Zapping: Queremos más ‘Escuadrones Suicidas’

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Una visita de Cara Delevingne a cualquier parte es digna de celebración, pero, cuando nos enteramos esta semana de que había estado en Costa Rica por trabajo, la alegría fue doble.

Algunas de las escenas de Escuadrón Suicida , el último éxito de cine basado en cómics, se filmaron en Sarapiquí, en Pococí, territorios difícilmente conocidos por ser imanes cinematográficos. Al menos, hasta ahora.

En el año 2016 d.C., a cientoveintiún años de historia del cine, Costa Rica no cuenta todavía con una robusta legislación que regule, apoye y estimule la producción cinematográfica internacional y local en el país. Huérfanos de “ley de cine”, cada exitosa visita de una producción extranjera y cada afanosa creación local siguen sujetas a la casualidad, al afecto o al empeño individual (que, por naturaleza, es volátil).

Hablar de “ley de cine” es, para algunos, pedir favores inmerecidos. No es así. Detractores de una ley que procure fondos públicos, estímulos en impuestos u otro tipo de apoyo estatal para la producción de cine y televisión dicen que es un desperdicio, que el Estado no tiene por qué meterse y que lo privado se las arregle como pueda (desenfocados críticos añaden: “De por sí, nunca competiremos con Hollywood”).

Pero hablemos de Escuadrón Suicida, e imaginemos algunos números, porque ¢ y $ mueven el interés legislativo en temas de este ámbito.

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Para filmar un par de escenas del hit dirigido por David Ayer, que ocurren en la selva, se requirió un equipo de al menos 40 costarricenses y nueve extranjeros. Eso incluye empleos especializados como directores de arte, fotógrafos y otro personal técnico y creativo, así como los encargados de servicios de limpieza, alimentación, transporte y el infinito listado de personal que exige una producción de esa escala.

¿Cuánto implica esto en dinero que queda en el país en términos de empleo, consumo, turismo y otro tipo de beneficios? Uno imagina a las municipalidades de la zona norte y el sur del país pagando anuncios en medios extranjeros especializados en cine: “Venga a filmar a Costa Rica: tenemos selva, llanura, volcán y playa. Tenemos personal capacitado. Todas las locaciones son cercanas. Le saldrá más barato”.

Si a eso sumáramos la inversión, por ejemplo, en un gran estudio de cine capaz de albergar filmaciones de complejas escenografías y tomas de interiores, ¿cuántas escenas más podría haber filmado Escuadrón Suicida ? Aún más, ello requeriría que profesionales locales se especializaran en los distintos puestos que exige la larga cadena de producción del cine y, así, alimentaría la economía cinematográfica local.

Traer esas producciones propiciaría mayor formación para personal local. Contar con más fondos estimularía producciones propias capaces de competir en otro tipo de mercados en el extranjero. Cuando se han aprobado leyes y estímulos en países como Panamá, Colombia y República Dominicana, la producción local se ha disparado, y se ha abierto espacio en mercados y festivales locales e internacionales.

La inversión en cine sería inversión en empleo, cultura, arte y turismo. El cine puede transformar el país, pero requiere una ley, un compromiso mayor. Acciones políticas concretas.