Página Negra de Mara Wilson: Matildaya no vive aquí

Atrapada por un personaje tierno e infantil la industria de Hollywood la condenó a papeles de tonta segundona, detrás de la actriz joven y guapa.

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Le llegó la pubertad y fue la última en enterarse. Subió de peso y de pechos. Echó cuadriles y los papeles de niña tierna ya no le sentaban. Encima la sacaron desnuda en las redes sociales; la madre murió de cáncer; le entró la depre y la ansiedad; se declaró bisexual y mandó todo al cuerno.

Quién diría que aquella niña ojiverde, pelo castaño, cara angelical, traviesa, despierta y con insólitos poderes mentales frenó su carrera artística por directores que solo le ofrecían papeles secundarios de gorda tonta.

A los seis años Mara Wilson demostró sus dotes actorales al lado de Robbin Williams, en Papá por siempre . Siguió con Milagro en la calle 34 y a los ocho años encarnó a Matilda, en la película homónima que la consolidó en la cima de Hollywood.

Pero, entre más subía, más se hundía. Durante el rodaje de ese filme le diagnosticaron cáncer de seno a su madre, Suzie Shapiro Wilson, un ama de casa de Los Ángeles.

La filmación terminó seis meses después y mientras hacían la post-producción Suzie murió; Mara no estaba con ella y eso le causó un trastorno obsesivo compulsivo.

Todos los traumas que le heredó la meca del cine los contó Wilson en un video que filmó a los 28 años, como parte de un programa para enseñar técnicas de respiración a las personas con cuadros severos de ansiedad.

En la revista Cracked ella expuso siete motivos por los cuales los actores infantiles se volvían locos por el acoso de los fotoperiodistas, empeñados en tomarles fotos o filmarlos en situaciones incómodas: borrachos, a la salida de clínicas de desintoxicación o solo porque estaban ahí, listos para la foto.

De nada le sirvieron los poderes mentales de Matilda; los cineastas, cada uno más tonto que el anterior, la encasillaron en personajes edulcorados de niñita empalagosa, con carita de querubín renacentista.

Lo peor llegó con la pubertad, cuando sus hormonas enloquecieron y el cuerpo de Mara pasó de plano a tener relieve.

Tras las muerte de Suzie tuvo un bache de tres años y a los once intentó retomar el hilo de su vida fílmica con Thomas y el tren mágico . Viajó sola entre Toronto y el Reino Unido –donde se filmó–, porque su padre no la pudo acompañar.

La directora Britt Allcroft hizo de abuela excéntrica y sostuvo con la niña-mujer, como dicen los cursis, una conversación inolvidable: “Mara, cuando comenzamos a filmar todavía eras una chiquita, pero ahora creciste, tienes 12 años y tu cuerpo cambió”.

Así, sin anestesia, cayó en la cuenta de que la metieron de sopapo en otro zapato. Le compraron sostenes deportivos y rompió a llorar. Su cuidadora, Lucy, la aterrizó : “Ay no, no te pongas triste. No es algo malo. Las tetas son algo fabuloso”.

Atrapada

Todos los demonios los conjuró en su libro ¿Dónde estoy ahora? , donde relató sus miserias: pasar de mito infantil a ser la jovencita sobalevas de las más bonitas del set .

El hogar de Mara Wilson nada tenía que ver con el de Matilda. Su padre, Mike, era ingeniero de radiodifusión televisiva y con Suzie procreó a Danny, Jon, Joel y Anna. Mara nació el 24 de julio de 1987, en Los Ángeles, y fue educada como judía pero con los años se volvió atea.

Desde los cinco la metieron al negocio de los comerciales televisivos y el cine. Pronto llamó la atención de algunos productores y Danny De Vito la llevó a Matilda.

Apalancada en su talento ganó varios premios; tras la muerte de la madre y la filmación de Thomas y el tren mágico decidió abandonar los decorados para terminar la secundaria. Por esos días le enviaban los guiones a su casa para evitarle el tedio de las audiciones.

Todo iba de perlas, de no ser porque creció; le cambió el cuerpo y la cara. Hollywood perdona lo que sea menos hacerse viejo, hay que ser siempre joven para vender fantasías.

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“Una actriz debe ser atractiva para ocho o nueve de diez personas para recién ser considerada como la mejor amiga de la protagonista", confesó al periódico BBC .

Eso le ocurrió con Atrápenlos . El director le aseguró que era perfecta para el papel de “la amiga gorda del personaje principal y de la que se reían constantemente”. Kristen Stewart era más flaca y obtuvo el contrato.

Comenzaron las burlas en las redes sociales. Los pervertidos de la Internet se divertían a sus costillas; realizaban montajes de su cara sobre el cuerpo de mujeres desnudas.

Matilda la encasilló; algo similar le ocurrió a Mark Hamill que nunca superó su rol de Luke Skywalker; o a Jake Lloyd, el niño de la Amenaza Fantasma , la precuela de Star Wars .

A Mara Wilson el personaje la engulló y le costaba separarse de este en la vida real. “Ella es como la hermana mayor que me eclipsa. Aspiraba a ser ella” y fue muy duro lidiar con el sentimiento de la gente, que quería más a Matilda que a ella misma.

Hace pocos meses Mara rompió otra tinaja y se declaró heterosexual pero con algunos contactos, esporádicos, homosexuales. Según confesó: “he abrazado la etiqueta Bi/Queer ”.

Por ahora vive alejada del cine y trabaja para Publicolor, una organización benéfica que lucha para revertir la tasa de abandono escolar. También integra el Proyecto UROK, donde brindan asistencia a las adolescentes con problemas mentales.

El cuerpo le cambió, la vida le cambió, ella cambió y comprendió que en Hollywood lo único que cuenta es ser sexi y bella; lo demás es un cuento, como el de Matilda .