¡Serendipia! ¡Una mujer en el ático!

En el mejor estilo de las novelas góticas victorianas, el retrato misterioso de una mujer desconocida fue encontrado en un viejo ático de una casa convertida en restaurante, en San José.

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En el ático de la casa azul número 2861, avenida 4, en el céntrico barrio Don Bosco, apareció lo que podría ser una pintura del reconocido artista José Luis López Escarré, cuya familia vivió allí desde inicios de la década de 1940 hasta hace unos años.

Esa casa, ocupada desde diciembre por el restaurante Estación Atocha, forma parte de un proyecto de lo que será un centro gastronómico impulsado por Refrigeración Beirute; ellos adquirieron la vivienda, obra del arquitecto catalán Luis Llach e hicieron una cuidadosa remodelación, respetando las líneas originales, así como la distribución, el piso, las puertas, ventanas y otros detalles. Fue un proceso y un trabajo arduo de muchos meses con tal de restaurar una de las residencias más emblemáticas del Barrio Don Bosco.

Durante todo el proceso, por ahí estuvieron arquitectos, ingenieros, electricistas y albañiles, pero nadie vio el cuadro. Sin embargo, hace unas semanas, los nuevos inquilinos, buscando la manera de instalar un rótulo, subieron al ático y ¡serendipia!: encontraron la pintura.

Se trata de lo que podría ser una creación sin terminar; es el rostro de una mujer, con líneas muy características de la obra de José Luis López. Mide 70 x 50 centímetros y está realizada sobre mazonite, un material diferente a la tela o al papel y que, dada su textura y nivel de absorción para la pintura, fuera utilizada por López en un ensayo o proyecto. Es una obra antiacadémica, atrevida y libre, lo que distingue al arte moderno.

¿Por qué apareció esa pintura en ese sitio? La respuesta parece ser obvia: si su autor siempre vivió en esa casa y ahí tenía su taller, es normal que hubiera obras suyas colgando en las paredes y en todos los recovecos de su hogar. Eso sí, no deja de ser extraño que estuviera en una estancia de difícil acceso. ¿Por qué estaba esa mujer triste y abandonada en aquel oscuro rincón? ¿Quién la subió o la escondió? ¿Sería que el pintor la guardó mientras la terminaba y en eso lo sorprendió la muerte? ¿Acaso la puso ahí alguien para llevársela después sin ser descubierto? ¿O sería la travesura de un fantasma? La investigación apenas inicia.

Pintor y profesor

José Luis López Escarré (1941-1996) fue un destacado pintor que estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica (UCR) y en la Real Academia San Jorge, en Barcelona, España (1968-1969). También fue profesor muy querido y apreciado en la UCR. Mantuvo una estrecha relación artística con su maestro Manuel de la Cruz González Luján (1909-1986), quien influyó mucho en sus primeros trabajos. En 1989 se le otorgó el Premio Nacional de Pintura; además, la galería del Teatro Nacional lleva su nombre.

“Fuerte en el expresionismo, seguro en lo figurativo, audaz en lo abstracto, sensible en el informalismo, se distingue López Escarré por una sensual sencillez que ha comenzado a despuntar absorbente en su obra”, reseñó González en el catálogo de la primera exposición individual de su alumno en 1964.

Si bien logró reconocimiento como pintor, López Escarré cultivó cariño y amistad a través de la docencia. Quienes lo conocieron lo recuerdan como un espíritu generoso con sus conocimientos. “Rompió la barrera que existía entre el estudiante y el profesor, supo escuchar a sus alumnos y darles su amistad; era un hombre muy accesible”, dijo a Áncora, Elizabeth Barquero.

El profesor López tuvo una estrecha relación con varios artistas que estudiaron en los 80 y los 90, como Luis Chacón, Fabio Herrera, Manuel Zumbado, Loida Prétiz y Roxana Salazar. Como promotor cultural, fue uno de los gestores de las galerías del Teatro Nacional, junto con la exdirectora de la institución Graciela Moreno.

José Luis López Escarré formó parte de la generación que revitalizó las artes visuales costarricenses en la década de 1960, con fundamento en las vertientes abstractas que detonaron en distintos puntos del orbe durante esa época. Con el paso de los años su obra se orientó hacia una figuración expresionista. En esta fueron decisivos el empleo de contornos pronunciados y de colores intensos, así como una interpretación muy personal de la cotidianidad.

López Escarré murió en la cúspide de su fructífera carrera, atropellado por un bus en el Paseo Colón, muy cerca de su casa.

El autor es periodista.