Donaldo Hernández: el valiente periodista de Nicaragua que estudió gracias al trabajo doméstico de su mamá en Costa Rica

El corresponsal de Teletica desde Nicaragua, habló sobre su vínculo con Costa Rica, del riesgo de trabajar en su país en el que dice “lo podrían secuestrar”, y del dolor de ver morir a un colega por "neumonía atípica".

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La simpatía, precisión y según catalogan muchos, la humildad de Donaldo Hernández no ha pasado de lejos ante los ojos de los costarricenses y nicaragüenses viviendo en el país, que se informan sobre el coronavirus en diferentes noticiarios nacionales.

Este muchacho nicaragüense, de 31 años, es quien aparece en Teletica, Multimedios, CB24 y Tica Visión reportando sobre cómo vive Nicaragua la evolución del coronavirus. Él trabaja para el medio estadounidense La Voz de América.

En sus transmisiones, Donaldo se ve neutro, profesional y, en algunas oportunidades, deja ver su sonrisa. Se proyecta así, aunque internamente esté atemorizado por la represión que vive la prensa en su país. Ha sufrido agresiones y también amenazas. Pero su trabajo (y valentía) continúa.

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Trabajar para medios internacionales es una aspiración que siempre acompañó al comunicador. La oportunidad de ser parte del equipo de La Voz de América llegó en el 2018, cuando estalló la crisis sociopolítica en su país. Él fue contratado por su experiencia de años en medios de comunicación, entre ellos, 100% Noticias, canal que fue confiscado por el gobierno nicaragüense.

Colaborar con informaciones para Costa Rica le enorgullece. Él, quien ahora resulta familiar en muchos hogares costarricenses, tiene un cariño especial por este país, en el que vive su madre doña Ángela Reyes. Ella llegó en el 97 tras la devastación en la que quedó Nicaragua luego de la guerra civil. En Costa Rica encontró la oportunidad de trabajar como empleada doméstica y así pudo enviar dinero a su mamá para que cuidara de Donaldo y le pagara los estudios.

En el 2003 Donaldo vivió un año en Costa Rica, pero prefirió devolverse a su Nicaragua luego de experimentar la xenofobia. Cree, que aunque aún trasciende la discriminación de costarricenses a nicaragüenses, se ha ido deconstruyendo.

“Le pedí a mi mamá que si me podía regresar. Que yo iba a estudiar y salir adelante en mi país. Veo que ha cambiado, pero sigo viendo que hay discriminación en redes sociales. Hay algunos ticos que me escriben y me ponen malos comentarios (costarricenses que apoyan el gobierno de Daniel Ortega le han amenazado con golpearlo). Pero la mayoría me ponen mensajes positivos a través de redes. Dicen que les gusta mi trabajo y la información profesional sobre la situación de la covid-19 y de crisis sociopolítica de Nicaragua”, cuenta Donaldo, quien brinda informaciones en Teletica desde el 2018, pero que ahora se ha hecho más notorio por su trabajo durante la pandemia.

“La mayoría de personas (costarricenses) dicen que transmito humildad y simpatía. No me dicen necesariamente que soy bien parecido, sino que parezco una persona agradable que siempre sonríe y transmite empatía.

“La mayoría de comentarios me llegan por Instagram. Me escriben bastantes costarricenses que dicen que me quieren invitar a café y almuerzo”, agrega Donaldo, quien recalca que la mayoría de nicaragüenses vienen a este país huyendo de la pobreza y en busca de mejores oportunidades.

“No todos llegan a hacer daño”, dice.

Su mamá y tres hermanas continúan viviendo en Costa Rica y se emocionan cuando lo ven en las noticias. Su madre anhela que su hijo trabaje en Costa Rica. De hacerlo, a Donaldo le gustaría incorporarse en Telenoticias “por su gran audiencia” y porque ya ha creado vínculo de amistad con periodistas, equipo de producción y con el director Ignacio Santos.

Sin embargo, por ahora, Donaldo quiere continuar informando desde Nicaragua. Su país ha estado en la mira de organismos internacionales por el manejo irresponsable que el gobierno ha hecho para controlar la pandemia; incluso, organizaciones nicaragüenses han denunciado a las autoridades por dar números incongruentes con relación a los enfermos y fallecidos en ese país.

“Por el momento quiero seguir en Nicaragua hasta el 2022. Hay muchas historias para contar. Quiero ver cómo va a ser la transición cuando el gobierno de frente sandinista termine el periodo. Quisiera seguir contando esas historias. Presenciar si se va a dar transición democrática o si se va a agravar”, dice.

Periodismo entre amenazas y represión

Hacer periodismo en Nicaragua no es sencillo ni tampoco seguro. Así lo han expuesto muchos comunicadores y ahora Donaldo, quien narra cómo ha sido su trabajo en los últimos meses.

