‘Risky Drinking’: el alcoholismo desde la primera hasta la última copa

Un documental de HBO sigue la vida de cuatro personas que, entre todas sus diferencias, comparten una dependencia física y emocional al alcohol

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Un borracho puede tener muchas caras, plantea el documental Risky Drinking : una mujer joven que usa el alcohol para desinhibirse en fiestas; un padre que sobrecarga a su hijo con la responsabilidad de cuidarlo; un grupo de madres que toma para liberarse de sus presiones domésticas; y un abuelo tan dependiente al alcohol que su cuerpo tiembla cuando deja de beberlo.

Con cuatro testimonios, la producción de HBO describe un panorama muy amplio en el que los límites entre la bebida inofensiva y la problemática son difusos.

“Las cosas han cambiado en la manera que vemos los desórdenes del abuso de alcohol. Antes era blanco y negro: tenías el problema o no lo tenías”, corrige frente a la cámara la directora del Centro para la Motivación y el Cambio, una institución de rehabilitación ubicada en Nueva York.

Una escala sencilla ubica a cada quien en una categoría de riesgo, desde el leve al mortal. En una descripción práctica, el documental asegura que las mujeres no pueden superar tres tragos en un día ni siete a la semana; los hombres no pueden beber más que cuatro tragos en un día ni más de 14 a la semana.

Frente a esa escala, Risky Drinking advierte a sus espectadores que no es tan fácil evitar los extremos.

En Estados Unidos, asegura la cinta, un tercio de los adultos tienen o tuvieron problemas con el exceso de alcohol en algún momento de sus vidas.

¿Quiénes son el tercio?

No todos los que beben son alcohólicos ni todos los alcohólicos tienen que convertirse en abstemios para resolver su relación tóxica con el alcohol.

En los nuevos “grises” que los expertos describen para Risky Drinking existen opciones variadas.

El documental primero presenta los casos más inofensivos: aquellos que todavía viven sus vidas normales, aún cuando tengan problemas para moderar la cantidad promedio del alcohol que toman.

Kenzie, una mujer profesional joven, bebe solamente los fines de semana. Sin embargo, un estado emocional frágil no soporta los embates de la intoxicación y cierra sus fiestas con llanto.

“Acostumbramos a beber mucho y dormirnos donde terminemos la noche”, cuenta una de sus mejores amigas. “Estamos vivas. Todavía no nos han violado ni asesinado”, bromea.

En otro de los casos ligeros, Mike obtiene alcohol barato de la isla en la que vive. Lejos de las presiones de su vida normal, la bebida casual se ha convertido en una rutina diaria. Sin embargo, una terapia de moderación le ha permitido comenzar a medir con exactitud la cantidad de alcohol que toma.

“En un espectro tan grande de bebida lo que quieres hacer es prevenir a los que tienen un riesgo moderado antes de que avancen hasta una etapa severa. Si alguien no puede moderar el alcohol, mejor no intentas enseñarles a moderarlo. En ese caso, la mejor prescripción médica es la abstinencia”, explica el director de psiquiatría del Centro Médico Langone de Nueva York.

Los alcohólicos más problemáticos tienen dificultades de otra índole: rompen compromisos familiares para beber, toman descansos en sus empleos para sacar las botellas que esconden en sus vehículos.

Noel, una mamá soltera, comienza asistiendo al happy hour que organizan otras madres que superan las presiones de su vida doméstica con una copa en la mano. Para finales del verano, está consciente de que su afición por la bebida se ha convertido en un obstáculo para tener una relación normal con sus dos hijas.

La negación de los personajes de Risky Drinking se presenta en dosis muy variadas. Los cuatro protagonistas de la cinta asumen que la manera en que el alcohol los afecta es un problema; sin embargo, ninguno de ellos dimensiona las secuelas de sus malas decisiones sin ayuda externa.

“Tenemos un grave problema con Neal”, cuenta una de las doctoras que trata el caso de un paciente con un riesgo severo. Neal es una persona mayor de 60 años cuyo cuerpo se ha hecho completamente dependiente al alcohol. “He visto pacientes con demencia inducida por el alcohol, quienes han afectado sus hígados y sistemas nerviosos de tal forma que no pueden caminar. Es un punto en el que tienen que tomar una decisión o la decisión va a ser tomada por ellos. Si Neal no busca ayuda, morirá”.

Un panorama mortal

Caso por caso, la cineasta Ellen Goosenberg Kent –premiada con el Óscar y el Emmy por producciones previas– describe un panorama de uso y abuso para el alcohol.

Cada historia cierra su capítulo con una valoración médica que ayuda a identificar casos similares.

Risky Drinking reta a sus espectadores que reconozcan en qué momento sus hábitos de bebida pueden ponerlos en riesgo y, además, ofrece información que puede llevar a millones de personas a tener una vida más saludable”, asegura la descripción del documental en el sitio web de HBO.

Véalo: Lunes 19 de junio, 9 p. m., HBO.