Tom y Jerry: 75 años persiguiendo al ratón

Desde hace tres cuartos de siglo, Tom y Jerry repiten la fórmula que los convirtió en iconos culturales. ¿Cómo nació una de las parejas animadas más célebres de todos los tiempos?

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El pequeño roedor, regordete y simpático, corre sobre su propia sombra, sin percatarse de que está atrapado por el felino. No tiene a dónde ir más que directo a las fauces del cazador que, sin embargo, no parece estar demasiado enfocado en dar el zarpazo final a su víctima; en su lugar, parece fascinado con el juego previo, como una ballena orca que tira a la foca de un lado al otro, sin permitirle escapar, pero sin acabar con su miseria. Es un juego cruel, el del gato y el ratón, y se ha perpetuado durante 75 años.

El 10 de febrero de 1940 se estrenó el corto animado El gato se gana el zapatazo (el título original en inglés, Puss Gets the Boot , es un juego de palabras sobre el cuento del gato con botas, o Puss in Boots ), dirigido por William Hanna y Joseph Barbera, que sirvió de debut para Tom y Jerry, una de las parejas más célebres del mundo animado —y del cine y la televisión en general—.

Aquel fue el primer punto de una línea de tiempo que se ha logrado mantener a lo largo de los años, pese a su fórmula archiconocida y sus altibajos en popularidad y pertinencia.

Algo hay de placentero en las derrotas de los más grandes. Durante tres cuartos de siglo, el mundo ha puesto atención —con mayor o menor intensidad— a cómo un ratón se ha salido con la suya, una y otra vez, y le ha pintado la cara de tonto a un gato mayor que él.

Igual, pero diferente. Aunque los apellidos Hanna y Barbera son, hoy y desde hace mucho tiempo, sinónimo de algunas de las caricaturas más célebres y queridas de todos los tiempos, los inicios de William Hanna y Joseph Barbera no fueron particularmente alentadores.

Hanna nació en 1910, en el estado sureño de Nuevo México, como miembro de una familia de ascendencia irlandesa. Trabajó, durante algún tiempo, como ingeniero; la crisis de 1929 y la depresión de la década de los años 30 que azotó a Estados Unidos le arrebataron su empleo. El deseo de supervivencia en medio de aquella situación devastadora le permitió encontrar un talento para el arte.

Pronto, Hanna encontró trabajo en los estudios Metro Goldwyn Mayer, que abrieron su división de películas animadas en 1937. Gracias a su talento para el dibujo y para escribir canciones infantiles, Hanna pronto tuvo su primera gran oportunidad al dirigir la serie animada El capitán y los niños , en 1938.

La serie fue un fracaso rotundo y apenas sobrevivió un año. Era hora de probar nuevas retos, nueva sangre, nuevas ideas. Entonces comenzó a colaborar con un muchacho recién llegado a MGM. Su nombre era Joseph Barbera.

Nacido en Nueva York en 1911, hijo de inmigrantes italianos, Barbera empezó a trabajar en animación al inicio de la década de los años 30, en el estudio Van Beuren, mientras el país se sumía en crisis y el desempleo se convertía en la peor plaga conocida por el pueblo estadounidense.

Van Beuren cerró sus puertas en 1936 y Barbera dio tumbos de un lado a otro hasta que, un año más tarde, finalmente se asentó en MGM. Allí conoció a Hanna, el amigo con quien haría historia durante décadas por venir.

Para dar grandes pasos, antes hay que gatear. La primera decisión que Hanna y Barbera tomaron fue la creación de sus personajes. Querían animales. Querían dos protagonistas. Querían conflicto y, de ser posible, escenas de persecución. Querían, aunque no lo supieran desde un principio, un gato y un ratón. No que aquella fuera la idea más original de todas; era, simplemente, la que mejor se adecuaba a sus deseos.

Así vio la luz Puss Gets the Boot , la historia de un gato, entonces llamado Jasper, que atormenta al pequeño Jinx, un ratón que, más adelante, se las ingenia para hacer que Mammy, la encargada de la casa en la que viven, eche al felino a la calle.

Era una fórmula clásica, pero por ello mismo resultó ser exitosa a más no poder. Puss Gets the Boot se convirtió en el primer corto animado del gato y el ratón en ser nominado al premio Óscar; pese a que no se llevaron la estatuilla, sí que se ganaron el beneplácito del estudio.

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Gracias a la fabulosa reacción del público y de la crítica, MGM abrió la chequera y cedió a Hanna y Barbera un presupuesto mucho más holgado. La calidad de la animación subió como consecuencia de ello. Fue así como el gato y el ratón alcanzaron el look con el que se les conoce en todo el mundo, mucho más suave y definido que el de su debut.

Otra cosa cambió: el estudio realizó un concurso interno para rebautizar a los nuevos héroes.

El animador Jon Carr se hizo acreedor de flamantes $50 por sugerir los nombres Tom y Jerry, inspirado en el libro de Pierce Egan Vida en Londres, o las escenas diurnas y nocturnas de Jerry Hawthorne y su elegante amigo Corinthian Tom ; aquel escurridizo título era, a menudo, abreviado a Tom y Jerry.

Evolución. Entre 1940 y 1957, Hanna y Barbera produjeron 114 cortos de Tom y Jerry para MGM, con un paso extraordinario: siete premios Óscar, junto a otras seis nominaciones.

En 1957, cuando el estudio cerró su división de filmes animados, los creadores de la serie partieron para formar su propia compañía: Hanna Barbera.

El gato y el ratón cayeron en un extraño limbo del que nunca pudieron salir para recuperar su éxito inicial.

Entre 1960 y 1962, MGM hizo algunos episodios más, producidos en Checoslovaquia y dirigidos por Gene Deitch; sin embargo, la pobre producción y calidad de los episodios hicieron que fuera imposible siquiera parecerse a los originales.

Durante las décadas siguientes, una lista larga y heterogénea de compañías y directores quiso revivir la popular saga. Chuck Jones, creador de los Looney Toons, lo intentó; el mismísimo estudio Hanna Barbera hizo una prueba, aunque no con demasiado esfuerzo ni cariño. Más tarde, fue Warner Brothers la que, en años más recientes, trató de regresar a los valores originales del gato y el ratón.

El resultado de los esfuerzos siempre quedó en deuda.

Sin embargo, poca falta hacía. Durante años, los capítulos originales de las aventuras y desventuras de Tom y Jerry , dirigidos por Hanna y Barbera para MGM, se han repetido hasta la saciedad —pero nunca hasta el cansancio— alrededor del mundo.

Es así como su legado se ha eternizado.