Carlos Camacho: ¿Cómo mejoraremos?

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Es demasiado temprano para estar en la mitad del camino pidiendo que suene el silbato final del partido. Así que por mal que vayan las cosas, definitivamente hay que ponerle empeño. Desgraciadamente no se puede perder la esperanza, pues eso haría más larga la espera de cambios resultantes de un proceso electoral. Si este es el caso ¿cuál es la opción para ver cambios en materia de seriedad fiscal?

Instamos a las autoridades de Hacienda a llevar a cabo una seria campaña que combata el contrabando y la evasión de impuestos internos, que son dos males cancerígenos tanto desde la óptica de las finanzas públicas como en el ámbito de la competitividad de las empresas. Ambos rubros generan una no recaudación que se acumula al costo de los vividores que recargan tanto las presiones para crear nuevos impuestos sobre el ya difícil ejercicio de las actividades lícitas.

Es imperdonable que, los mismos de siempre, sigamos recibiendo el embate de las presiones desordenadas de las autoridades del Ministerio de Hacienda. Ello a pesar de que las autoridades tributarias cuentan con las herramientas legales provistas por el ordenamiento jurídico para combatir los males cancerígenos, se quedan apacibles esperando que los ingresos aumenten como resultados de nuevas cargas.

No en vano diversos países han hecho un llamado a la intervención de entidades como la Comisión Internacional contra la Impunidad que desarticuló en su versión de Guatemala, una banda de carácter institucional que, con síntomas de complicidad, incluyó la caída del expresidente Otto Pérez y su clan.

¿Por qué no pactamos que sería razonable tener una revisión de pares para asegurarle al pueblo que los sacrificios no son para prebendas de pocos? Una intervención de esta naturaleza daría un respiro a la fétida marcha de privilegios y quizás a determinar que en las entrañas mismas de quien se supone controlan y combaten la evasión y el contrabando, pueda haber peligrosas complicidades al menos por inopia o negligencia, que son tan graves en particular cuando se habla de nuevo de crisis fiscal.

No es de recibo que de pronto los mismos de siempre, sigamos sosteniendo las cargas de quienes ríen ante las amenazas de reformas que por su condición de incumplimiento sistemático, les conceden una suerte de exención subjetiva. ¿Quién se opone?