“Trabajar para La Voz de América ha sido una gran experiencia, es un proceso de mucho aprendizaje. Lo cierto, es que se trabaja con riesgo (con relación a su labor en Nicaragua), es difícil hacerlo por el acoso de fuerzas de seguridad y por los civiles armados afines al gobierno. Además, hay falta de acceso a la información pública por parte del Estado. Prensa internacional e independiente no tiene acceso a las conferencias de prensa que realizan instituciones como el Ministerio de Salud, no nos dan información sobre cómo hacen para contener la pandemia. No tenemos acceso a cifras de ningún ministerio”, cuenta.

Para informar, Donaldo y las otras tres personas con las que trabaja para La Voz de América, quienes procuran mantenerse juntos para protegerse, buscan información de fuentes alternativas como organizaciones internacionales, médicas y de derechos humanos. También ubican testimonios de los ciudadanos que tienen o han perdido a familiares con covid-19; además, consultan los datos que comparten los medios oficialistas y contrastan la información.

“Tratamos de andar juntos. Si ando solo me podrían detener o secuestrar”.

El limitado acceso a la información no es todo. Lo más difícil de hacer periodismo en Nicaragua es la represión que viven los comunicadores. Donaldo evita “ser agresivo” en sus redes sociales para tener un perfil bajo y evitar que le manden a rodear la casa o ser agredido por “algún fanático del gobierno”, como ha pasado con colegas suyos.

Cuando ha estado haciendo su trabajo en la calle, como al inicio de la pandemia cuando él y sus compañeros fueron a tomar fotos a un aeropuerto (porque tenían prohibido grabar), la policía los detuvo y los interrogó. Con una unidad canina les revisaron el carro, el equipo y los requisaron. Incluso, sintió como amenaza cuando uno de los oficiales les dijo: “La profesión de ustedes es como la de nosotros los policías, en cualquier momento podemos morir en el cumplimiento del deber”.

“Le dije que eso lo tenía claro. Que en cualquier momento puedo morir, sea cubriendo la manifestación o por una bala. Mis colegas y yo vimos que eso que dijo era una clara amenaza para impedir que diéramos cobertura. Esa fue la experiencia más dura. Dijeron que podían meternos presos, que la ley los facultaba y que incumplíamos parte del reglamento y que ellos podían detenernos, interrogarnos. Se molestaron cuando nos buscaron en Internet y vieron que hablamos de pandemia y violaciones de derechos humanos”.

En muchas ocasiones, para Donaldo ha sido complicado conseguir la sonrisa y la calma que le acompañan en las transmisiones que realiza desde Nicaragua para Costa Rica.

“Entonces salir y sonreír es bastante difícil luego de haber sido víctima de amenaza o interrogatorios. En coberturas nos han golpeado o robado, y luego hay que salir sonriente en el enlace e informar de forma balanceada. Tratamos que el público vea que estamos siendo balanceados. Es un gran reto pero lo hemos logrado ser neutrales a la hora de informar”, cuenta.

Como es natural en este escenario, Donaldo ha sentido miedo. “Sí, más que por el virus, por los civiles armados que se encuentran en los hospitales públicos. A veces nos dicen que por qué no tenemos imágenes de hospitales, pacientes o personal, pero lo que pasa es que en cada hospital hay civiles armados que tratan de impedir que medios puedan tomar fotos o vídeos”, explica.

Para Donaldo también es complejo tener que estar disponible 15 minutos antes del pase. Él le ha explicado a sus colegas lo complejo de hacer un reporte en vivo, pues en el país se realizan patrullajes constantes. Cuenta que si la patrulla ve al periodista grabando lo puede detener, requisar o quitar el equipo. Para cuidarse, él solicita autorización en hoteles, para que le permitan transmitir desde la entrada y, cerca de seguridad privada, hacer el reporte en vivo. Así evita riesgos.

Golpe del coronavirus

Donaldo informa muy de cerca lo que viven los nicaragüenses tras el impacto del coronavirus; pero hace poco le tocó vivir el dolor de perder a un colega y amigo por “una neumonía atípica”, según se leía en el acta de defunción.

“Lo más difícil fue ir al entierro de un colega, fue difícil haber ido a su funeral. Ver cómo su familia no pudo darle el último adiós porque murió de coronavirus, verlos llorar. Ver cómo personas de la funeraria vestían sus trajes de protección, la familia estaba alejada, no le pudieron dar el último adiós. Es lo más difícil que me ha tocado ver. No poder darle el último adiós a un colega que uno apreció en vida y que luego autoridades del Ministerio de Salud dijeran que su muerte fue natural, por una neumonía atípica, aunque todo indicaba que fue por coronavirus. Fue lo más triste que he vivido”.