Crítica de televisión: 'House of Cards': Vuelta al estilo

Un estilo más similar a la primera temporada se suma al avance en la trama de la serie

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La cuarta temporada muestra el desarrollo y parcial resolución del conflicto de Claire Underwood: un desaforado gusto por el poder que rivaliza incluso con el de Francis.

En medio de esta nueva vorágine se muestra el retrato de la soledad que se padece aun siendo uno de los más poderosos del planeta; la susceptibilidad y fragilidad que el mismo poder tiene. Frank no solo padece de conflictos del hombre contra el hombre de la temporada pasada, sino que agrega batallas a diestra y siniestra: el hombre contra sí mismo.

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Muestra que en la condición humana nadie se escapa de la vulnerabilidad. Esta temporada recupera bastante el estilo y narrativa de la primera temporada mientras se siguen urdiendo planes.

Paratexto y arte. Curioso ver a Robin Wright más participativa en el rol de directora, lo que parece un paratexto de la realidad con la ficción, a la vez que explica lo mucho que ha crecido la serie y cómo los actores alcanzan un nivel bastante complejo de amarrar, que es necesario para de devenir de la serie. Sin Wright o Spacey la serie no puede seguir.

Indiscutible el gusto artístico de esta temporada, un cúmulo belleza. La música incidental e incluso en los créditos es una selección muy oportuna, sumando un montaje que solo sigue preciándose más con el paso de cada temporada. Por ejemplo la mezcla de los espacios temporales en los discursos resulta agradable como contrapunto y cronológicamente grosero a la vez.

Retoman el uso de los SMS para denotar ver conversaciones con lenguaje gráfico igual que en la primera temporada, lo cual comulga con el inicio de la serie.

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Recurso narrativo. Los episodios psicológicos de Frank Underwood muestran una conversión del conflicto interpersonal a uno intrapersonal que tiende al antihéroe en un proceso donde parece reflexionar con sus propios fantasmas. Sin duda un síntoma de que duda de sí mismo y de su plan estructurado.

Formalmente estos recursos no se habían utilizado de modo recurrente en la serie. El encuentro con fantasmas del pasado es un recurso narrativo que pone en riña la introspección de los personajes. En un sentido estricto la creación de estos espacios requiere un análisis del perfil psicológico de los personajes y un profundo entendimiento sobre sus motivaciones y reacciones. En esto fallan cientos de producciones que quieren hacer algo muy interno del ser, y terminan sin exponer algo y confundiendo.

Acá se notan como espacios bien amarrados y sobre todo, algunos justificados desde el guión de manera racional, aspecto que los valida y potencia.

Sin caer en el spoiler, ¿para dónde vamos luego de esto? Siempre es pregunta después cada temporada. Con la quinta temporada firmada es probable que ante la intensión de una sexta temporada existan maneras de reavivar el status quo, que se hace cada vez es más difícil de mantener. La salida anticipada de Beau Willimon también pinta este futuro un poco cuesta arriba.

House of Cards no es una serie que pueda costear un alargue mayor que sus posibilidades, y la caída de los Underwood se antoja como el final apropiado que todo fanático anticipa. Quedará claro el año que entra qué camino tomará la serie y si ese fin está cerca.

En estos pocos días que lleva la serie habilitada muchos la habrán visto. Como toda serie que se consume de manera súbita, le recomiendo que la mire nuevamente y más pausadamente. Y si no es suscriptor de Netflix, es un buen momento para probar su mes gratis.