Página Negra: Tatum O'Neal, una vida de papel

Obtuvo un Óscar a los 10 años, pero vivía en una familia infernal, con un padre agresivo y perverso, que la manipuló para sus fines y la degradó.

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Conoció a muchos monstruos; el peor: su padre. Él la inició en el sexo y las drogas; entre una y otra le propinó sus buenas golpizas.

En otra galaxia eso habría sido un escándalo, pero no en Hollywood; donde las perversiones son parte del sacrificio que exigen a sus acólitos, los dioses de la ambición y la gloria.

A los diez años, cuando las niñas todavía brincan “suiza”, ella acudió a recibir un Óscar como mejor actriz secundaria por Luna de papel ; ahí se dio cuenta que esta no era de queso.

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Ese día Ryan O’Neal –el progenitor– la molió a palos, enloquecido por los celos ya que él no ganó nada; lo más cerca que estuvo fue por su lacrimógeno rol de amante solícito en la empalagosa e infumable Love Story .

El lector ingenuo se preguntará: ¿Y la madre? Joanne Moore estaba hundida en la depresión; era una farmacia con patas por la cantidad de fármacos que consumía.

Con ese par de modelos la infeliz de Tatum O’Neal maduró a la fuerza; a los doce años iba a todas las bacanales de Hollywood, y comenzó estudios avanzados en consumo de licor, ingestión de drogas y sexo rápido con el primero que estuviera a mano, literalmente.

Uno de ellos fue Michael Jackson, que le metió garra como si fuera una rosquilla a la salida del kinder, pero el rey del pop nunca pasó de las ganas con todas sus víctimas.

Nada de esto son chismes baratos, ni comidilla de solteronas alrededor de un té; la misma Tatum –en honor a sus 40 años– desgranó sus miserias en una autobiografía lacerante, que reveló las perversiones que sufrió en el universo del celuloide.

Una de las perlas que soltó fue para Melanie Griffith, la borracha exmujer del megamacho Antonio Banderas, a quien acusó de iniciarla sexualmente en una orgía lésbica cuando Tatum solo tenía doce años.

En el libro, A paper life , tampoco ahorró mamporros contra su exmarido John McEnroe, reconocido tenista con quien se casó a los 23 años. Con él tuvo tres hijos –Sean, Kevin y Emily– a pesar de los malos tratos y la vida de perros que llevaron.

Vale aclarar que McEnroe le quitó a la actriz la custodia de los niños, porque era una adicta a la heroína, se inyectaba delante de ellos y los tenía casi en la indigencia.

El divorcio, los pleitos legales y cargar con ella misma la tuvieron tan ocupada que dejó de filmar, de todos modos era poco el tiempo que estaba sobria.

Volvió a las pantalla pequeña, a los 42 años, como Maggie Gavin en Rescue me ; participó con un ruidoso fracaso en el show Dancing With the Stars y siguió dando tumbos al barranco con la serie Wicked Wickerd Games y el filme My Brother .

Faldas revoltosas

Pocas veces los astros se alinean en contra de una persona, de la forma en que lo hicieron con la vida de Tatum. Nació en la peor familia imaginable: la madre, Joanne, pasaba drogada ad perpétuam; el padre, Ryan, era un megalómano agresor con episodios sociópatas, disfrazados de galán romántico.

La niña nació el 5 de noviembre de 1963, en Los Ángeles, y un año después los inadaptados aumentaron el disfuncional hogar con el pequeño Griffin.

El inestable matrimonio se partió, cuando ella tenía cuatro años, porque Ryan era un faldero incorregible que dejó embarazada a la actriz Leigh Taylor Young, de Patrick, su hermanastro. Años después, el padrote dejó a Taylor por los huesecitos de la peliteñida Farrah Fawcett, con quien procreó a Redmond, futura carne de presidio.

Desde sus más tiernos años la niña sufrió los devastadores efectos del hedonismo, el dinero y las frustraciones de sus padres, empeñados en hacer de ella una estrella, a costillas de su felicidad.

A los diez años lo logró y la estatuilla dorada fue su maldición. Lanzada sin red al depravado mundo de la farándula, su padre la hundió en el mundillo de las drogas y la cedió carnalmente a un amigote.

Unos dicen que Tatum fue el gran amor de Michael Jackson, si es que este pudo amar a alguien fuera de si mismo. En todo caso, en su biografía, O’Neal asegura que Jackson era un pendejo.

En cuestiones sexuales la chiquilla era un saco de “mañas” y confesó haberse echado a la olla al rompenarices de Jean-Claude Van Damme; hace unos daños se declaró lesbiana y señaló a Melanie Griffith como una de sus conquistas.

“Me gustan las mujeres. He estado saliendo recientemente con mujeres. Creo que son las criaturas más increíbles de la tierra. Son amables y más inteligentes que cualquier hombre que haya conocido últimamente. No tengo novia ahora mismo, pero espero tenerla pronto”, confesó a la revista People .

Tras su desastroso matrimonio y ruptura con el tenista McEnroe se alejó del cine y la televisión, y se concentró en un tratamiento para liberarse de su adicción a la heroína y a las anfetaminas.

A los 44 años no pudo superar la muerte de Lena, su adorable terrier escocesa de 16 años. Esto le activó el recuerdo del fallecimiento de su madre, diez años antes, a causa del cáncer de pulmón. Y para peores Ryan dejó de hablarle desde que retrató sus vilezas en A paper life .

La cabeza se le llenó de cabras y rompió la cuaresma farmacológica. En junio del 2008 salió a las calles de Manhattan a buscar un poco de cocaína; antes de recaer la policía la capturó; la juzgaron y le impusieron una multa de 95 dólares.

Cuando la detuvieron estaba tan embrutecida que solo atinó a ladrarle a los agentes: “¿Saben quién soy?”