‘The Phantom Pain’: Se acaban los héroes

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Tal vez sea un error de mi parte dedicar la primera entrega de la columna de gaming de Teleguía a un juego que salió en setiembre, pero los amantes de la saga sabrán perdonarme y entender que un personaje como Snake merece un adiós apropiado.

Después de todo, este año que recién comienza significa un punto de quiebre para la saga: la salida de su creador, Hideo Kojima, de Konami –compañía que ha publicado la serie desde su nacimiento, en 1987– deja en puntos suspensivos el futuro de Metal Gear y de Snake. Es casi seguro decir que, si la serie no ha muerto, sí lo hizo su espíritu: ya nada será lo mismo.

Esa certeza la tenía desde que MGS:V llegó a mis manos. Ya desde los tráilers previos al lanzamiento del juego, hace tres meses, se percibía una vibra de cierre, de épica final, de adiós.

Cualquier persona interesada en esta saga de espionaje y acción sabe que The Phantom Pain es un juego enorme: un mundo abierto en el que la forma de llevar a cabo las misiones queda en manos del jugador y las posibilidades, si no infinitas, son muy amplias.

Ver más

Esto, de igual forma, hace que el peso mayor del juego caiga en la acción y no en la historia, a diferencia de lo que sucedió durante las dos décadas y los siete juegos –sin contar aquellos que no son canónicos a la saga–. Muchísimos críticos alabaron esta decisión y aquí es cuando yo dejo de escribir un artículo imparcial y me convierto en un fanático dolido.

Sentirme decepcionado por la historia de un juego de Metal Gear es algo para lo que nunca me había sentido preparado, tras muchísimos años de ser fanático acérrimo de estos juegos. Pero sucedió.

Tras la primera misión –fácilmente los 60 minutos más intensos que he vivido con un control en la mano–, la narrativa del juego resbala drásticamente hasta convertirse en un relato mal atiempado, secundario en la estructura del juego que, al menos para mí, pierde muchísima tensión cuando uno sabe que, al finalizar la misión de turno, apenas va a recibir como premio un par de líneas de diálogo de la historia principal.

La historia de Snake es uno de los pilares de mi vida y una de las razones por las que me dedico a escribir. Por ello es que me cuesta aceptar que nuestra despedida tenga que ser tan poco satisfactoria. Dice Internet que la historia resultó apurada por presiones económicas de Konami hacia Kojima. Ya nunca lo sabremos: Snake es, ahora, solo un buen recuerdo con un inmerecido final.