Zapping: Miss Costa Rica es mi nuevo placer culposo

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Hace algún tiempo escribí en este mismo espacio sobre el culposo placer que se experimenta al ver un programa de televisión que uno sabe, de antemano, que es malo. Pues bien, la transmisión del certamen Miss Costa Rica se confirmó este año como mi nuevo placer culposo.

Sentado frente al tele, la noche del viernes 30 de mayo, seguí el concurso de Teletica sintiendo un poco de pena, pues en pleno uso de mis facultades decidí ignorar cualquier otra buena opción de entretenimiento y vi un programa malo. Estaba advertido y aún así no hice caso de las alertas en mi cerebro.

La producción detrás del concurso se esfuerza demasiado (eso no se le puede negar) por hacerlo parecer algo que no es y al final uno queda con el sinsabor de haber visto algo más cercano a un show de variedades colegial que al que se supone es el concurso de belleza más importante del país.

Muchachas imitando a Charlie Chaplin, muchachas imitando a Rita Hayworth y Audrey Hepburn, músicos imitando a los Beatles: la transmisión se sustentó en un cúmulo de imitaciones mal logradas que incluso cayeron en categoría de polada, como sucedió con el penoso segmento “tributo” al genial Chaplin.

Aquel despliegue de “originalidad” se vio reforzado con coreografías de pobre factura y demás actos extraídos del teatro y el musical. No es cuento: me sentí transportado a los bien intencionados festivales de talentos que se hacían en el gimnasio del Liceo de Curridabat (solo faltó que el DJ fuera el de discomóvil Furia, Correcaminos y Barracuda).

Por todo esto no deja de resultar irónico que una producción de un presupuesto robusto termine viéndose más modesta que concursos que fueron referente en los 80, como el certamen Tica Linda o el de Reina de la Costa.

Otro punto a revisar es la conducción, donde la convocatoria al crítico de cine Mario Giacomelli nos dejó a todos viendo para el ciprés. Mario es muy bueno en lo suyo, que es hablar de películas, música y entretenimiento. Sin embargo, entre tacones y vestidos de baño se veía fuera de su elemento y hasta incómodo. A este ritmo no debería sorprendernos que Miss Costa Rica 2015 sea conducido por Greivin Moya o Ramón Luis Méndez.

¿Qué hacer? Primero que todo, no perder de vista que aquello es un concurso de belleza física y no forzarlo con aspiraciones intelectualoides que no le quedan y les pegan un mal color a los anunciantes (¿o es que algún gerente de mercadeo rajaría con que su marca patrocinó el segmento de Chaplin?).

Así, con menos bailadera e imitaciones, Miss Costa Rica tal vez ya no nos haga sentir tan culpables a quienes lo vemos a sabiendas de sus carencias.