Zapping: 20 años de los Teletubbies

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La década de los 90 estuvo plagada de tanto satanismo que era difícil hallar una nueva razón para asustarse. Pero en tiempos de la segunda “invasión británica” –Spice Girls et al. –, lo peor de lo peor aterrizó en Costa Rica: Teletubbies . Estrenado el 31 de marzo de 1997, duró poco en cruzar el mundo para apoderarse de una audiencia que no tenía shows propios: bebés.

Tinky Winky, Dipsy, Laa-Laa y Po demostraron al menos un poder: lograron polarizar a todos los adultos expuestos voluntaria o accidentalmente a su programa en la BBC. Sí, era un programa con pretensiones educativas, dirigido a preescolares, pero adultos de todas las edades tuvieron que opinar al respecto. ¿Estaban sus niños en riesgo al exponerse a los Teletubbies? ¿Cuál era la amenaza de estos muñecos gigantes que retozaban en una granja?

Los niños debían evitarlo a toda costa: ponía en peligro su aprendizaje del lenguaje, con su diálogo enrevesado y medias palabras mal pronunciadas.

Se pretendía que fuera un programa que hablara a los bebés según su modo de percibir el mundo: lo que un adulto percibe como una velocidad normal pasa como un borronazo para los bebés. En vez de la narración lineal de la tele adulta, optaba por sensaciones y colores fuertes, planos lentos y pausados, y personajes claramente diferenciados y de movilidad limitada.

20 años después, soy de la generación que vivió la histeria, pero no de la que sufrió los presuntos efectos perniciosos de los coloridos personajes. Pero aquella histeria fue intensa: resulta que los pobres gigantes eran satánicos. La bebé-sol no es una imagen que uno se borre fácil, pero mensaje diabólico nunca fue. Por aquel entonces –y desde los Pitufos yXuxa–, vivían muchos espíritus entre nosotros.

Me enteré luego de otra acusación: ahora, Tinky Winky, el morado, con su triángulo invertido por signo y su cartera mágica, promovía la homosexualidad. En aquellos años, decir “homosexual” era decir “Satanás”; se rumora que aún hay quien se imagina que un hombre con bolso es peligroso.

A Dipsy, Laa-Laa y Po les daba igual, pues tenían sus propios problemas: sus propias antenas conformaban algún código satánico que las voces estridentes del conservadurismo no podían descrifrar, pero nos advertían que las evitáramos. Mensajes subliminales en las mangueras, las pantallas y los conejos del campo, eso decían. Ahora veo que los Pitufos asustaban por “comunistas” y Xuxa por “sexi”. El verdadero temor era de los padres, que no sabían explicar sus propias fantasías y pesadillas a bebés inocentes de ellas.

Lo difícil de apreciar entonces era es que los Teletubbies trazaron su propia senda en la cultura: inauguraron años de entretenimiento dirigido específicamente a bebés, que es lo mismo que decir para padres preocupados por educar a sus niños desde pequeñitos. Dos años después saldría el disco Baby Mozart . Al mercadeo, los Teletubbies le hablaban fuerte y claro.

*Esta es una columna de opinión de la revista Teleguía, de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.