niños nacidos durante épocas de restricción económica o guerra.

Al parecer, el estado de ánimo de las mujeres en esas circunstancias altera sus ritmos cardíacos, su presión arterial y la producción de hormonas, lo cual repercute en el bebé en formación.

Según el médico ginecólogo y obstetra Juan Carlos Murillo Ramírez, se ha comprobado que una mujer sometida a un estrés sostenido durante el embarazo tiene más probabilidades de un parto prematuro y de tener un bebé con bajo peso al nacer. Sin la debida atención, esto acarrearía problemas a la salud del niño en el corto o mediano plazo.

Consulta indispensable

Por las causas ya descritas, el doctor Murillo considera que la consulta prenatal debe tomarse muy en serio, por la salud de la mamá y de su hijo.

Desde que la mujer se percata de su embarazo –y ojalá antes– debe someterse a una serie de valoraciones y seguir las instrucciones del especialista.

Los equipos de ultrasonido modernos se han convertido en aliados indispensables de los médicos, pues con esta tecnología se puede escudriñar, como nunca antes, el ambiente intrauterino y detectar problemas en el bebé, en la placenta y en la madre desde etapas incipientes.