¿Para qué emborracharse de televisión?

Ver todos los episodios de una serie en uno o dos días es una práctica que va más allá de algunos teleadictos. Para algunos analistas, es el nacimiento de una nueva forma de arte.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El primer episodio de Sense 8 me aburrió casi sin remedio. Para ver la serie de Netflix sobre ocho personajes misteriosamente interconectados de los Wachowski, tenía la mejor compañía posible, ganas de verla, miles de comentarios positivos y deseos de sumarme a la fiebre. Sin embargo, no hubo forma de engancharme.

Un reciente domingo de pereza, lo intenté de nuevo. Vi otros siete capítulos seguidos, con una pausa para ir a comprar arroz cantonés y otra para ir al baño. No hice nada más.

En inglés, el término para esta práctica es binge-watching . Binge-drinking es beber muchas bebidas alcohólicas para emborracharse en el menor periodo de tiempo posible. Para series de televisión, binge-watching podemos definirlo como una borrachera de episodios: ver toda la temporada de una teleserie en uno o dos días, sin más pausas que las necesarias y con el fin de disfrutarla completa cuanto antes.

Naturalmente, esta práctica empezó a popularizarse con los servicios de streaming . Al tener disponibles todos los episodios allí a mano, en línea de una vez, ¿esperar una semana para ver el siguiente capítulo de Breaking Bad ? Jamás.

Tan extendida es esta costumbre que no le hemos dedicado suficiente reflexión. En Vox.com , el crítico de televisión Todd Van Der Werff lanzó una aseveración temeraria: al publicar las temporadas completas de sus series ( House of Cards , Orange is the New Black ) en un solo día, Netflix está creando, accidentalmente, una nueva forma de arte . ¿Será así?

Excesos. “Es lógico que esto va a pasar porque la gente tiene el control de la agenda”, explica el crítico de televisión Óscar Cruz. “En la televisión usual, usted podía consumir las series al ritmo que se la iba pasando independientemente de lo que le gustara o no. Con esta práctica, busca lo que realmente le apasiona. Por gusto, puede acabar las series en el momento que usted quiera”, detalla el productor.

En los servicios bajo demanda, el gancho para adquirir nuevos suscriptores es ofrecerles todo lo que quieran, como quieran y cuando lo quieran. De hecho, a Netflix no le interesan los ratings de la televisión abierta y por cable. Más bien, su negocio se basa en atraer cada vez más suscriptores, que pagan $8 o más al mes.

“Vivimos en una sociedad de satisfacción inmediata. Los arcos narrativos y los suspensos que se creaban a veces duraban no solamente una semana, sino que, si se resolvían al final de la temporada, podían durar meses”, dice José Fonseca, profesor e investigador de comunicación de la UCR.

Un posible impulso para “echarse” así una serie es el miedo a estar fuera de una conversación. Si todos sus amigos están hablando de Game of Thrones , hay que correr por actualizarse, para entender por qué se pelean por un personaje con tanto furor. Lo intenté: vi dos temporadas en un par de días. ¿Valió la pena?

Esa es otra gran duda en torno al binge-watching . “Dependiendo de la audiencia, cierto contenido puede interpelarla más intensamente. Poder consumir todos los capítulos puede lograr una euforia mayor, fanáticos más acérrimos, más emoción a la hora de ver el producto, que no era posible en otro escenario. No creo que ver todas las series de golpe las favorezca en general, pero sí en casos específicos”, comenta Óscar Cruz.

Por ejemplo, ¿cómo funcionaría lanzar una temporada de House of Cards , drama político por excelencia, en época electoral estadounidense? ¿Cuánto benefició a Sense 8 la aprobación del matrimonio igualitario en Estados Unidos y la lucha por los derechos de las personas transgénero?

A todos nos encanta la sensación de pertenecer y estar al corriente. Si podemos ahorrarnos el tiempo y ponernos al día en un fin de semana, mucho mejor.

Tiempo. Esta práctica empieza a cuestionar la forma tradicional de entender y consumir la televisión. En principio, y según siguen siendo producidos, cada episodio tiene su propio carácter, una integridad que puede difuminarse si se ven todos seguidos.

Esto puede aplanar los cliffhangers de cada final: el suspenso se diluye si no esperamos una semana para saber si X muere; simplemente, dejamos que se cargue el siguiente capítulo.

Por otra parte, todos recordamos lo que era repasar Betty, la fea y Grey’s Anatomy cada lunes, al lado de la cafetera del trabajo o en la ‘U’. Cada compañero tenía algo que decir, uno se peleaba por las interpretaciones y terminaba las discusiones así: “Me muero por ver qué pasa”.

Ya no. Ahora, más bien, hay que decir: “Por favor, ¡no me cuente qué pasa! La veo este fin de semana”. Ya no vivimos por meses o años con personajes envolventes; los conocemos, pasan por nuestra vida con más o menos impacto, y se esfuman.

“La primera temporada de Bloodline es el piloto. No es como que el primer episodio de Bloodline sea el piloto”, ha dicho Ted Sarandos, director de contenido de Netflix. Tradicionalmente, el éxito o fracaso del piloto de una teleserie decidía si se continuaría produciendo o se cancelaría. Ahora, con la serie lista por completo, ¿qué falta hace? Si a la gente le gusta la primera ronda, vendrá la segunda y unas más.

El cambio en lo que estamos viendo no parece tan explícito. Sí, cambia cómo consumimos, pero el drama sigue siendo igual. “Siguen teniendo la misma construcción, estructura, naturaleza. Siguen contándose de forma muy similar”, considera Fonseca.

Lo que sí podría alterarse sería la dinámica de producción de las series, para adaptarse a la demanda pronta y concreta. “Siento que aunque haya demanda rápida de parte del usuario, a final de cuentas, la producción de los textos tiene su propia lógica, cronograma y presupuestos que se mantienen independientes”, dice Fonseca.

Ya se hacían maratones de “todo un día de Friends ” en la televisión, pero lo que cambia en el binge-watching es la atención que se pone y que es deliberado. Uno busca hacerlo. Llega de la oficina a las 7 p. m., enciende la computadora y deja correr Narcos hasta más allá de medianoche.

No siempre es lo más saludable. Un reciente estudio de la Universidad de Texas sondeó a 316 sujetos sobre cuán frecuentemente veían televisión normalmente, cuán seguido hacían binge-watching y cuán frecuentemente se sentían solos o deprimidos. “La fatiga física y problemas como obesidad y otros problemas de salud están relacionados al binge-watching y son causa de preocupación”, se informó.

Estos datos hay que tratarlos con cuidado: no es una situación generalizada, sino que debe verse caso por caso, explica la psicóloga de la Universidad Nacional Viviana Umaña. Ver una serie por fiebre no es, en sí, síntoma de adicción ni depresión. En el país no se han hecho estudios sobre el tema. Eso sí, si usted empieza a limitar relaciones interpersonales por ver tele, si siente fatiga y aún así sigue viendo, si sacrifica horas de sueño... preste atención.

El caso es que poco a poco, podría aumentar esta tendencia. Ojalá que sean “borracheras” saludables y entretenidas. ¿ Cambiarán las series ? No tan pronto, pues no es la norma en cuanto a consumo. Si sucede, ya lo veremos, pegadísimos a la pantalla.