Dorothea Puente: parecía una inofensiva abuela, pero resultó ser una asesina serial

La mujer, protagonista de una serie documental de Netflix, administraba una pensión para adultos mayores y enfermos. Al menos 7 cadáveres fueron hallados enterrados en su jardín

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La casa de la muerte, así se conoció a la vivienda de Dorothea Puente, una mujer de 59 años que mató a nueve personas y las enterró en su patio. Durante seis años de terror, ella se dedicó a engañar a los miembros de la familia de los huéspedes de su casa, a los trabajadores sociales que hacían seguimiento y hasta a los investigadores.

Dorothea Helen Grey nació el 9 de enero de 1929 en Redlands, Estados Unidos. Era la sexta hija de siete en una familia humilde que recogía algodón y que atravesaba por una difícil situación física y mental. Su historia, recientemente, ha sido incluida en la serie documental de Netflix El peor inquilino, en la que incluso figura un costarricense como una de sus víctimas: Álvaro González Montoya.

El padre de Dorothea tenía tuberculosis y hablaba de suicidio con frecuencia. Su madre era alcohólica, por lo que discutía a menudo con los otros miembros de la familia. De acuerdo con el podcast Mujeres criminales de Spotify, Trudy, la madre, desapareció por días hasta que terminó en la cárcel por estar alcoholizada en público.

Dado el panorama, la niña de 5 años tuvo que ser criada por sus hermanos mayores, algo que incrementó cuando su padre murió a causa de la enfermedad. Se mudaron a San Dimas, en California, y allí Dorothea empezó a inventar historias sobre su vida que le contaba a los demás. Relatos que crecerían, al igual que ella, con los años. Lo que empezó como un método de autodefensa, se transformó en mentiras patológicas.

Dorothea ingresó a una escuela en donde notaron cómo ella y sus hermanos eran tratados por su madre, por lo que Truddy perdió la custodia y los niños fueron llevados a un orfanato estatal. La madre murió meses después en un accidente en motocicleta, por lo que sus hijos quedaron huérfanos. En ese lugar, la niña de 9 años sufrió de constantes abusos sexuales y estuvo en distintos hogares de acogida con parientes cercanos. Finalmente, terminó como trabajadora sexual y se inventó una nueva vida a base de mentiras.

Múltiples matrimonios

Dorothea se casó por primera vez a los 16 años con un soldado llamado Fred Mccall en Nevada y firmó su acta de matrimonio con su primer nombre falso: Shell Arise.“Llegó a decirle que a los trece vivió la Marcha de la Muerte de Bataan y el bombardeo de Hiroshima, que era hermana del embajador de Suecia, o que era muy amiga de la actriz Rita Hayworth”.

La pareja tuvo dos hijas, una de ellas fue enviada con la madre de Fred y la otra fue dada en adopción, dado que Dorothea no quería hacerse cargo de esta responsabilidad. Fue hasta 1948 que dieron por terminada su relación, hecho que le causó tanta repulsión a la mujer que le dijo a todos su conocidos que su exesposo había muerto días atrás.

Desde allí empezaron sus problemas con la Justicia, ya que ese año usó cheques falsos para comprar ropa, lo que le causó su primer arresto, del que resultó libre por tratarse de un delito menor. Su segundo nombre, Tella Sin Wa Lane, vino al mismo tiempo que su segundo marido: el marino sueco Axel Johanssen, al que le dijo que era musulmana y de ascendencia egipcia.

En 1960, fue detenida nuevamentecuando el propietario de la casa donde dirigía un prostíbulo denunció ante la policía el tráfico de personas. Con sus habilidades en las mentiras, Puente logró rebajar su condena a 90 días en la cárcel del condado.

Axel la internó en un psiquiátrico, y cuando fue dada, de alta se divorció de ella porque creía que seguía siendo la misma de antes. Poco después, se casó con Roberto Puente, diecinueve años más joven que ella, y del que tomó su apellido en Ciudad de México. No obstante, de este personaje se divorció dos años después.

La casa de la muerte

Con un dinero que le proporcionó el gobierno, Dorothea abrió la pensión Los Samaritanos, en la cual pretendía albergar ancianos, enfermos y alcohólicos de Estados Unidos. Su casa contaba con tres plantas y dieciséis habitaciones y se ubicaba en la calle 2100 F, de Sacramento. El monstruoso reinado dio inicio como una estafa: todos los residentes tenían que firmar sus cheques de asistencia a nombre de ella. Como si aquello no fuera suficiente, utilizó su físico y personalidad para conquistar a hombres que luego estafaba.

Después de varias denuncias, ella fue acusada de 34 delitos de fraude y, tras dos años y medio de condena, fue puesta en libertad condicional. Tras retornar a su hogar, la mujer empezó a relacionarse con los trabajadores sociales, con el fin de tenerlos de su lado. Ingresó a la política y se mostraba como una persona impecable mientras entretenía a sus amigos en las noches cuando iba a los bares.

Los asesinatos comenzaron en 1982 con Ruth Monroe, una amiga de Dorothea, que falleció en abril por sobredosis de codeína y paracetamol. El estado de salud de la víctima se empezó a deteriorar a la semana siguiente de haber llegado a la pensión, ya que su cuidadora le daba té de menta envenado.

“Les hice cambiarse de ropa todos los días, tomar un baño todos los días y comer tres veces al día.Cuando vinieron a mí, estaban tan enfermos que no se esperaba que vivieran”, aseguró Dorothea en el juicio. Como toda una maestra del engaño, la policía le creyó a Puente cuando alegó que Ruth padecía de depresión por la enfermedad terminal de su marido. Nadie puso en duda su versión y lo trataron como un suicidio.

Como Ruth, Dorothy Miller, de 64 años, también falleció en manos de la mujer con la excusa de una sobredosis de alcohol. De ahí siguieron Benjamin Fink, de 55 años, por la misma razón, y Betty Palmer, de 78 años. Todos estos cuerpos fueron encontrados en el jardín de la mujer junto con Leona Carpenter, James Gallop y Vera Faye Martin. Dorothea siguió saliendo ilesa de sus cadáveres, debido a la buena relación que tenía con los agentes de servicios sociales.

Fue hasta 1988, cuando los vecinos del lugar empezaron a alertar sobre el olor que afloraba de la pensión. Sin embargo, la mujer siempre lo justificaba con un hedor de las cañerías. Y, aunque la mujer tapó el piso del jardín con cemento y luego mató a quien le había hecho el trabajo, la verdad siempre sale a la luz. La mañana del 11 de noviembre, el detective John Cabrera y otros policías inspeccionaron la pensión. Mientras que en el interior no encontraron nada, en el exterior se percataron de que la tierra estaba removida, cavaron y encontraron restos de cuerpos.

Uno de los policías del caso dijo al diario estadounidense The New York Post que había encontrado “trozos de tela, cáscaras de huevo y piezas de cuero que parecían carne deshidratada”. “Pude ver a Dorothea mirándonos por la ventana, arriba”, añadió. A pesar de que la asesina huyó, fue capturada y llevada a juicio tiempo después. La condenaron a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Según reportó Los Ángeles Times, los fiscales dijeron que Puente era una de las asesinas en serie más “frías y calculadoras” que en el país se haya visto jamás. En la cárcel, lugar donde había estado más de cinco veces, la anciana murió en 2011 por causas naturales.