Harvey Milk: El alcalde de la calle Castro

Solo duró 11 meses como concejal en San Francisco, pero su cruel asesinato, a manos de un rival político, acabó con la trayectoria del más conocido líder homosexual de los años 70.

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Amante del espectáculo, manejó como nadie a los medios de comunicación y atrajo las luces sobre su figura teatral, estridente, excesiva, grandilocuente.

Al ritmo que vivió, solo podía morir de la manera en que ocurrió: a tiros; cinco para ser exactos, dos en la cabeza por las dudas. Dan White –el criminal– se había llevado antes en banda al alcalde de San Francisco, George Moscone, con la misma receta.

El 27 de noviembre de 1978 fue un lunes negro. La policía encontró el cadáver aún tibio de Harvey Milk, el concejal, boca abajo, sobre el piso de su oficina en el Ayuntamiento.

Milk estaba en la lista de las Parcas. Días antes, en una grabación divulgada por Jenni Olson, el líder homosexual vaticinó su muerte: “alguien que representa lo que yo represento, se convierte en el blanco potencial de alguien inseguro, aterrorizado, asustado o muy alterado”.

Así fue. Una multitud de dolientes acompañó las cenizas de Milk hasta las orillas del mar, donde fueron esparcidas; otras, reposan bajo la acera del No. 575 de la Calle Castro, el lugar donde abrió –en 1972– una tienda de cámaras y comenzó un movimiento que lo llevaría a ser el primer homosexual en ser electo para un cargo público en Estados Unidos.

En asesino fue soldado en Vietnam y un heroico bombero, pero bastante tormentoso y ruidoso. Solía hacer campaña política con el fondo musical de la película Rambo .

Los abogados de White dijeron que este actuó sin premeditación porque había ingerido una sobredosis de comida chatarra, estaba deprimido y el exceso de azúcar lo sacó de sus cabales.

El peculiar alegato quedó en los anales jurídicos como la “defensa Twinkie”, en alusión a un pastelillo esponjoso, relleno de crema, rebosante de calorías y de los cuales, según las estadísticas gringas, se venden 500 millones al año.

El jurado tomó el asunto como un acto político, realizado bajo circunstancias atenuantes, y por eso absolvió a White de los dos asesinatos, pero lo condenó a siete años por homicidio involuntario.

Algunos testigos, que escucharon la sentencia por radio, pidieron difundir la canción irlandesa Danny Boy y el Juicio Final cayó sobre San Francisco.

Una riada de manifestantes desbordó las calles, según ellos cegados por exceso de “twinkies”; quemaron autos, saquearon negocios, enfrentaron a palos a la policía en lo que se conoció como Los disturbios de la noche Blanca , en alusión al apellido del convicto.

Dan pasó cinco años en la cárcel; salió libre en 1985 y un año y medio después apareció muerto dentro de un auto, en el garaje de su exesposa. En apariencia se suicidó inhalando el gas de la “mufla”.

La esperanza

“Si trabajo bien, a la gente no le importará que sea verde o tenga tres cabezas” afirmaba Milk con el aire desenfadado que lo caracterizaba y haciendo alarde de su homosexualidad. Así lo retrató Tim Hill en el libro Inolvidables .

Si bien California era un caldero de ideologías donde convivía la fauna más variada, los amigos de Milk vivían encerrados en sus armarios y querían que otros cambiaran el mundo por ellos. Pero Harvey estaba hecho de otra pasta y proclamó sin pudor su gusto por los hombres y su lucha por un cargo público.

Fracasó dos veces antes de obtener el puesto de concejal por el distrito 5 en San Francisco. A la tercera, en 1977, llegó en alianza con George Moscone, tras una campaña electoral electrizante marcada por su genio alegre, conversador, desinhibido y franco.

La película Milk, con Sean Penn como protagonista, concentró su argumento en ese proceso electoral y es una apología sobre la vida del malogrado activista.

Cuando Harvey se instaló en la calle Castro, la ciudad de San Francisco era la Tierra Prometida de los homosexuales; una gran cantidad de organizaciones pululaban en el entorno y los políticos los cortejaban para obtener sus votos.

No todo era miel sobre hojuelas porque las leyes restrictivas y la policía emprendían batidas contra ellos; a principios de 1970 casi 3000 homosexuales fueron arrestados por tener sexo en público, comentó Randy Shilts en La vida y tiempos de Harvey Milk .

En 1973, molesto porque nadie se revelaba contra el sistema, decidió lanzarse al ruedo electoral sin tapujos y echarse al hombro la causa homosexual.

