‘Stalker’: ¿Cómo dar cacería a un cazador?

Stalker llega a la señal de Universal Channel con muchos ojos alertas por la obsesión y cubiertos por la oscuridad. La Policía busca en las sombras

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Un callejón oscuro. El eco de unos pasos. Unos ojos que acechan. Una llamada amenazadora al celular. El pánico arrollador. El miedo adquiere cuerpo súbitamente. La huida. Es demasiado tarde.

Variaciones de la escena clásica de la película de terror llegarán semana a semana en Stalker ( Acosador ), la nueva serie que trae la señal de Universal Channel y que entra en los terrenos de la obsesión, la violencia y el crimen.

El programa fue producido originalmente para la cadena CBS y viene de la mano de Kevin Williamson. A él es fácil ubicarlo recientemente por la creación de The Following , pero en televisión ya es un veterano, quien tuvo éxito desde su noventera Dawson’s Creek .

En el capítulo del terror, Williamson es famosamente responsable por la revitalización del género con la saga de películas Scream , que arrancó en 1996.

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Stalker tiene un poco de acción al estilo de Drew Barrymore huyendo desesperadamente del cuchillo de un psicópata enmascarado, pero tan solo un poco. En realidad, el movimiento en la serie se produce, más que todo, en la Unidad de Evaluación de Amenaza (TAU por sus siglas en inglés), una sección del Departamento de Policía de Los Ángeles.

Pistas. Los detectives de la TAU estarán a cargo de seguir el camino de migajas que inadvertidamente dejan los acosadores violentos. Al mando está Maggie Q ( Nikita ), como la teniente Beth Davis, un mujer dura, con un sexto sentido para la resolución de casos de acoso, precisamente porque pareciera que ella también, alguna vez, estuvo sentada del otro lado de la mesa, como una víctima.

Las cosas en su unidad se agitan con la llegada de Jack Larsen, interpretado por Dylan McDermott ( American Horror Story ), un detective de homicidios de Nueva York quien también tiene su propia historia (ojo, que viene spoiler ), pero del otro lado de la ley: él llega a Los Ángeles con un gran equipaje de obsesiones sin resolver.

Como se ve, aunque la serie toma elementos del thriller cinematográfico de terror, Stalker bebe principalmente de la tradición de los dramas procesales. Estos son aquellos que se enfocan en recreaciones de cómo los crímenes son resueltos en la vía policial o judicial, al estilo de NCIS y La ley y el orden ; Matlock , para los más memoriosos, o incluso Columbo , para la tele en blanco y negro.

Una curiosidad de la nueva serie de Universal es que su propio creador, Kevin Williamson, fue víctima de acoso en 1998, tras la salida de Scream 2 , por parte de un fan obsesionado con el creador. Entonces fue cuando conoció de la existencia de la Unidad de Manejo de Amenazas (inspiración de la TAU).

Al tramitar su denuncia, el productor también se dio cuenta de que el trabajo de la unidad sería un gran tema para un drama televisivo. Sin embargo, el proyecto no se concretaría hasta ahora, cuando escuchó que la cadena CBS buscaba una serie con tintes de horror.

“Empecé a investigar (sobre el tema del acoso) y me di cuenta de que este es un problema muy serio, y lo que pasa es que la Internet ha propiciado la escalada del acoso en un 400%”, expresó Williamson en una entrevista con E! .

Según el escritor, la gran mayoría de casos de este tipo se dan entre personas que no son celebridades, lo que ofrece un panorama en que una exnovia, un amigo e incluso el tipo que sirve el café en la esquina podría practicar el acoso.

Aunque el sentido del suspenso en la serie siempre es el mismo (el temor de estar siendo vigilados siempre), las emociones vienen en distintos sabores. Está quien acosa por resentimiento, por amor, por venganza, por sadismo, como antesala al abuso sexual y, claro, como no podría faltar en Los Ángeles, como obsesión con las estrellas de Hollywood.

La referencia más directa que se ha hecho de la serie ha sido hacia The Following , la serie que Williamson creó para la cadena Fox y que espera su tercera temporada. En ella, un exagente del FBI le sigue los pasos a un asesino en serie y a su culto homicida.

No obstante, a diferencia de esta saga, en la cual los agresores son anónimos y podrían estar en cualquier parte, Stalker rápidamente revela la identidad de sus villanos, en toda su dimensión humana y obsesiva.

Cal y arena. La crítica no ha sido indulgente con Stalker ; para ser más precisos, se ha expresado francamente mal de la serie. No obstante, la nueva apuesta de la CBS se ha reservado la última risa –o el último grito– al liderar la franja horaria del día en que es transmitida en la televisión abierta estadounidense, con 9,5 millones de televidentes.

Sus detractores han calificado a Williamson como un “estilista de la violencia”, acusándolo de poner carnadas de agresiones gratuitas para regalarle al televidente emociones fáciles.

“No me considero alguien que escribe y hace violencia estilizada”, se defendió el creador en The Hollywood Reporter . “Busco hacer un montaje a lo Dawson’s Creek (al final de cada episodio): busco el momento después del espanto”.

El piloto de la serie abre con una mujer que es empapada en gasolina por un agresor enmascarado, escena de siete minutos que ha encendido otro de los señalamientos recurrentes: “¿Acaso nadie puede hacer un programa de televisión que no esté lleno de mujeres siendo asesinadas, violadas y aterrorizadas?”, se pregunta, por ejemplo, el crítico Neil Genzlinger, de The New York Times .

A pesar de que los números indican que la mayoría de las víctimas de acoso son femeninas, Williamson afirma tener intenciones de hacer un balance entre varones y mujeres en Stalker .

“No quiero que sea un programa acerca de la violencia contra la mujer”, dijo el productor a The Hollywood Reporter , y agregó: “Todos pueden ser acosadores, todos pueden ser víctimas”.

¿Por qué la serie podría ser pertinente en nuestros días? Un drama como Stalker es posible solo en una sociedad conectada. Vivimos en la paradoja de tiempos en los que tratamos de mostrar nuestra mejor versión de nuestra vida en las redes sociales y, al mismo tiempo, estamos preocupados por nuestra privacidad, por la inviolabilidad de esos espacios íntimos que solo viven puertas adentro.

Vivimos en días celosos y voyeuristas. También estamos en temporada alta de miedos crudos. Aunque esto último es mentira: siempre ha sido buen momento de vender horrores y mejor aún si estos acechan en las sombras.