Shailene Woodley: El ascenso de una heroína inesperada

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En el verano del 2014, Hollywood estaba listo para ordeñar, por enésima vez, una de sus vacas favoritas: las franquicias para adultos jóvenes. La película de turno retrataba un futuro distópico: una sociedad que vive bajo un estricto régimen autoritario, y una muchacha que parece destinada a romper ese orden en pos de un futuro más justo, un futuro mejor.

Lo curioso es que esa película no era Los juegos del hambre , aunque se le parecía. Más curioso aún, la protagonista no era Jennifer Lawrence, si bien las similitudes estaban en todas partes. Las comparaciones fueron inevitables cuando Divergente se estrenó en todo el mundo. Pero, ¿quién era la muchacha que aparecía en el póster promocional, en los tráilers, en los estrenos? ¿Quién era el rostro de aquella nueva saga?

Su sonrisa, sus facciones, su cabello, su talento: todo resonaba a Lawrence. Su nombre, sin embargo, era muy diferente. Shailene Woodley, apenas en su cuarta película filmada, acababa de dar el paso que la pondría en la estratósfera de nuevas reinas de Hollywood.

Ser adolescente. A Shailene Woodley le gusta abrazar. Lo hace con sus colegas y con los periodistas que cubren las alfombras rojas de los estrenos cinematográficos y los que logran una entrevista con la simpática joven. Woodley abraza a sus fanáticos, a desconocidos, a todo el mundo.

“Tenemos un tiempo limitado en nuestras vidas”, dijo a The Hollywood Reporter el año pasado, cuando se le preguntó el porqué de aquella costumbre. “Más vale hacer que cada conversación cuente. Por eso el abrazo. Es como decir ‘Hey, soy real, vos sos real. Conectemos’”.

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Esa filosofía, con decididos aires hippies, es la que Woodley ha adoptado en su vida profesional y personal desde siempre, mucho antes de convertirse en la súper estrella adolescente que posa en los carteles promocionales de Divergente .

La muchacha, nacida en noviembre de 1991 en California, comenzó a actuar cuando tenía 5 años. El grueso de su carrera infantil se concentró en comerciales y pequeños roles televisivos, tanto en series como en películas. Su temprana experiencia le permitió tomar conciencia de su posición, de su trabajo y, sobre todo, de sus límites y capacidades. “Fue un lujo (comenzar tan temprano en la actuación). Gracias a ello sé que nada viene de la noche a la mañana y que hay que trabajar muy duro para ser exitoso”, dijo al diario británico The Guardian , hace apenas una semana.

No hay mayor lección que la que sigue a un fracaso, y de estos sobran en la carrera de un actor; más todavía si se inicia tan temprano.

Cuando tenía nueve años, Woodley perdió un papel en el drama Yo soy Sam ; el rol fue para Dakota Fanning. La frustración y el enojo se apoderaron de la niña Woodley; fue su padre quien se encargó de transformar aquellos sentimientos opresivos en energía, en buenas vibras.

“Mi papá me dijo: ‘Shai, quiero que cerrés tus ojos e imaginés a Dakota, y quiero que le enviés mucho amor y mucha luz porque algún día vas a ganar un papel grande y vas a querer el apoyo de las demás chicas contra las que competiste y que van a sentir la misma rabia que sentís ahora. Es tu turno de apoyar a Dakota’. Y eso fue lo que hice”, contó la muchacha.

Su primera gran oportunidad no tardó en llegar. En el 2008, Woodley se convirtió en la protagonista de The Secret Life of the American Teenager , una serie producida por la cadena estadounidense ABC. En ella, la actriz hacía el papel de Amy Juergens, una quinceañera quien descubre que está embarazada. Durante cinco años –durante parte de los cuales, la propia Woodlye todavía se encontraba, como su personaje, en la secundaria–, el programa exploraba las secuelas del embarazo en la vida de una adolescente y sus relaciones con su familia y sus amigos.

Secret Life fue un éxito, desbancando a Gossip Girl como el show de referencia para la juventud gringa. Las cinco temporadas de la serie permitieron a Woodley ganar experiencia, sí, pero también un séquito de seguidores fieles, la base para cualquier carrera exitosa en un medio tan voraz como Hollywood. Faltaba ganarse el beneplácito de la crítica.

