Damas de blanco desfilan en Cuba

Desde que el régimen de Fidel Castro mandó a la cárcel a decenas de cubanos, en el 2003, ellas se han encargado de recordar al mundo que sus padres, esposos, hermanos e hijos están presos por defender la libertad de expresión, los derechos humanos y la democracia.

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Hoy, después de que termine la misa en la iglesia del barrio habanero de Miramar, decenas de mujeres de todas las edades desfilarán vestidas de blanco por la quinta avenida, una de las principales arterias viales de la capital cubana. Caminarán pacíficamente –como lo han hecho durante los últimos siete años– por esa y otras calles de la ciudad. Son las mujeres de 75 presos políticos cubanos, encarcelados por Fidel Castro en el 2003 tras haber cometido el pecado de reclamar su derecho a la libertad de expresión y manifestar abiertamente su oposición al régimen. En el mundo, a estas valientes cubanas se les conoce como las Damas de blanco. Ellas reclaman silenciosamente la liberación de sus parientes. Dentro del grupo caminan, todos los domingos, Silvia Aguado, de 46 años, y su hija Diani Teres, de 9. Su esposo, un economista de profesión llamado Antonio Villarreal, perdió su libertad hace siete años. Durante todo ese tiempo, Antonio ha pasado por varias cárceles cubanas, acusado de oponerse al régimen de Fidel. Silvia y Diani lo ven muy pocas veces.

Enterar al mundo Siete años después de que la policía lanzara un operativo contra periodistas independientes, sindicalistas y opositores cubanos, las Damas de blanco continúan levantando la voz para pedir la liberación de sus hombres. Tienen un sitio en internet (www.damasdeblanco.com) donde cuentan su historia y piden a los países el apoyo para su causa. Esta nueva página de sus vidas se comenzó a escribir la madrugada del 18 de marzo del 2003. “Cientos de agentes del Departamento de Seguridad del Estado –la policía política cubana– a lo largo de todo el país y de forma sincronizada, allanaron un centenar de hogares, interrogaron a sus moradores, confiscaron sus computadoras, máquinas de fax, máquinas de escribir, fotos; y finalmente detuvieron a más de 70 opositores políticos, periodistas independientes, defensores de derechos humanos, bibliotecarios y sindicalistas independientes”, relata el sitio del grupo en Internet. Luego, vino lo peor. En varios juicios celebrados en abril del 2003, condenaron al grupo de hombres. Entre otras cosas, los acusaron de ser mercenarios al servicio del imperio del Norte (Estados Unidos), y de conspirar contra la independencia e integridad de Cuba. Las penas van de los seis a los 30 años de prisión. Por eso, también se les llama Prisioneros de la Primavera de Cuba.

Dolor y clamor Las más de 70 familias no se han cansado de levantar la voz durante todo este tiempo. En sus últimas manifestaciones pacíficas, los cuerpos policiales del régimen se han encargado de agredirlas, pero ellas siguen reclamando la liberación de sus padres, hijos, esposos y hermanos sin importar los golpes. El eco de sus reclamos ha calado. Recientemente, Gloria Estefan, cantante de origen cubano radicada en Miami, Estados Unidos, las apoyó abiertamente con una marcha similar en esa ciudad llena de cubanos disidentes. Es a través de estas manifestaciones como logra trascender la historia de cada una de esas mujeres. Por ejemplo, la de Nancy Alfaya. Ella es esposa de Jorge Olivera Castillo, un periodista independiente quien, desde el 2004, está en libertad condicional por su mal estado de salud. A Olivera lo condenaron por escribir sin permiso. Otros 20 periodistas corrieron su misma suerte. Una historia más es la de Sonia Álvarez Campillo, esposa de Félix Navarro Rodríguez, con quien tiene una hija, Saylí. Este profesor de colegio, fue condenado a 25 años de cárcel y está encerrado en una prisión de máxima seguridad. “Honestamente –dice en su testimonio en Internet–, no creo que lo vayan a soltar. Es muy fuerte, no tiene enfermedades. Ojalá que los soltaran a todos, pero no creo”. Su hija Saylí, de casi 20 años, es más valiente con sus declaraciones públicas: “(Ellos) no han cometido ningún delito y están en la cárcel por el capricho de un hombre. Yo quiero una Cuba donde exista la libertad, que en la Cuba de Castro no existe”. Gisela Delgado es otra de las Damas de blanco. Ella mantiene un proyecto de bibliotecas, a pesar de la represión del régimen y a pesar de que su marido, Héctor Palacios, fue enviado a la cárcel por no respaldar la ideología de Fidel Castro. “Las armas letales que ellos encontraron aquí fueron lápices, hojas, una máquina de escribir y libros que se llevaron y que no he podido cuantificar. La hoja de confiscación no la tengo”, contó Gisela, recordando el operativo policial en el que fue arrestado Héctor, el 20 de marzo del 2003 . Palacios dirigía el Centro de Estudios Sociales, donde se analizaba la situación social, política o económica de Cuba. Además, presidía un grupo llamado Todos Unidos, a través del cual se intentaba un consenso sobre la situación cubana. Hoy, después de misa, Gisela, Silvia, Sonia, Nancy y sus hijas volverán a la calle a caminar por la liberación de sus esposos y padres. Nunca pierden la esperanza de que regresen a casa.