Los primeros en atravesarle el caballo fueron los de su propio corral, quienes veían con desdén al recién llegado. Milk encontró en la política su verdadera vocación y sin dinero ni experiencia buscó votos en cada esquina; con sus discursos incendiarios atrajo a la prensa y en su primera campaña quedó en el lugar 10, entre 32 candidatos al puesto.

Para el segundo intento, en 1975, cambió de “look” y afinó la propuesta. Forjó alianzas con camioneros, cantineros, comerciantes, constructores y aunque perdió otra vez, consolidó su alianza con George Moscone, recién electo alcalde de San Francisco.

Gracias a una serie de cambios en el sistema electoral, en la tercera campaña Milk ganó con una propuesta populista y divergente. Su lema lo difundió el New York Times : “¡Necesitan esperanza! ¡Necesitan un trozo del queque!.”

En este último peldaño enfrentó un rival enconado: Anita Bryant. La veterana señorita Oklahoma lo tuvo contra las cuerdas con su campaña Salvemos a nuestros niños , con el argumento de que los homosexuales, como no se podían reproducir, reclutaban a los jóvenes.

Con el apoyo de la prensa, incluido el San Francisco Chronicle , Milk ganó con una diferencia del 30 por ciento sobre sus rivales y desde ese momento presintió que su vida sería corta. “Sí una bala atraviesa mi cerebro, dejen que esa bala destruya las puertas de todos los armarios” dijo al New York Times .

Sueño imposible

Para rastrear los orígenes de Harvey Milk hay que ir hasta Nueva York, donde nació el 22 de mayo de 1930, en el hogar de William y Minerva Karns Milk, un matrimonio judío que había emigrado de Europa Oriental.

En la escuela los niños lo molestaban porque tenía los pies, la nariz y las orejas enormes; solía divertir a sus compañeros de clase con sus extravagancias y travesuras.

Según su biógrafo, Randy Shilts, a los 14 años Milk descubrió que era gay, pero supo guardar las apariencias tanto que sus amigos de la secundaria y la universidad lo consideraban “un machote”. Harvey ingresó a la Marina y fue buzo en la Guerra de Corea, hasta que lo dieron de baja con el rango de teniente. El mismo Shilts aclara que la homosexualidad no fue la causa de su retiro de la armada.

Aplicó sus conocimientos de matemático y consiguió empleo como actuario de seguros; más tarde laboró de analista financiero en Wall Street y aunque tuvo éxito como banquero eso no lo entusiasmaba, reseñó Hill.

Durante varios años anduvo errante; pasó de Nueva York a Texas pero ahí lo rechazaron por judío. Regresó a su terruño y después emigró a California, donde se estableció hasta su muerte.

En el amor también fue un poco díscolo y tuvo varios amantes; los prefería más jóvenes que él y era muy apasionado en sus afectos. A los 26 años se enamoró de Joe Campbell, de 21. Se fueron a vivir juntos y solía escribirle notas y poemas románticos.

La relación terminó y en 1962 conoció a Craig Rodwell, diez años menor. Lo cortejó con esmero a punta de llamadas telefónicas matinales para despertarlo. Rodwell era un activista empeñado en amargarle el día a los policías y eso inquietó a Milk, quien prefirió hacerse a un lado.

De nuevo soltero trabó amistad con Jack Galen McKinley. Este era un depresivo; exigía demasiada atención y una vez que intentó suicidarse Milk lo llevó al hospital donde Campbell, su examante, se recuperaba de algo semejante, después de que lo abandonó un marine llamado Bill Sipple.

Sipple volvería a cruzarse con Harvey en 1975, cuando abortó un intento de asesinato contra el Presidente Gerald Ford. Bill desarmó a Sara Jane Moore y la prensa californiana lo elevó a la categoría de héroe.

De inmediato Harvey vio una oportunidad mediática en The Angeles Times y convenció a Sipple para que saliera del armario y “mostrar que los gais hacen cosas heroicas, no solo toda esa mierda sobre abusar de niños y pasar el tiempo en saunas” escribió Shilts.

Después de McKinley conoció a Scott Smith, 18 años más joven. Se establecieron en San Francisco y vivieron de sus ahorros. De nuevo las tensiones minaron la relación y Smith se quejaba porque Milk ya no era aquel reposado hippie que conoció una vez.

Y es que Harvey estaba concentrado en sus ambiciones políticas; en organizar las protestas; dirigir las campañas; conceder entrevistas a la prensa y concertar alianzas electorales.

Su última pareja conocida fue Jack Lira. De carácter difícil por su alcoholismo, una noche lo invitó a su departamento y Milk lo encontró ahorcado.

Harvey Milk fue un animal político que buscó un mañana mejor, nunca tuvo miedo a mostrar quien era y siempre sonrió, aunque el día estuviera oscuro.