Álvaro Cedeño: Apoyo a ideas innovadoras

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Si se le ocurre una idea innovadora, sepa que muchas de ellas no llegan a nada. Conviene entonces examinar si cumplen algunas condiciones. De eso se ocupa un artículo de Brian Scordato en el sitio Fast Company.

Haga una descripción de su proyecto en una frase. Se necesita que quienes escuchen esa descripción la puedan repetir fielmente a otros. Como no se hace publicidad en esta etapa, quienes escuchen la descripción son, por el momento, su equipo de mercadeo.

Agrego que esa descripción tiene que coincidir con lo que se ha venido llamando una explicación de elevador: debe ser breve como para que se pueda hacer mientras el elevador sube dos pisos. No debe enfatizar en el producto o el servicio sino en la principal necesidad que se va a satisfacer.

Tal vez usted esté muy ufano por la forma cómo llegó a concebir su producto o por los problemas técnicos que tiene o ha tenido que resolver, pero eso no es del interés del cliente eventual.

Trate de que su mensaje tenga elementos que le puedan dar el carácter de ser un buen cuento. Los cuentos circulan velozmente porque son historias atractivas.

Busque cómo infiltrar el mensaje sobre su producto o servicio en espacios y momentos que son propicios para que esa información se difunda.

La gente no está esperando a recibir su mensaje. No leerán su blog ni verán sus cien correos electrónicos. En cambio, es más efectivo ser escuchado en la fuente de agua o en el sitio donde la gente toma café. Un amigo dice que cuando quiere que algo se difunda en su empresa, se lo cuenta a alguien en voz baja en el parqueo.

No se puede cambiar a nadie a base de mensajes. Busque a quienes están dispuestos a escuchar porque tienen vívida la necesidad que su producto o servicio satisface.

Drucker, hace tiempo, había propuesto algunos principios sobre innovación. Primero, dice, que la innovación debe empezar con el análisis de las oportunidades. Luego, que la innovación no es sólo un proceso conceptual: es también un proceso de percepción. Pregunte, oiga, toque, manipule. Póngase en los zapatos del usuario, del detallista, del comprador. Propone que la innovación debe ser simple y focalizada. Ya la cuchilla suiza tuvo su éxito y es preferible apuntar a modificaciones concretas.

Otro de sus principios es el de que las innovaciones efectivas, empiezan pequeñas. Pero, después de Clayton Christensen y sus innovaciones disruptivas, tenemos que tener la mente abierta a las posibilidades de competir contra los instalados de una industria, mediante productos o servicios inéditos, como Amazon o como Uber. La innovación, dice, debe tener por finalidad lograr una posición de liderazgo. Innovar y no asumir esa posición es dejar abiertas oportunidades para los competidores.

Las innovaciones, no deben obligar a los usuarios a ser muy listos, sino que deben ser aceptadas por seres humanos de inteligencia promedio.

Nos ocurre a menudo con las grandes innovaciones, que nos parecen soluciones simples y a menudo tenemos la sensación de que eso se le pudo haber ocurrido a cualquiera y de que por qué no se me ocurrió a mí. Y en cuanto a la dimensión temporal de la innovación, señala que no se innova para el futuro. Se innova para hoy. Por ejemplo, no sería mercadeable hoy una idea sobre servicios que se podrían vender cuando todos los autos sean eléctricos y robóticos.