Crítica de música: Clausura digna

Una riesgosa selección que dio réditos

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Hace dos años, el Festival Internacional de las Artes cerró con una cara muy diferente a la del final de la edición 2014.

En aquella oportunidad fue la banda Calle 13 la que puso el broche a los conciertos internacionales. En aquel entonces, el conjunto nos visitó (de nuevo) en uno de sus momentos de mayor visibilidad. Su escogencia garantizaba un balance de ganar-ganar, parecía una apuesta segura, un éxito indiscutible... hasta que el bosque del Parque La Sabana demostró ser el espacio menos indicado para albergar una actividad de este calibre.

En el 2012, la fiesta de cierre se salió de control y, para esta vez, fue más que evidente que se aprendió de la lección negativa y se previó todo para evitar que se repitiera el bochorno.

El sábado pasado, el espacio para albergar el concierto de clausura pasó la prueba del público masivo. La tarima Música del Mundo, –colocada en un espacio amplio, llano y despejado en el parque La Sabana– acogió sin problemas a un público que respondió positivamente ante un cartel musical seleccionado con sapiencia y apertura.

Fue evidente el cambio drástico de perspectiva a la hora de la escogencia de cada uno de los invitados. Aplausos por eso.

Astro (Chile), 424 (Costa Rica), Instituto Mexicano del Sonido (México), Bomba Estéreo (Colombia) y Vicentico (Argentina): cinco exponentes de procedencias diferentes y para gustos muy diversos lograron abrir una ventana hacia elementos innovadores que se están fabricando actualmente a lo largo de nuestro continente y que se exportan más allá de sus fronteras.

Por un momento dejemos de lado a Vicentico, a quien la historia regional ya conoce muy bien. Los otros cuatro artistas son una oferta joven y, si se quisiera pensar, más alternativa de lo que solemos ver en este tipo de encuentros “oficiales” en el país, cuando no llevan el sello de una gran marca. Había un poco de riesgo en esta decisión.

Alternativos o no, la escogencia fue positiva por el mérito propio de cada uno de los invitados. Eso quedó en evidencia en el disfrute de los presentes, en un concierto que no permitió bajar los brazos.

Vicentico, el que cerró la noche, fue dadivoso con algunas canciones que realmente no estaba obligado a revisitar pero que le agregaba balance y nostalgia a su show .

Es inevitable que el público no responda efusivamente a las canciones nuevas, a las que se conocen poco, a las que ya no tienen al desamor como protagonista, pero su trabajo como solista hace que un concierto suyo sea mucho más que un premio de consolación para quienes desearían tener en frente a los Fabulosos Cadillacs.

Vicentico se mantiene en las grandes ligas aunque su éxito comercial ya no sea el de antes, lástima que su sonidista también fuera dadivoso, pero en decibeles. Gracias a él, el cantante se hundía en los bajos reventados y las guitarras saturadas en algunos temas.

A pesar de que el espectáculo fue grato, ameno y variado, quizá, después de ver la reacción del público no suena descabellado pensar que uno de los grupos que tocó más temprano también pudo haber puesto la cereza en el pastel.

Bomba Estéreo, por ejemplo, es una fiesta ritmos eternamente contagiosos y una cantante (Li Saumet) de presencia escénica indomable. Si ella es una gritona o las letras son vacías eso es algo queda en segundo plano en un encuentro de este tipo. El conjunto colombiano es sinónimo de fiesta.

Pero también pensemos en que el Instituto Mexicano del Sonido también tenía los atributos para clausurar la noche. Con su show eufórico, el proyecto liderado por Camilo Lara podría tener todo para ser broche de oro. Es decir, las opciones para clausurar una gran cita de cultura podía tener diferentes cabezas, pero todas ellas estaban en una misma tarima.

La energía y la originalidad de Astro. La mística y el talento de exportación de 424. El espíritu de celebración y la pauta que marcan el Instituto Mexicano del Sonido y Bomba Estéreo. La lírica e historia viva de Vicentico. Todo eso, presente en un solo lugar, aclara las dudas sobre si el concierto del sábado era una clausura digna. La apuesta riesgosa tenía su razón de ser.