Zapping: Locutores juveniles y la idiotez desatada

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En un mundo saturado de gente idiota, sin duda que los locutores/animadores/conductores de programas juveniles tienen un lugar reservado en lo más alto de la “cadena alimenticia”.

De mediados de la década de los 90 para acá la idiotez se insertó durísimo en las radios y televisoras costarricenses dirigidas a adolescentes. Es una verdad enorme y bien sabida no solo por la industria, sino por la misma audiencia.

No está claro qué propició el que nos jodiéramos así, porque basta con escuchar una hora de las principales emisoras juveniles del país para darse cuenta que los buenos comunicadores en esos puestos son excepciones muy contadas.

Yo tengo la hipótesis que la intrascendencia y la superficialidad –precursoras de la idiotez– encontraron un portillo unos 20 años atrás en radio 103, que era entonces, y por mucho, la estación predilecta de la muchachada (entre la que me incluyo). Hasta ese momento casi todo lo que se nos daba en espacios como Hola juventud , Radio Universal y Radio Uno era información relacionada con la música que consumíamos, lo cual hoy no parece algo malo (a la luz de las mutaciones que vinieron luego).

Sin embargo, 103 empezó a hablarnos del “pelón”, privilegió la fiesta por encima del contenido y nos recetó sopa de iguana. Desde luego que las otras estaciones siguieron al líder y pronto los buenos locutores (que sabían en paleta de música) le cedieron la cabina a una turba de atarantados. Así, pasamos a la época de hablar por hablar, que aún no acaba.

El modelo 103 se extendió a la televisión por medio de TVA, el canal de videos que con los años convirtió a sus conductores en estrellas de la charanga. Ahí, muchos hicieron “escuela” para luego darle forma a VM Latino, el máximo representante hoy del privilegio de la forma por encima del fondo.

No pretendo jugar de güila y desde hace años que me pasé a las estaciones de adulto contemporáneo. Meses atrás intenté escuchar una radio juvenil en un viaje largo en carro, pues era la patrocinadora del concierto organizado por un amigo. No aguanté más de una hora, mareado por la voz taladrante de una muchacha que no paró de improvisar tonterías y usar frases cajoneras.

En realidad tenía rato de no ponerle atención al tema y posiblemente esta columna versaría hoy de otra cosa de no ser porque uno de estos genios juveniles quiso pasarse de “astuto” con una colega.

La semana pasada el idiota en cuestión llamó a la periodista y la increpó sobre una información firmada por ella, haciéndose pasar por un familiar de una persona mencionada en el artículo. El engaño no quedó ahí, pues toda la conversación se emitió al aire, en vivo, en una estación de radio juvenil sin que la reportera lo supiera.

Al idiota de la radio no dudo que aquella broma le debió hacer mucha gracia, y posiblemente a sus oyentes también. Para qué preocuparse en los delitos incurridos o en el posible daño causado a otras personas, que lo que le importa al locutor (y desde luego que a sus jefes y al propietario de la emisora) es la carcajada vacía, la cagada de risa.

¿Está todo perdido? Esperaría que no. Una estación como 104.7 Hit es un buen ejemplo de comunicación propositiva dirigida a una audiencia joven y sé bien que hay algunos casos rescatables en otras radios y televisoras, que a su manera dan luchas personales para remar contra la corriente de los corrientes, para llevarle la contraria a los idiotas que no saben hablar de otra cosa que no sean ellos mismos. Oh Yeah !