Zapping: Preguntas para una Miss

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Imagínese la escena: usted está de pie frente a una cámara de televisión, hecha un manojo de nervios y a punto de responder una pregunta sobre lo que sea (y sin perder la pose, la sonrisa, la compostura). De su respuesta de 15 segundos dependerá la opinión que todo un país se construirá sobre usted. ¿Asusta, verdad?

Estamos acostumbrados a ver a quienes participan en concursos de belleza desde la comodidad de nuestra superioridad intelectual. Los segmentos de preguntas de estos certámenes, por lo general, refuerzan los estereotipos que la sociedad maneja sobre las personas jóvenes que aspiran a estos títulos: superficiales, poco informadas y obsesionadas con el físico.

La más reciente edición del Miss Costa Rica volvió a torturar a audiencia y participantes con un segmento de preguntas insufrible, en el que las muchachas se vieron forzadas a responder a preguntas intrascendentes y machoteras. Esto deparó en respuestas igual de lamentables, llenas de lugares comunes y frases ensayadas. A preguntas insípidas, respuestas insípidas.

Entrar a repasar las muchas oportunidades de mejora que tiene el certamen de belleza más mediático del país es tema de una columna aparte. Por ahora vale decir que el “concepto” planteado por la producción sigue pecando año con año de anticuado, predecible y desteñido. Es como si el Miss Costa Rica del 2018 hubiese sido grabado en 1978.

Volvamos la atención a los segmentos de preguntas a las concursantes. Se supone que estas interrogantes están ahí para reflejar la personalidad y manera de pensar de las muchachas, pero al final no parecen más que un requisito para justificar el desfile en traje de baño.

Algunas de estas interrogantes fueron planteadas por los miembros del jurado, a pesar de que varios eran profesionales en áreas sin ninguna relación con los aspectos a evaluar. ¿No sería mejor dejar de lado las apariencias y conformar un panel de expertos calificadores en las materias a juzgar?

Es inevitable señalar lo obvio: los concursos de belleza preponderan la apariencia física por encima de cualquier rasgo de personalidad o preparación académica. Sería más honesto prescindir de las preguntas sin propósito o, mejor aún, brindar un verdadero espacio para conocer el pensamiento y opiniones de los participantes.

Bien haría el Miss Costa Rica en no aburrir al público con tomas de las muchachas jugando golf o dando paseos en yate (diay, Dinastía) y darle más facilidad a todas para exponer su punto de vista sobre temas que nos importan a todos. ¿Aburrido? Recuerde las tomas de golf amateur antes de responder.

Los concursos de belleza son criaturas de otros tiempos, con evidentes dificultades para validarse dentro del actual contexto de empoderamiento femenino y reivindicaciones para la mujer. Eso es innegable.

Sin embargo, si quienes organizan estas actividades insisten en seguirles encontrando propósito, bien harían entonces en tomarse el rato para replantear los objetivos (reales o aparentes) que persiguen. Y, bueno, si no es mucho pedir, por favor no más remedos de serenatas melosas con un tenor cantándoles en la cara a las participantes.

Esta es una columna de opinión de la sección de televisión de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.