Jane, la virgen heroína de una telenovela poco convencional

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Partamos del hecho que Jane the Virgin es una telenovela para una época en la que ya las Marías del Barrio no existen.

El público ya no aplaude a las heroínas sin defectos ni a las villanas sin un ápice de buena voluntad. En la era de la historia del antihéroe, los escritores le sacan las lágrimas a sus villanos y endurecen los corazones de sus protagonistas.

Jane es, muy por encima, una heroína como las de antes. Tiene un orden moral de hierro: ha guardado su sexualidad intacta para vivirla con el amor de su vida, aunque todavía no tenga certeza de quién es esa persona.

Sin embargo, debajo de esa característica superficial, existe también una Jane muy terca, que tan pronto resuelve un problema como lo empeora, porque la buena voluntad no es el único tiquete al éxito real.

La serie también le saca el jugo a una Jane muy vulnerable, ambiciosa en su carrera pero que se tambalea mientras descubre sus propias capacidades.

Jane tampoco es una belleza tradicional. No es una latina ardiente, en el sentido como lo es Sofía Vergara en la comedia Modern Family . No es una Rubí comehombres, no es una migrante luchando en condiciones de pobreza por el bienestar de su familia ni tampoco es una mujer desesperada buscando un hombre que ocupe la cabecera de la mesa del hogar.

En resumen, no es ninguno de los estereotipos que la industria de la televisión ha creado en más de sesenta décadas.

Por su papel, la actriz Gina Rodríguez logró adjudicarse, en enero, el premio Golden Globe a mejor actriz en una serie de televisión de comedia.

La única otra latina que había alcanzado el galardón era America Ferrera, en el 2008, por su trabajo en Ugly Betty (adaptada, a su vez, de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea) .

El discurso de Rodríguez de aceptación fue dirigido a esa ausencia de roles heroicos para la comunidad latina.

“Este premio es mucho más que algo para mí misma. Representa a una cultura que se quiere ver a sí misma como héroes. Mi padre solía decirme todas las mañanas: “Hoy va a ser un gran día. Yo puedo y lo haré”. Bueno, papá, hoy es un gran día. Yo puedo y lo hice”.

Lo caliente. El limitado espectro de roles latinos en la televisión estadounidense ha restringido hasta las mismas ambiciones de los actores.

Es común encontrar roles como el de Gabrielle Solís ( Desperate Housewives ) o Gloria Delgado-Pritchett ( Modern Family ).

Desde las cintas mexicanas de la década de 1950, la televisión se encargó de encasillarlas como mujeres con una libido alta, grueso acento y muy ambiciosas.

“Cuando me convertí en actriz me di cuenta que me veían de una forma muy específica por mi piel morena, lo cual es interesante porque yo nunca me vi así”, contaba Rodríguez en entrevista con la publicación Vanity Fair .

“Me limitaban a ciertos roles por esa piel, me veían de cierta forma por ella. No quiero decir que estaba triste porque estaba muy esperanzada, pero estaba consciente de que las imágenes que veía en pantalla influenciaban cómo me veía a mí misma”.

La creadora de Jane the Virgin , Jennie Snyder Urman, ha sido también enfática en que su serie quiere destacar a una mujer inteligente y capaz, independientemente de su color de piel.

“Soy muy consciente de que quiero escribir mujeres inteligentes y ambiciosas. Estoy escribiendo una mujer muy específica. Creo que entre más específica la construya, menos tengo que cargar con el peso de los estereotipos, porque estoy escribiendo personajes. Ahora estoy escribiendo sobre una mujer inteligente, dedicada a su carrera, graciosa, compasiva y trabajadora. Y la raza es una de tantas cosas que definen su personalidad”.

Jane the Virgin ha logrado continuar una creciente tradición de roles de mujeres fuertes tanto por sus cualidades como por sus defectos. El resultado son personajes que superan los arquetipos de la “virgen” o la mujer “sexi”.