Crítica de televisión: Generación Z, una propuesta universitaria

En la pantalla nacional. Faltan propuestas de este tipo pero con mucho más cuerpo

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La televisión estatal en Costa Rica, constantemente se percibe en general como aburrida y poco lucida. La realidad es que la televisión estatal es más importante que eso; el hecho de producir y transmitir contenidos formativos es un beneficio al que, lamentablemente, no sabemos sacarle provecho como televidentes.

Es posible que esa percepción decante a la audiencia al polo del entretenimiento local o enlatado, en ocasiones de pobre producción.

Sin embargo, la tele estatal propone. Eso es importante.

Recientemente, se estrenó una propuesta llamada Generación Z . El programa se define como multiplataforma –con fuerte presencia en medios telemáticos– y su objetivo es la divulgación del quehacer de las universidades públicas. Busca las audiencias adolescentes del país y una que otra audiencia adicional.

El esfuerzo coordinado internamente desde la UNED se expande a las otras universidades estatales a través del Conare. Lo puede observar los jueves a las 6:30 p. m., por el Sinart, o martes, a las 6 p. m., por el canal 15 de la UCR.

El cuerpo del programa se compone de tres secciones de poco menos de diez minutos, cada una se entrelaza con meros grafismos y transiciones, pero carece de un uso semántico de esas imágenes, por lo que se perciben como programas diferentes.

Su génesis es una mezcla de estilos de realización, que trazan desde lo tradicional hasta figuras como el monólogo, apoyado con intervenciones digitales, por lo que es complicado aceptar este programa como una creación unitaria. Sus tres secciones distan en estética y producción, denotándose una conjunción para la emisión, con lo que se pierde el control en las particularidades de las secciones y la unidad visual.

Las secciones –a excepción de la entrevista extensiva– son muy monótonas en lenguaje, con planos invariables en una y recursos que se agotan en pocos minutos en la otra, dejando un compromiso ausente con la audiencia.

Es un programa dirigido a adolescentes, su realización así lo denota y en ese sentido cumple. Lo curioso es pensar si este material es creado también para una audiencia más allá de la meseta central, pues el tipo de realización sucumbe a los modos cosmopolitas del Valle Central.

Desde aquella mirada laxa de la televisión estatal, la producción diferenciadora es una empresa compleja; es fácil dejar de pensar en la multiculturalidad que existe en el país y errar el objetivo: No hay una sola manera de ser adolescente en el país, hay cientos.

Sería interesante comprender qué recepción podría tener el producto en otras audiencias bienvenidas, como los adultos.

El valor de que existan propuestas locales que muestren otras realidades es importante.

No cabe duda de que es una necesidad social e histórica apropiarse de espacios como la televisión, con otros contenidos que sean relativamente más formativos.

Sin embargo el ejercicio de la comunicación debe ser prístino y los esfuerzos públicos deben invitar y no alejar las audiencias –incluso las adolescentes– pues importante es reconocer el tono en que se difunde la comunicación.

Todo ejercicio de comunicación que muestre ligereza en el manejo del tono, seguramente pasará un mal rato tratando de encontrar audiencia y quizá falle en interpelar.

Es necesario preguntarse si esta realización es la correcta y si su base conceptual no representa un estímulo negativo para su audiencia total.

Dele una oportunidad al programa Generación Z la próxima vez que siente a la pantalla y compare su juicio con lo que aquí exponemos.