En el 2011, con apenas 20 años, Woodley fue la contraparte de George Clooney en la película Los descencientes . El drama, dirigido por el ganador del Óscar, Alexander Payne, cuenta la historia de un padre y una hija cuya relación, hasta entonces distante y apenas formal, es sometida a niveles agobiantes de tensión cuando la madre de la chica sufre un accidente de navegación y cae en estado comatoso.

La cinta fue un éxito. Ganó el Globo de Oro a Mejor película dramática y el Óscar a Mejor guion adaptado. Woodley, por su parte, estuvo nominada a mejor actriz en un drama, durante los Globo de Oro de aquel año.

La chica lo había logrado. El público y la crítica estaban de su lado. Después de Los descendientes , Woodlye participó en otra película, The Spectacular Now , antes de rodar el episodio final de Secret Life y quedar, finalmente, con las puertas abiertas.

El momento de conquistar el mundo era ahora.

Ser heroína. La vida es fanática de la ironía. A finales del 2012, el estudio Lionsgate estaba en búsqueda de la protagonista para su nueva saga de filmes. No había lugar a dudas: querían a alguien con las mismas cualidades que Jennifer Lawrence. Su primera opción era Woodley, pero la muchacha no estaba segura.

“Luego de participar durante cinco años en una serie de televisión, la idea de firmar un contrato para cuatro películas era un poco intimidante”, contó a The Guardian . A The Hollywood Reporter le dijo: “No me sentía capaz de firmar un contrato para más de una película, porque una vez que firmás un contrato, estás legalmente obligada. Incluso si no encontrás tu trabajo creativamente estimulante”, dijo, “igual tenés que hacerlo”.

Ante sus dudas, Erik Fieg, co-presidente de Lionsgate, tomó medidas y se valió del arma más inesperada posible: la propia Jennifer Lawrence.

Fanática confesa de Secret Life , Lawrence intercambió una serie de correos electrónicos con Woodley sobre los beneficios y méritos de ser la cabeza de una franquicia para adultos jóvenes. “Tenés que hacerlo”, escribió Lawrence. “No te arrepentirás ni por un segundo. Sí, hay cosas difíciles, pero también hay muchísimas cosas hermosas que vendrán gracias a una oportunidad como esta”.

En distintas oportunidades, Woodley ha asegura que recibió el consejo de Lawrence junto al de muchas otras personas; que las palabras de JLaw, aunque importantes, no fueron determinantes.

Sin embargo, desde Lionsgate cuentan que, después de aquella interacción entre las dos jóvenes actrices, algo cambió y la decisión de Woodley quedó en firme. “Estoy lista para hacer Divergente ”, les dijo la actriz. “Hablemos”.

Ser Shailene. Caben pocas dudas: Shailene Woodley es uno de los personajes más particulares en la escena hollywoodense actual, tan escasa de íconos jóvenes.

Su comportamiento, su sistema de creencias, sus elecciones profesionales: todas ellas son un cúmulo de sorpresas que hacen de la carrera de Woodley una difícil de predecir.

Luego del estreno de Divergente , Woodley decidió tirar a la basura su teléfono celular. “Me di cuenta de que un teléfono no era necesario en mi vida, así que durante un tiempo después de la filmación prescindí de uno”, relató a The Guardian cuando se le consultó si aquello había afectado su carrera profesional.

Tampoco tiene casa. Cuenta que ha escogido, durante un tiempo, mantener un estilo de vida nómada. Incluso, tras la reciente filmación de Insurgente , la segunda cinta de la saga distópica, pasó un tiempo como mochilera en España e Italia, hospedándose en apartamentos y casas de desconocidos afiliados a la red Airbnb (algo así como alquileres temporales para turistas que pasan del hotel). Se cepilla los dientes con arcilla, produce su propio desodorante y cree en la medicina preventiva. A Shailene nadie le dice qué hacer.

Lejos de las comparaciones, Shailene Woodley brilla, cada vez más, con luz e intensidad propias, dueña de sí misma, sin ataduras ni frenos impuestos. Como dijera Wyck Godfrey, productor de The Fault in Our Stars –otra cinta que protagoniza la chica–, “Más que ser la próxima alguien más , ella será recordada como la primera Shailene”.