Zapatos de punta, a veces con tacón; chaqueta ajustada y una cartera bien coqueta. Jeans casi nunca. Tenis, jamás.
La ropa que Andrea Allamand usa de lunes a viernes para ir a trabajar no tendría nada de inusual, si no fuera porque cuando entra a su oficina siempre llega con un casco en la mano, la única señal de que pedalea cerca de 40 minutos.
“Empecé a desplazarme en bici en Barcelona, cuando me fui a estudiar, y al regresar acá la retomé. Me gusta que la ropa no sea un impedimento para andar y que solo dependa del estilo de cada quien”. Andrea, sin saberlo, forma parte de un grupo que en el exterior ya se conoce como “ciclismo chic ”, una tendencia que nació en Dinamarca (www.copenhagencyclechic.com) y le ha dado la vuelta al mundo.
Hay páginas web dedicadas al tema, como el Flickr VeloVogue , donde la única condición es subir fotografías de ciclistas que vistan ropa a la moda en una calle común y corriente.
“Nada de prendas elásticas ni de buzos, ¡por favor!, a menos que pueda considerarse una nueva tendencia o sean de alta costura”, se lee al entrar al sitio.
En Nueva York, las bicicletas retro se han tomado las ciclovías y ya hay quienes hablan de ellas como las nuevas pasarelas. Y en Chile, las chicas fashion también les están sacando partido a las dos ruedas.