EE. UU., la potencia con más armas y homicidios por disparos civiles

Tasa de violencia en ese país rebasa 3 o 4 veces niveles de naciones europeas

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Supera el ámbito del derecho constitucional, la seguridad personal o el deporte: el deseo por tener un arma en EE. UU. roza la fascinación.

En el club del G7, las naciones más ricas e influyentes del planeta, ningún otro pueblo parece tan enamorado de jalar el gatillo.

Tras la matanza de 12 personas en un cine en Aurora (Colorado) y el largo historial de otros hechos similares, las diferencias entre la cultura armada estadounidense y la europea son evidentes.

La tasa de homicidios de EE. UU. en el 2010 fue de 4,8 por cada 100.000 habitantes, indica la Oficina Federal de Investigación (OIJ).

Comparado ese dato con el resto del G7, la violencia de EE. UU. superó cuatro veces la de Japón (0,4), Alemania (0,84) e Italia (0,87), y triplicó la de Francia (1,1), Reino Unido (1,2) y Canadá (1,6), evidencian datos de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito al 2010.

Mientras en esos países los homicidios no pasaron de 1.000, las cifras en EE. UU. del 2010 reflejan con la claridad de una hoja en blanco una violencia escrita en sangre.

En ese año, Estados Unidos registró

19.308 suicidios y 16.065 homicidios por arma de fuego señala el Centro Nacional de Estadísticas de Salud del Centro para Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Industria poderosa. Si las cifras de muerte parecen altas, en el plano económico los números tocan las nubes porque si una razón explica la disponibilidad de armas en EE. UU., esa es la madre de todas las razones: es un negocio millonario.

La industria de fabricación de armas y municiones en ese país suma unas 300 empresas con ingresos anuales combinados por $6.000 millones, señala la firma de investigación de empresas Hoover’s, filial de Dun & Bradstreet.

La firma de análisis e investigación agrega que ese negocio en EE. UU. está muy concentrado y, además, en una nación donde el derecho a portar armas lo garantiza la Constitución; todo un contraste a naciones europeas donde la normativa para que un civil obtenga un arma de fuego es restrictiva.

Por esta razón, cualquier hijo de vecino sin historial criminal puede salir de una armería, en minutos, estrenando revólver o adquirirlo en línea desde un teclado.

La permisividad de este mercado facilitó a James Holmes, de 24 años, juntar en dos meses 6.300 cargas de munición para su rifle semiautomático Ar-15, dos pistolas tipo Glock y una escopeta.

Tampoco debería sorprender que, tras el tiroteo en Colorado, la venta de armas se disparó allí más del 41% como alertó un reportaje del diario Denver Post con al menos 1.200 clientes buscando comprar.

El periódico recordó que este patrón se repitió en Tucson (Arizona) donde las ventas crecieron un 60% tras el tiroteo del 8 de enero del 2011 cuando seis personas murieron al igual que tras la masacre de 32 personas en una universidad de Virginia el 16 de abril del 2007.

Así, la publicación sugiere que muchos estadounidenses unen seguridad personal y temor con andar armados incluso luego de tragedias ligados a disparos.

Tras las muertes en Aurora, todo análisis descarta voluntad política alguna para hablar de controles; mucho menos en año electoral.

Si la discusión llegara, el debate enfrentaría a un poderoso grupo defensor de las armas liderado por la Asociación Nacional del Rifle, rica en dinero e influencia política. Cero sorpresas de nuevo. Al final, ningún poder supera la fuerza del amor, ni siquiera tratándose de amores que matan.